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¿”Querer es poder”? ¿Será suficiente?

Forzar el éxito en búsqueda del dinero, presión por la nota más alta, sobreesfuerzo que genera ojeras y palidez ¿Es esto lo que amamos? No lo creo.

Texto realizado para la clase de Pensamiento crítico y argumentativo II (segundo semestre, 2022-1), con el profesor Guido Tamayo.

Leemos día tras día que las recompensas se reciben cuando se trabaja arduamente. Esta premisa suena, de entrada, bastante convincente, pero no resulta más que un engaño. Un vil e incompleto engaño.

“Querer es poder”, un lema similar al del inicio: consigna magna del instituto del que me gradué. Se gritaba para motivarse luego de fracasar en un examen, o luego de que los profesores anunciaran que los ensayos elaborados por estudiantes descalabraban.

“¡Vamos, chicos! ¡Querer es poder!”

No dudaban en seguir y en nunca rendirse, a pesar de los errores con el trinomio cuadrado perfecto o con el cálculo de los moles de carbono. Pero admito que esa presión por la nota más alta, un tema que estresa y frustra, no ayuda en lo absoluto.

En ciertas ocasiones, el esfuerzo por superar algo a lo que no estamos destinados, que no seremos, acabará con nuestras energías. Nos apagará. Producirá ojeras, palidez. Se involucrará la ansiedad, el estrés.

Tal vez forzar el éxito en física, resolviendo ecuaciones o buscando agujeros negros, no sea lo correcto si la pasión es la escritura, la narración. O tampoco forzar el éxito leyendo libros académicos para alguien que ama el arte y no le apasiona la lectura.

A veces no ayuda decir “Querer es poder”, o quizá sí, pero es probable que lo estemos viendo distinto.

Este es el punto: “Querer es poder” debe ir acompañado con un “pero en lo que más amas”. No basta con presionar para querer conseguir lo que buscamos. Basta con nacer con ello dentro. Basta con esa chispa que brota y sentimos en el corazón. Esa chispa que alegra al espíritu, y que ignora, y hace ínfimo, el pensamiento de los millones utópicos.

Centrémonos en hacer lo que amamos. El resto vendrá.


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