Facultad de Comunicación Social - Periodismo

Francia, el rostro del olvido

Perfil realizado para la clase de Pensamiento crítico y argumentación II (segundo semestre, 2021-2), con la profesora Aleyda Gutiérrez Mavesoy.

Para nadie es secreto las constantes luchas en Colombia, la división y violencia que han caracterizado al país desde sus cimientos, y tampoco que las caras de estas disputas se han visto segadas. Francia es de aquel grupo que, por diferentes azares del destino, ha logrado sobrevivir y mantener su lucha frente a las injusticias del país.

Francia Elena Márquez Mina nació en 1982, en la vereda de Yolombó, también conocido como tierra de la Marquesa gracias a la reconocida novela de Tomás Carrasquilla. Entre las tres comunidades de la región, Francia creció en La Toma, ubicada sobre la cordillera oriental en el municipio de Suárez, al norte del departamento del Cauca (Colombia), lugar reconocido por sus altas tazas de violencia, injusticia y explotación natural.

Creció en la finca heredada por sus ancestros, allí convivió junto a sus primas, tíos y abuelos, pasando el rato bailando, peinando o sentándose en el rio. Desde sus primeros años de vida le fue inculcado el valor de la naturaleza, muy tradicional de su comunidad; aunque inspirada principalmente por su abuelo, quien era un fuerte activista frente a problemáticas medioambientales en la región.

Era muy común recibir visitas de distintas personas, todas en busca de su abuelo, pues era reconocido en todo Suárez y especialmente en La Toma por sus constantes luchas frente a los derechos humanos y del medioambiente. Este señor es una de las principales motivaciones de Francia para no rendirse en su lucha.

“Para mí era muy bonito en mi infancia ir al río, dormir junto al río con mi abuelo. Nosotros hacíamos unos ranchos a la orilla y el ruido del agua me arrullaba y me dormía. Mi abuelo llevaba su racimo de plátanos y en la noche nos hacía plátano y cogía pescado y nos lo asaba. Éramos muy felices”, dijo en una entrevista con El País.

Francia pasaba la mayor parte del tiempo en el río Ovejas, allí no solo aprendería sobre pescadería, también sobre minería; por lo que era común verla con una red atrapando peces o con un bateo extrayendo oro entre la grava. La comunidad donde creció es muy unida, todos se cuidaban entre todos y así mismo, tenían el derecho de corregirse.
El río es un tesoro muy valioso para su comunidad, tiene al menos 17 especies de peces como bocachicos o barbudos; lo consideran como un ser lleno de sabiduría, que los mueve e inspira, por lo que siempre ha sido prioridad para los habitantes de La Toma al momento de cuidado ambiental.

Algo muy valioso en su tierra también es el Viche, bebida alcohólica ancestral hecha a base de caña de azúcar inmadura, se tiene la creencia que el consumo de esta bebida purifica los males como el rencor o la rabia del cuerpo.
A sus 16 años conoció a un minero nuevo en la zona, y como cosa de una sola noche, Francia quedó embarazada del inédito hombre, teniendo su primer hijo. A Francia la apasionaba mucho la danza y el canto, artes que son comunes en su área de crecimiento. Pero fue a esta edad donde tuvo que empezar a trabajar como empleada de servicios domésticos y especialmente en minería artesanal, donde elaboraba figuras con el oro proveniente del río.

A pesar de todo, las ganas de estudiar de Francia nunca se vieron mermadas, y dejando a su hijo al cuidado de su familia, partió a Cali para estudiar Agropecuaria en el SENA, donde profundizó aún más sus ancestrales conocimientos sobre el sector agrícola, ganadero y pecuario.

Al volver a su tierra, vio con más perspectiva las dificultades sociales, ambientales y humanas que vivían los diferentes integrantes de la comunidad. Siendo la gota que derramó el vaso la construcción de represa Salvajina, que al limitar el flujo del río Cauca perjudicó al Norte de la región, secando las madreviejas, o mejor conocidos como humedales, por lo que dificultó la ganadería en esa parte de la región.

Una de las características de Suarez es que la tierra es tan rica que no se necesita de dinero para poder sobrevivir, cada uno puede cosechar lo que necesita en su diario vivir, por lo que el daño ambiental a esta tierra además de inhumana no tiene propósito para sus habitantes, ellos no requieren la “ganancia” económica que la explotación promete.
Por un momento se alzó la propuesta de desviar el río Ovejas, fortaleciendo la represa, esto significaría una pérdida en recursos en todo Suárez, por lo que la gente empezó a desvariar de aquella propuesta, protestando que ellos tenían derecho a decidir sobre el destino de su tierra.

Basándose en la Ley 70 de 1993 de Colombia, la cual reconoce a las comunidades negras que habitan tierras baldías de la cuenca del Pacífico, respetando sus prácticas y su derecho a la propiedad colectiva; Francia y distintos activistas y líderes lograron una acción de consulta con la que decidieron el destino de su territorio. Fue la primera acción de consulta para Francia.

Llegando al nuevo siglo, Francia decidió empezar a estudiar derecho en la Universidad Santiago de Cali, pues sería la mejor herramienta en defensa de los derechos de su comunidad. Pero, por otro lado, los paramilitares poco a poco se iban tomando la zona, por lo que el desplazamiento forzado aumentó, las Autodefensas Unidas de Colombia se adueñaron de todo el norte de Cauca, además de esto se otorgaron títulos para la explotación minera.

Francia no pensó quedarse con las manos quietas, y con ayuda de abogados de su universidad intentaron una acción de tutela para frenar todos esos abusos, pero no lograron mucho, pues al no ser una acción colectiva de la zona no se podrían frenar los desalojos, por lo que solo la Defensoría del Pueblo fue quien tuvo que intentar frenar esto; por otro lado, el Estado estaba a favor de toda actividad minera, por lo que no veían problema en otorgar aquellos títulos.
Ya por el 2009 Francia, junto al Consejo Comunitario de La Toma, lograron instaurar una segunda tutela, esta vez en contra de entidades como la misma Autoridad Minera por violaciones a derechos como al debido proceso y a la consulta previa, realizando lo que se les antoje sin importar el daño a aquellas comunidades.

La Corte Constitucional tomó conciencia, por lo que expidió el Auto 005 de 2009 con la que se priorizaba la protección de los derechos fundamentales de las personas afrodescendientes víctimas del desplazamiento forzado; y la sentencia T-1045A de 2010, con la que se reconoció a La Toma como comunidad con derecho a su territorio, por lo que todos los títulos mineros quedaron anulados.

Aun así, la minería ilegal siguió, y las personas que iban en contra, como Francia o distintos líderes y activistas sociales, recibían amenazas de muerte por parte de las Águilas Negras.

Por el 2014 se quería empezar a usar retroexcavadoras en el río Ovejas, por lo que Francia empezó lo que se conoce hoy como La Marcha de los Turbantes, marcha que buscaba el cuidado a la vida y la protección a territorios ancestrales.

Los estudios de Francia eran inconstantes, por lo que aún se encontraba estudiando para esta época, fue en clase cuando recibió la llamada de una amiga de la comunidad, alegando que las maquinas ya se encontraban en todo el centro del río.

Francia, al ver cómo se iba consumiendo la vida del lugar, empezó a pensar cómo dar a conocer esta problemática, cómo lograr ser escuchada. Fue entonces cuando se le ocurrió la marcha, al comienzo ninguna mujer quería cooperar, pero Francia estaba dispuesta a ir ella sola junto a sus 2 hijos; al final terminaron uniéndose 15 mujeres de la comunidad y algunos hombres que querían acompañarlas.

Comenzaron a hacer carteles con costales reciclados, recibieron las bendiciones de la comunidad: “Se fueron sanas, las esperamos sanas”; y el 17 de noviembre inició la marcha. Al llegar a Santander se le unieron más mujeres, así mismo pasó en el municipio de Buenos Aires, Guachené y Caloto, la mayor parte del recorrido siempre fue caminando. Ya para cuando llegaron a Bogotá habían más de 80 personas marchando.

Al comienzo se tenía bastante miedo, la incertidumbre por llegar a la capital era alta, pero al ser recibidas como heroínas, todas las mujeres se empoderaron, por lo que Francia ya no tenía que decir mucho, todas sabían a qué venían. Fueron invitadas a una reunión en el Ministerio del Interior, reunión en la que los funcionarios se dedicaron a ver sus celulares e ignorar los gritos de las marchantes, no se sentía una voluntad real de cambio.

Al menos los medios de comunicación empezaron a hablar sobre la minería ilegal. Se lograron firmar acuerdos que ni siquiera garantizaban la protección a líderes y lideresas o el frene de la minería ilegal.

Un día como cualquier otro, Francia se encontraba en una reunión de su comunidad, cuando recibió diferentes llamadas que le pedían que abandonara la zona ya mismo. Su nombre se encontraba entre la lista de amenazados por las Águilas Negras y en ese preciso momento la estaban buscando para matarla.

Francia fue por sus hijos rápido, y salieron a escondidas de la casa, se subieron a un carro y abandonaron la zona inmediatamente, en la frontera ya se encontraban hombres armados buscándola, Francia se agachó en el asiento trasero, en su vida jamás había vivido tanto terror, pero por suerte no la vieron y pudo escapar. Francia se sintió culpable, impotente, piensa que por culpa de ella sus hijos corrieron peligro, estaba más vulnerable que nunca.

Aun así, Francia no detuvo su lucha por la justicia, en 2014 participó en la quinta delegación para el proceso de paz en La Habana, donde expuso las dificultades con las que vive la gente de su comunidad, además de presentar todo el caos que conlleva la minería ilegal. Para 2015 fue nombrada Defensora del Año en el Premio Nacional.

Luego, en 2018, intentó lanzarse como candidata para la Cámara de Comunidades Afrodescendientes, formando parte del partido Consejo Comunitario Yurumanqui y recibiendo apoyo de Colombia Humana. Aunque no logró los votos requeridos, sí estuvo cerca, demostrando que las mujeres y personas afrodescendientes también pueden tener su espacio en la política.

En el mismo año fue nominada y premiada con el Premio Goldman en San Francisco – Estados Unidos, que funciona como el premio Nobel, pero enfocado en cuidados para el medio ambiente. Fue un día como cualquier otro cuando Francia recibió una llamada de alguien que la estaba invitando a San Francisco, al comienzo pensó que era un chiste, no podía creer que algo como eso fuera real, hasta que pasó.

El recibir este premio es una esperanza, una muestra de que su lucha no ha sido en vano, y que poco a poco la gente se concientiza sobre las injusticias morales, económicas y sociales que viven las personas afrodescendientes, indígenas, campesinas, y todas las personas que se encuentran fuera de la oligarquía en Colombia. Como ella dice, “¡El pueblo no se rinde, carajo!”.

Es muy común ver a Francia con vestidos largos o aretes grandes, muy tradicionales en su comunidad, pero lo primero que se reconoce cuando se la ve es su peinado, con una balaca que direcciona su pelo hacia atrás, donde los crespos hacen lo suyo formando un despeluque detrás del orden impuesto por la balaca, muy artesanal.

Habla con el acento característico de su región, el cual además de hablar un poco ahogado y de manera nasal, va subiendo y bajando el tono de la voz dependiendo de las palabras. Eso sí, Francia habla con una paz con la que uno goza escucharla, una voz que entiende el valor de la vida y lo respeta. Y en su mirada se refleja el dolor con el que ha vivido a lo largo de su vida.

Se lanzó para la precandidatura presidencial en 2022, junto al movimiento proveniente de la idea “Ubuntu”, que traducida al español dice “Soy porque somos”, también se entiende como “al poder de nuestra humanidad compartida basada en la amabilidad, la compasión y la interdependencia”, filosofía que demuestra Francia al decir que ella no gobernará sola, todos en comunidad lo haremos con ella pues no cree que el poder de decisión recaiga en una sola persona.

Su campaña política busca abolir todo daño ambiental, priorizando el uso de los recursos naturales en Colombia sin llegar a perjudicar la naturaleza, es más, su campaña busca protegerla a toda costa. Considera que Colombia es lo suficientemente rica como para que haya pobreza, por lo que ejercerá producción agrícola en tierras reposadas, además de la garantización de derechos a comunidades negras, agrícolas, indígenas, LGBTQ+ y demás que día a día viven injusticias.

Sus detractores opinan que Francia está en contra del progreso, pues el frenar tantas actividades como el uso del petróleo para proteger la naturaleza limita el desarrollo en Colombia. Además, consideran que su experiencia en política es poca, pues siempre la ha cuestionado pero jamás la ha ejercido, por lo que puede llegar a ser una amenaza como regente del país.

Francia es una mujer parada, aunque llega a sentir miedo siempre termina armada de valor, es una mujer que no normaliza problemáticas que ciegan a nuestra sociedad, es una mujer que da voz a todas esas comunidades azotadas por la injusticia y dejadas en el olvido. Francia recuerda y protesta por todas esas personas, por todas esas luchas que se han olvidado. Francia es el rostro del olvido.


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