Facultad de Comunicación Social - Periodismo

Lo que quedó de Armero

Durante los últimos años y después de aquel 13 de noviembre del 85, las ruinas del que fue uno de los municipios más avanzados en el Tolima, han sido la fuente de ingresos de algunos habitantes que rodean Armero.

Editado por: Laura Sofía Jaimes Castrillón

Crónica gráfica realizada para la clase de Introducción al Lenguaje Periodístico (tercer semestre, 2022-1), con el profesor Fernando Adrián Cárdenas Hernández. 

La brujería en el cementerio es de las cosas que más se advierte estando allí. “Almas, venimos a visitarlas, no a interrumpir o hacer cosas malas”, me hizo decir la guía turística antes de entrar. Este lugar, aunque no sufrió por aquella tragedia, es utilizado para hacer cosas profanas, por lo que es casi restringida la entrada.

El icono insignia y por el que la mayoría de las personas visitan Armero es la niña Omayra, a quien le tienen dos altares, cada uno de ellos lleno de cientos de peluches, flores y placas de familias pidiéndole deseos y bendiciones. El comercio permite llevarse recuerdos del lugar, fotos, el documental del hecho, manillas, atrapasueños y demás objetos que ayudan a mantener al lugar con vida.

Las ruinas ahora traen vida, los árboles se adueñaron de las casas, los sonidos de animales siempre están presentes, el pasto se adueñó de los pisos; pero aun así se logran encontrar juguetes, ropa, partes de baño, cocinas y demás objetos que ahora complementan un ambiente lleno de misterio.

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