Facultad de Comunicación Social - Periodismo

Carlos Mazalán, el rockero de las comunicaciones

Carlos Mazalán es un auténtico rockero. No de los que tienen el pelo largo, guitarra eléctrica, voz arrastrada y carrera musical, sino un rockero de las comunicaciones. Sin miedo al cambio y atento a lo que oye, fundó una agencia que ha trabajado con empresas líderes del mercado y aprovechó las oportunidades de la pandemia para comunicarle al mundo lo aprendido en la práctica detrás de una pantalla.

Entrevista realizada para la práctica profesional en Conexión Externado (noveno semestre, 2022-1), con los profesores Mónica Parada Llanes y Fernando Cárdenas Hernández.

Su estilo de vida radica en una frase de cabecera de Voltaire: “la suerte llega cuando la preparación y oportunidad se juntan”. Mazalán siente que se había preparado para asuntos importantes sin saberlo. Estudió ingeniería de sistemas en la Universidad Tecnológica, donde se desarrollaban actividades extracurriculares relacionadas a las empresas. “Eso, sin querer queriendo, me llevó a tener contacto con el director de mi carrera”, recuerda al contar que por el director empezó su vida profesional como redactor, luego como director periodístico y, en 1994, se dio la gran oportunidad.

En el día a día en los medios comprendió que en Argentina eran escasas las agencias de comunicaciones y de PR (Relaciones Públicas, en inglés), las cuales podrían ser el brazo articulado que necesitaban los medios para entrelazarse con las marcas. Esa reflexión le dio la idea. Puso manos a la obra y fundó Mazalán Comunicaciones.

Al inicio tuvo 15 clientes, pero al año siguiente llegaron los primeros colaboradores y paulatinamente fue creciendo en un recorrido de 28 años. La tecnología siempre ha sido un pilar para él. Haber estudiado una carrera relacionada con sistemas le permitió estar al tanto de la vanguardia en las tecnologías, saber qué demandaba el mercado y dónde estaban las oportunidades. Asimismo, considera que perder el miedo al cambio es otro componente en su trayectoria, para aprender de los clientes y personas con el propósito de acoplarse a las tendencias.

Esos 28 años de dedicación han dado frutos. La agencia se considera una empresa pequeña, pero ha trabajado con mega empresas internacionales, de la envergadura de Google, Netflix y Mercadolibre, las cuales son “unicornio”, es decir, una compañía que logra generar valor de 1.000 millones de dólares en su primer año de lanzamiento, aún sin haber ingresado a la bolsa de valores y sin contar con un financiamiento de inversionistas grandes. Por cada compañía, él aprende las especialidades que ofrece. Recuerda el caso de San Miguel, empresa argentina productora del 10% de  limones consumidos en todo el mundo. “Aprendí cosas del limón, que no hubiera sabido si no hubiera estado trabajando con ellos”, comenta. La satisfacción generada por aprender de las empresas no tiene precio.

“Cuando uno empieza a crecer entiende que uno forma parte de un ecosistema y esa parte es un engranaje, que si hace bien su trabajo ayuda a que otro engranaje se mueva bien”, afirma Mazalan al reflexionar acerca del ambiente que se teje con las demás empresas, generando una sinergia y colaboratividad entre sí. Al culminar el trabajo cooperativo con una marca, él guarda lo aprendido y agradece por la oportunidad.

Aprendizajes en la práctica

Latinoamérica comparte la lengua española, aunque se diferencia en su jerga. En ese tránsito de trabajar afuera de su país ha percibido la infinidad de variaciones al hablar, “La cachucha colombiana es la gorra argentina o el sombrero, la playera es la remera”. Esas palabras son sutiles al comunicarse y relevantes al laborar con empresas. El poder aprender los términos es una manera para él de tener cercanía con el territorio y aplicar el Global Talk.

“Los individuos somos personas y no somos genéricos”, sostiene Mazalán al enfatizar en la importancia y oportunidad de aprender de la audiencia y del público. No solo ha aprendido en las compañías, durante sus días como docente en las aulas universitarias se enriqueció de los contenidos estudiantiles.

Un desafío fue la pandemia, escenario imprevisto alterando el modo de vida. No obstante, él no se cegó a las restricciones, optó por poner el ojo en las oportunidades. Compró una tela verde para croma, cámara, micrófono y amobló su sitio de trabajo para su nueva locura: RockearLasComunicaciones.net

El proyecto consistió en crear un convergente digital en el cual conversaba con actores e influencers del manejo de las comunicaciones para describir el vasto universo del PR en diferentes formatos con un tono lúdico y divertido. Al inicio, se propuso diez capítulos, aunque fueron once contando el bonus track (con videos, podcasts y textos). Carlos Mañoni -su tocayo- fue su mano amiga que “le siguió la locura”, debido a que fue a quien Mazalán acudió para aterrizar la idea de los contenidos para guiarlos en una perspectiva periodística.

Mazalán reflexiona al decir que “estamos viviendo una aceleración de la curva de la transformación digital. La pandemia nos invita a eso”. El contenido producido tiene las regulaciones de derechos de autor para cualquier persona. Él quiere que sea para toda la comunidad abierta al aprendizaje.

A partir del propio nombre del sitio puso su sello del rock. “No solamente en música, el concepto tiene que ver con sacudir, que lo único constante es el cambio y poder desde el nombre incentivar a esto, a generar dudas, a generar movimiento”.

Rockear las Comunicaciones es capaz de atraer a profesionales de empresas grandes y estudiantes, quienes se adentren en asumir cambios y perder el miedo. Las entrevistas y productos cuentan con referentes y voces experimentadas, logrando para Mazalán diálogos encantadores.

Pos pandemia

La comunicación transmedia no ha permeado para él, debido a que no cree que  se emplee como un recurso, sino como una corriente. “Lo transmedial tiene que ver con utilizar distintos medios que se complementen. Yo lo visualizo como un rompecabezas, lo que digo en un video no tiene que ser lo mismo que digo en el podcast, en el texto o en la redes”. Este lenguaje es más un método o ADN de cómo crear, producir y transmitir contenidos complementados mutuamente. Va fluyendo y él intentó desarrollar una narrativa transmedial, con los resultados esperados hasta ahora.

“Si yo pensara en tener esta entrevista hace cuatro años atrás, si yo no hubiera viajado a Colombia probablemente no hubiéramos hecho esta entrevista”, reflexiona. El primer cambio por el confinamiento fue la red de internet, la cual abrió servicios sin la brecha fronteriza. Del mismo modo, la humanidad adquirió otras formas de relacionamiento, por ejemplo, al momento de comprar algo, el comercio electrónico entró en la conversación y los países modificaron sus logísticas.

También el Home Office fue sustancial para Mazalán. En las oficinas de su agencia, ese modelo de trabajo era beneficioso, por el hecho que no hacía falta contar con una computadora o escritorio fijos. “Genera un reto para los países, para las ciudades, para las grandes ciudades en pro de mejor calidad de vida”, finaliza. No quiere decir que se alegra que la pandemia haya tocado la puerta de las personas, sino que se alegra de tomar lo positivo frente a las adversidades.

Dentro del vocabulario, la palabra engagement le parece maravillosa, dado que es construir relaciones entre personas y marcas. Uno puede hacerse amigo o fanático de una empresa por cómo hacen las cosas o la propuesta de valor ofrecida. Por lo tanto, considera que la comunicación personalizada aporta al enganche. A modo de analogía, expone que cada persona aporta un grano de arena: con la interacción de varios individuos y marcas es posible formar una playa.

En concordancia con esto, la reputación juega un papel crucial para su pensamiento. Según él, se construye a fuego lento y es el resultado de la perseverancia y persistencia. Además, sobre la mesa aparecen otras dos fichas: la ansiedad y la paciencia. La primera la relaciona en la obligación de las empresas de vender o promover algo y la segunda es el camino para tener reputación; en el día a día, no bajar los brazos y no abandonar.  Para eso no se necesita dinero, sino tiempo y dedicación.

“Uno es amo de lo que calla y esclavo de sus palabras”, es la frase que Mazalán concibe al tener cuidado en lo que se expresa con la audiencia, no siendo afanado sino paciente. Por lo tanto, la coherencia manejada en el flujo de mensajes e información de la marca con el público es de sumo cuidado para moldear la reputación y credibilidad.

Mazalán visibiliza el futuro con respecto a la preparación al cambio, entender que hay varios ángulos de algo e ir a la par de las tendencias. También cree en la descentralización del blockchain, de la mano de los avances tecnológicos. Le tienta pensar del metaverso, pero aún está bisoño, aunque le presta atención para cuando llegue a su auge.

Gracias a su experiencia, él recomienda a las futuras generaciones que todo es aprendizaje. Siempre estar abierto a aprender, para tener capacidades de escucha y despertar la curiosidad. “Si uno camina, va a encontrar oportunidades y si uno se prepara, cuando encuentre la oportunidad puede ser el momento de suerte”.

Una de las muchas locuras de Carlos Mazalán se volvió una agencia de comunicaciones, con clientes de toda Latinoamérica. Los ingredientes para crearla y sostenerla fueron la persistencia y aprendizaje. Tener los oídos abiertos y estar abierto al diálogo han sido las mejores herramientas para él, le han permitido conocer de diversidad de áreas, haciendo que ponga el ojo en las oportunidades no vistas por todo el mundo.


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