Facultad de Comunicación Social - Periodismo

La transformación purpura

Las mujeres trans luchan en un ambiente hostil en contra de la transfobia y el sistema patriarcal que las oprime. Algunas han decidido militar en el feminismo a pesar de no ser bien recibidas.

Artículo realizado para la clase de Taller de Géneros Periodísticos (cuarto semestre, 2022-2), con el profesor Fernando Cárdenas. 

El transfeminsimo se ha anexado en la agenda política feminista, sin embargo, muchas militantes la deslegitiman, lo consideran un fetiche.

La golpearon por “marica”. Se veía linda, tenía un hermoso maquillaje que contrastaba con el color de sus ojos café profundo, una camisa casual de colores vivos y unos aros plateados que hacían juego con su cadena. Se sentía libre, segura. Ravena no le hacía daño a nadie, solo al helado que se devoraba en un parque en Manizales. Estaba con sus amigos cuando un hombre se le acerca, le pega un cabezazo acompañado de un puño en la cara. Queda inconsciente mientras escucha como le grita: “con una puñalada eso se le quita”. Este tipo de agresiones la motivaron a ser parte de la gran ola morada feminista, a militar por la reivindicación de los derechos y libertades de ella y sus hermanas.

Su vinculación le ha traído, como a sus otras compañeras, tratos violentos. Las llaman hombres con falda, fortalecedores de estereotipos de género e infinidad de comentarios que las cohíben de participar de la agenda política del movimiento, sus principales detractoras: las feministas radicales. Esta teoría sostiene que la sujeta del colectivo son mujeres biológicas y “es que es una ficción aceptar que el hombre puede ser mujer”, según Janice Raymond, escritora del libro transexcluyente, El imperio transexual. Su postura es extremista, pues dice que la transexualidad estaría mejor fuera de la existencia moral. Sin embargo, estos discursos no cobran sentido en una lucha que busca abolir la opresión patriarcal, pero que margina a unas en su intento.

Las formas de violencia claro que son diferentes, la transexualidad conlleva a que batallen no solo contra el patriarcado, sino también con la transfobia. La opresión es interseccional, no existe un punto único de subyugación y no se puede ser diligente con ninguno. Sin embargo, desde el radfem, no aceptan que su lucha sea legítima, la lideresa del movimiento, Radfem Colombia, Julieth Hernández, comenta: “Pueden tener sus espacios de protesta pero no en el feminismo”, esto debido a los contextos y experiencias las cuales han sido distintas, “nosotras sufrimos de un sometimiento simbólico desde que estamos en el vientre”. Hay un conflicto por que agresión es más fuerte que otra, validando unas y deslegitimado otras, cuando el objetivo es exterminar cualquier fuerza de represión.

Esta exclusión no únicamente la han vivido las hermanas trans. Históricamente el feminismo ha pasado por múltiples transformaciones. Era un movimiento dominado por mujeres blancas y burguesas durante la primera ola sufragista, excluyendo a las lesbianas y negras, pero que se ha ido reivindicando, aceptando la interseccionalidad de la violencia desde una perspectiva de raza, sexualidad y religión. Hoy el objeto de rechazo son las trans, sin embargo, no se puede englobar a todo un colectivo a partir de argumentos transexcluyentes, porque incluso teóricas de la rama radical las anexaron en sus libros.

“No se nace mujer, se llega a serlo”, dijo Simone Beauvoir en, El segundo sexo. Por qué serlo va más allá de la genitalia, no hay una relación entre el género e identidad natural, ya que estos han sido constructos sociales y subyugadores de cómo debe comportarse una mujer en sociedad. El color rosa, el maquillaje, las faldas y la feminidad; los autos, el azul y la virilidad, son solo detalles que la cultura ha establecido para ambos sexos que busca categorizarlos como rasgos de la personalidad. Aspectos que anhelan abolir las transfeministas y radfems, ambas oprimidas por este concepto.

La transexualidad no es el problema, sino la cultura. La transactivista mexicana, Leah Rivas dice: “Es irresponsable que nos culpen del género, no fue algo que construimos”, el cuestionamiento exclusivamente recae hacia las trans por reproducir estos aspectos de la personalidad femenina y no una mujer cis, “solo se violenta a las mujeres que no hacen parte de la hegemonía”. Esto constituye un peligro para el movimiento, ya que se está violentando y contradiciendo la lucha por la libre elección sobre el cuerpo. La teórica estadounidense Jainice Raymond, propuso una legislación que prohibiera los tratamientos médicos a

personas transexuales y, en su lugar, se les convenciera de que su voluntad era incorrecta. Una propuesta similar a las terapias de conversión que se usan para “tratar” la homosexualidad.

Esta violencia transfóbica escondida en el feminismo, también afectó a los hombres trans, pues eran considerados traidores por convertirse al enemigo. Sheilla Jeffreys, feminista radical, pensó estos comportamientos como una forma de “misoginia internalizada”, por no aceptar la condición natural y querer escapar de esta. Incluso en su libro, El género lastima, llama “sobrevivientes” a mujeres que frenaron su transición, dice que lo hicieron por sentirse en una posición de poder al unirse a la casta masculina, mientras que las trans lo hacen por fetiche.

Divide y vencerás, la práctica más vieja del patriarcado para quebrantar a un colectivo que lo busca destronar. Todas las mujeres caben dentro del movimiento, no importa su raza, religión, sexualidad o clase. No se debe ser neutral ante cualquier tipo de violencia que este gran monstruo reproduce, se debe extirpar completamente ese tumor maligno que oprime la libertad de las mujeres en la sociedad. Rávena no debería salir a las calles con miedo de ser violentada, las afro a ser segregadas, las lesbianas a ser juzgadas y las indígenas a ser fetichizadas. El feminismo debe luchar por todas las agredidas, si no se incluyen a las hermanas trans, la causa no tendrá sentido, tal y como lo dijo la feminista afroamericana Audre Lordes: “No seré una mujer libre mientras siga habiendo mujeres sometidas”.


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