Facultad de Comunicación Social - Periodismo

En Conexión con: Gloria Pachón de Galán

En una conversación entre la decana Victoria González y la periodista Gloria Pachón de Galán surgió una reflexión histórica del periodismo en el país.

Crónica realizada Conexión Externado (2023-2)

A través del brillo de sus ojos que cargan la fuerza de quien ha vivido un sinfín de cambios políticos, económicos y sociales de un país adolorido es posible ver cómo con cada pregunta los recuerdos que por años ha guardado en su memoria salen a flote para construir un discurso que le habla al periodismo colombiano. Sus manos un poco inquietas, sus ojos curiosos y su voz firme aseveraban la seguridad con la que Gloria Pachón de Galán hablaría acerca del rol de los periodistas desde la época de la Violencia, dada por el bipartidismo que marcó a la Colombia del siglo XX, hasta la actualidad.

Gloria Pachón es una mujer periodista que por años trabajó en diferentes periódicos de gran renombre, en secciones que hablaban de mujeres, de economía, de cultura, pero, sobre todo, de política. Algunos podrían atribuir este interés a su relación con Luis Carlos Galán, líder político, creador del partido Nuevo Liberalismo, candidato predilecto para las elecciones de 1990; aquellas en las que no logró levantarse como presidente pues, el 18 de agosto de 1989 fue asesinado por orden del cartel de Medellín. Sin embargo, ser esposa de uno de los líderes más carismáticos que ha conocido el país no es necesariamente una causa directa de su inclinación sensata por relacionar el periodismo con la política; este ya venía de tiempo atrás. 

Sentada y mirando con intriga y esperanza a quienes ansiosos por escuchar sus historias llegaron a escucharla, no tuvo reparo en abrir su memoria y dejar que los recuerdos, las emociones, los momentos y las sensaciones de hechos que marcaron no solo su vida sino, la historia de todo un país, empezaran a recrearse y a sentirse casi tangibles de nuevo para posteriormente emitir un mensaje claro que marcaria el derrotero de la conversación que sostendría en adelante: los periodistas deben saber de política, y no como un simple ‘checklist’ de sucesos históricos. El conocimiento debe estar enfocado en entender de fondo el sistema político colombiano y cómo la Violencia, el narcotráfico, el conflicto armado o las disputas entre partidos edifican la historia. Es aquí cuando empieza a ser claro el porqué de su inclinación periodística. Resulta casi impensable que alguien que haya desarrollado su profesión en la mitad de un siglo en el que mientras el mundo estaba desarrollando modelos económicos enfocados en el desarrollo y el progreso de la modernidad, Colombia estaba en medio de una disputa por quién poseía la tierra y quien produciría en ella, un problema que aún hoy no ha podido ser resulto pero que fue el origen de los primeros grupos armados que intentaban luchar por una repartición justa y equitativa de la tierra. 

Paralelo a las luchas del campesinado se encontraba la disputa política heredada de la Guerra de los mil días del final del siglo XIX, entre liberales y conservadores. Sus ansias por imponer su modelo ideológico sumergieron a Colombia en una guerra de la que aún vemos secuelas; una constante disputa por quién tiene el poder y cómo evitar que el otro bando lograra ascender nos llevó a configurar la llamada Violencia con V mayúscula. Un episodio gris en la historia política que empieza, de hecho, con la muerte de otro líder liberal, Jorge Eliécer Gaitán. Este episodio conmocionó al país, generó miedo e impotencia, sustrajo a los habitantes de las zonas rurales de sus viviendas, los trajo a las ciudades y derramó ríos de sangre que se vieron correr por años, causó un sentimiento generalizado de terror y evidenció la coartación de la libertad de pensamiento característico de la época. Y, claro está, de la libertad de prensa. Gloria se refiere a este momento como uno muy doloroso en el que el ejercicio periodístico no era nada fácil y en el que se requería mucho tacto pues, al herir ciertas susceptibilidades se podría poner en riesgo la vida misma. 

Alrededor de este último tema Gloria planteó su opinión haciendo un paralelo con la actualidad. Si bien a mediados del siglo pasado el ejercicio periodístico estaba condensado en un pequeño grupo de personas, en su mayoría hombres; trataba solo ciertos temas, se inmiscuía en política, pero aún con precauciones, y aún no era una carrera profesional posicionada en el país; el ejercicio se hacía con responsabilidad, interés y profundidad. Características de las que hoy, dice la invitada, no queda rastro, menciona que quienes tienen el poder de la información en sus manos ya no hacen un análisis de la realidad, ya no se interesan por saber de política y de hecho, en muchos casos, tienden a desinformar con sus opiniones y construcciones noticiosas superficiales. Aunque, cabe resaltar que sí hace una pequeña salvedad, aún hay periodistas que buscan hacer investigaciones de largo aliento, que entregan productos periodísticos en todo el sentido de la palabra, que le ponen la cara a las problemáticas sociales y buscan, desde su labor, transformar todo aquello que nos adolece, y ellos, dice, deben inspirar a las nuevas generaciones de comunicadores.

Luego de la Violencia, llega al poder el general Rojas Pinilla. De facto, Gloria afirma con seguridad que su modelo fue una dictadura, y la incluye dentro de su ilación discursiva sobre los sistemas políticos entre los que oscila el país, dice que en Colombia hemos tenido democracias, democracias a medias y en ocasiones, regímenes que carecen de dicha democracia. En general, el carácter del gobierno de Rojas ha sido todo un debate, pero indudablemente su llegada, por lo menos por un momento, apaciguó la oleada de violencia, las muertes bajaron y se vivió una etapa de tensa calma. Esto no desmiente la disolución del órgano legislativo, lo que ponía su gobierno en un punto autoritario que finalizaría con la instauración del conocido Frente Nacional. En palabras breves, aquel trato entre conservadores y liberales en el que cada partido gobernaría por cuatro años de forma intercalada y propendería por una repartición equitativa de los cargos públicos. Todo esto con dos intenciones claras, bajar a Rojas Pinilla del poder e intentar pacificar el país.

La experiencia plasmada en las palabras de esta periodista de larga data empieza a concluir su discurso con dos puntos esenciales para la historia del país, pero, sobre todo, para los periodistas de hoy. El primer mensaje tiene que ver con la existencia, influencia y efectos del narcotráfico en Colombia. Los años 80´s y 90´s estuvieron bajo los efectos del terror, pero al mismo tiempo de la normalización de las bombas, los atentados, las amenazas y los asesinatos que, principalmente, los carteles de Medellín y Cali perpetraban. Los llamados “extraditables” no solo se encargaron de amedrentar a generaciones completas, sino que se tomaros el poder político. Durante su auge, el narcotráfico fue el tema central de discusión, pero también se convirtió en la sombra de poder legislativo, ejecutivo y judicial. Esto, por supuesto, no deja de lado al ejercicio periodístico y menos al que se dedica a entender la política.

Sin embargo, Gloria hace un pequeño inciso aclarando que, para ella, actualmente el narcotráfico es un problema más grave que en su época dorada pues, la economía, las relaciones políticas y los territorios se ven afectados constantemente además de ser, actualmente, un tema algo soterrado y en ese sentido el país no se entera verdaderamente de lo que sucede y bajo ese silencio pueden ocurrir todo tipo de atrocidades. 

La invitada no abandona el salón sin antes dejar su mensaje claro, aquella llamada que espera quede rondando como un no tan imperceptible zumbido que se haga presente durante el ejercicio profesional de cada persona que la escuchó. Para ella, los jóvenes, quienes están incursionando en los medios y quienes ya tienen en sus manos el poder de contarle historias a todo un país, deben volver a leer medios tradicionales, deben ser responsables con la información y las opiniones que transmiten, deben ir más allá de lo aparente y de lo obvio y sobre todo, deben querer saber de política. Pero no para criticar o para tomar partido sino para entender cómo funciona el complejo engranaje que edifica la identidad del país.

Gloria Pachón de Galán en su visita a la Universidad Externado de Colombia nos permitió conocer un fragmento de la biografía que se encuentra escribiendo en este momento.

INTRODUCCIÓN A UNA BIOGRAFIA

La Calera septiembre 20 de 2023

Hace una semana mi nieto Manuel a pocos días de cumplir sus veinte años, me hizo una pregunta que me llevó inmediata y sorpresivamente a circunstancias de mi vida que él de manera desprevenida me pedía.

“Los tres o cuatro acontecimientos que más te han impactado en tu vida…”

Irremediablemente tuve que retroceder muchos años para encontrar que, siempre en cualquier circunstancia, para bien o para mal, en mi vida se unían el periodismo y la política.

Y tuve que comenzar con el 21 de marzo 1953:

“Duelo en el periodismo colombiano. Tres periodistas de El Espectador, Álvaro Pachón de la Torre, Gustavo Wills Ricaurte y Alvaro Umaña, mueren cuando el automóvil en que se dirigen a una reunión de colegas, cae por la falta de un puente sobre el Rio Fucha en el sur de Bogotá.”

Sin pensar que este trágico final sería para mí el adiós a un proyecto cuidadosamente pensado por mis padres, mientras como estudiante en el colegio Alma College de Canada me preparaba para llegar a la Universidad y allí familiarizarme con la Filosofía y las Letras, la realidad me regresó a Bogotá donde me esperaban no solo mi madre agobiada por la pena mas dolorosa de su vida, sino la realidad económica que nos obligaría a mi hermana Maruja y a mí aún niñas a asumir responsabilidades para nosotras completamente desconocidas.

Hoy, aún me pregunto cómo ocurrió el milagro que me convirtió en aprendiz de periodismo en el periódico El Tiempo como si esa categoría pre-universitaria pudiera entonces existir.

Pero antes debo decir, que al recordar este acontecimiento tan dolorosO y tan imprevisto, vinieron a mi memoria imágenes de quienes a través de la opinión y la comunicación formaron parte de un mundo exclusivo de hombres, excluyente en todos los aspectos de la vida social.

No debe ser fácil para los jóvenes y las jóvenes de hoy, recoger y comprender ejemplos como el de Ofelia Uribe de Acosta una mujer nacida en Oiba Santander en 1900, cuya trayectoria como feminista se inició en una sociedad conservadora en toda la expresión de la palabra. Su lucha por la conquista de los derechos de la mujer, comenzó en 1935 durante los días del Presidente Olaya Herrera y se afianzó luego en el primer gobierno de Alfonso Lopez Pumarejo. A través de esa lucha por los derechos, Ofelia se convirtió en una de las primeras comunicadoras o periodistas colombianas, lo cual no fue obstáculo para su actividad política dedicada a lograr igualdad para hombres y mujeres, incursionar también en la educación y en la insistencia, fundamental desde entonces, en una educación política para hombres y mujeres, desde la primera infancia.

Como si todo esto fuera poco Ofelia Uribe de Acosta fundó el periódico Verdad y creó la Union Femenina de Colombia.

Y tengo que registrar también, casos más directos de mujeres que de una u otra manera tuvieron que ver con mi vida periodística, La primera de ellas: Emilia Pardo Umaña, amiga de mi padre, miembro de una aristocrática familia bogotana nacida en Bogotá en 1907 y con el espíritu rebelde que la convirtió en la mas libre y más atrevida de las mujeres colombianas, en un ambiente social muy restringido, de los años cuarenta y cincuenta.

Emilia fue cronista de El Espectador, El Siglo y El Tiempo. Conservadora por principio y por familia, llego a ser la más liberal, entre hombres y mujeres, con su comportamiento inusual, mostrando libertad en los tradicionales cafés de la Bogotá de los años cincuenta, con sus grandes pasiones al lado de la política y la ipoesía: el cigarrillo, el café, y el cognac.”

Puede decirse que Emilia Pardo Umaña cruzó todos los caminos a través de sus columnas de opinión y reportajes para culminar con el libro “Muerte en la Legación”, relato del crimen ocurrido en la embajada de Colombia en España.

Debo continuar esto que parece ya un recorrido de memorias, con Flor Romero de Nohra quien en sus quince años apenas, llegó a mi casa con la intención de convertirse en aprendiz al lado de mi padre. Así comenzó una amistad que nos sumergió más tarde a las dos en el periodismo y en los años 60 de común acuerdo trabajamos y publicamos el libro Mujeres en Colombia primero y ultimo registro de ciudadanas importantes de nuestra sociedad en distintos campos, entre los años 60 y 70.

Pero mi intención no es remitirme a una historia tan prolongada y tan obvia en cierto modo. Entonces vuelvo a la muerte de mi padre que frustro nuestras esperanzas, pero al mismo tiempo, debo decir, su prestigio nos abrió a mi hermana Maruja y a mí todas las puertas y nos llevaron a ser admitidas en los campos soñados desde la primera infancia: el periodismo y la publicidad.

En mi caso, era como si yo lo pudiera heredar y fue así como el periodista mas famoso de la época Enrique Santos Montejo, hermano del Presidente Eduardo Santos, me dio las primeras indicaciones que yo tendría que reflejar en una crónica

sorpresivamente publicada en la primera página de El Tiempo, algunos días después.

De esta manera comenzó mi aprendizaje que me llevó a todos los rincones del periodismo. Desde la llamada vida social registrada en las páginas calificadas como femeninas, hasta la reportería en el caso de la visita de personajes de fama mundial. Y en mi caso, teniendo en cuenta mi relativo conocimiento del inglés, con traducciones para las páginas literarias.

Pero esta vida llena de contrastes me había llevado a ser no solo espectadora sino protagonista desde niña con mi padre en el Colegio de las Hermanas de la Presentación en su anuncio de la muerte de Jorge Eliecer Gaitán, y más tarde con mis colegas periodistas la dictadura de Rojas Pinilla, y sus golpes a la libertad de opinión , la clausura de El Tiempo y otros medios de comunicación.

Las periodistas, algunas contemporáneas, recibimos no solo aceptación sino espacio y apoyo en los diferentes medios y Luego vinieron para todas, la radioy la televisión:

Al programa Contrapunto en la Radio dirigido por el periodista Jaime Soto por ejemplo, llegamos con colegas como Ofelia Romero de Wills, Consuelo Mendoza de Riaño, y Lucy Nieto de Samper.

.EI 23 de mayo de 1960 un Congreso Mundial de Mujeres Periodistas nos reunió también con Tulia Eugenia Ramirez, Elvira Mendoza, Amparo Gil Ochoa„ Alina Lopez de Rey, Lucy Nieto de Samper, Dora Castellanos, Flor Romero, Sonia Osorio y Nohra Parra.

El regreso de esta experiencia única, nos recibió con la llegada del primer hombre a la luna,

Entonces ya se había consolidado la aceptación de las mujeres en todos los campos del periodismo y con la llegada a El Tiempo de Alfonso Castellanos y sus “Temas y Nombres una sección del periódico de su propia invención, aparecieron también algunos colegas jóvenes entre ellos: Enrique Santos Calderón, Daniel Samper Pizano y Luis Carlos Galán.

Con ellos comenzaría en firme la vinculación del periodismo con la política.

Gloria Pachón de Galán

Lucy Nieto de Samper

Ofelia Uribe de Acosta

Emilia Pardo Umaña

Flor Romero


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