Le dicen electrobudista
La pasión por el arte y la ilustración nació en las montañas colombianas cuando Adalberto Camperos prestaba su servicio militar.
Perfil realizado para la clase de Taller de géneros periodísticos (cuarto semestre, 2021-2), con el profesor David Mayorga.
Adalberto Camperos, con su esfuerzo y talento, ha logrado sobresalir en el mundo artístico. Ha participado en exposiciones a nivel nacional e internacional llevándose importantes reconocimientos por sus trabajos.
Adalberto le da a las ilustraciones un toque diferente, en algunas maneja lo abstracto y en otras, detalles que lo hacen ver más urbano. Su esencia y forma de ver la vida es lo que lo caracteriza.
Entre el reclutamiento, las reglas y el tiempo libre, la imaginación comienza a ponerse inquieta, al punto de que algo que surgió como una forma de distracción se convirtió en el diario vivir de Adalberto Camperos, artista e ilustrador colombiano.
“Que no me recuerden como el mejor artista, pero sí como el más trabajador”, mencionó el ilustrador Adalberto Camperos en el video que lleva por nombre ARTrack. Apenas tenía 30 años y comenzaba a posicionarse como una de las promesas del arte en Colombia. Con su esfuerzo y talento ha logrado sobresalir en el mundo artístico. Ha participado en exposiciones a nivel nacional e internacional llevándose importantes reconocimientos por sus trabajos. En sus obras no se observan dibujos que son comunes, él les da a las ilustraciones un toque diferente, en algunas maneja lo abstracto y en otras, detalles que lo hacen ver más urbano. Su esencia y forma de ver la vida es lo que lo caracteriza.
En el departamento de Santander, en la parte oriental colombiana, se encuentra el municipio de Barrancabermeja, lugar característico y conocido por ser la sede de la refinería petrolera. Aquel Distrito Especial Portuario vio nacer en 1980 a Adalberto Camperos Duran, un hombre que creció en el seno de una familia conservadora conformada por su madre, padre y hermano. Desde muy pequeño le llamó la atención todo lo que tuviera relación con los cómics, pero nunca tuvo un acercamiento hacia el mundo del arte hasta que tuvo que prestar servicio militar en el Ejército Nacional de Colombia, donde comprendió que al estar en una institución que controlaba gran parte de su vida y su tiempo necesitaba hacer algo para entretenerse en los momentos que tuviera libre. Fue cuando descubrió en el arte una forma para escapar de la rutina, encontrarse con él mismo y conocer que eso era lo que verdaderamente le gustaba.
Con el apoyo de sus padres tomó la decisión de emprender su viaje hacia Bogotá para estudiar Artes Visuales en la Pontificia Universidad Javeriana. A lo largo de la formación se interesó más por su carrera y comenzó a relacionarse con la vida laboral para ir adquiriendo más experiencia en todo lo relacionado con el dibujo, las pinturas en acuarela, el lienzo y la ilustración. Gran parte de su desarrollo profesional lo ha vivido en Bogotá, pero también estuvo en New York donde continuó preparándose académica y laboralmente.
A simple vista, Adalberto se ve como una persona seria, pero en realidad es un hombre con alma de niño que se nota en seguida cuando entra en confianza; aparte de ser apasionado por el dibujo, le gusta aprender cada día algo nuevo: en sus ratos libres es DJ y en su perfil de Instagram cada una de las publicaciones es tal cual como lo describe uno de sus allegados.
– Su personalidad definitivamente es multicolor, igual que sus atuendos, y él es pura buena onda – dice su gran amigo Randy Mora.
Cuando habla de sus gustos menciona que patinar es lo que más disfruta, y no lo dudo, pues cuando tuvimos nuestra reunión virtual en el lugar donde él se encontraba pude percibir de fondo unos patines blancos con una línea azul que se encontraban tirados en el suelo; en varias de sus 187 publicaciones en su perfil de Instagram (@adalberto_camperos) se encuentran varios videos de él disfrutando cada momento que pasa en las pistas de skate que se ubican en el costado norte del Movistar Arena en Bogotá.
Entre sus gustos se destacan muchos otros, pero como toda persona tiene una parte negativa que le causa disgustos: el principal es que, al verse tan marcado por su paso en el Ejército, comenzó a desconfiar de esta institución.
– De ahí en adelante tengo varios problemas con la autoridad, entonces que me digan que hacer y la imposición de cosas me parece como algo en lo que siempre trato de pelear y me da mucha pereza – menciona.
Adalberto o “Beto”, como lo llaman sus amigos, aparte de ser ilustrador y tener diferentes pasiones, es docente de la Universidad de Los Andes hace aproximadamente 15 años. Él se considera un “nerd”, por lo cual la propuesta de ser profesor le llamaba aún más la atención, pues considera esa faceta de su vida como un proceso entretenido y enriquecedor. A través de la docencia puede compartir sus conocimientos sobre el arte con las demás personas y que ellos se lleven una experiencia bonita acerca de todo lo que encierra el mundo del dibujo y la pintura.
Sus estudiantes lo consideran como uno de los mejores profesores del Departamento de Artes de esta universidad; la dedicación, el compromiso y la paciencia que Adalberto tiene con ellos hace que su aprendizaje sea aún más provechoso. Siempre está dispuesto a ayudar y a observar cada detalle de las propuestas de trabajo que le presentan; sin embargo, algunos alumnos se aprovechan de su buena actitud y sobrepasan los límites del irrespeto, pero, aunque se presenten estas conductas, el profesor Camperos disfruta mucho brindarles nuevos conocimientos y crear en ellos el mismo amor que él le tiene a la ilustración y pintura.
En el mundo del arte no lo conocen como Adalberto, sino como Electrobudista, este nombre nace como una contrariedad entre lo antiguo y lo nuevo del siglo XXI, donde la parte electro es todo aquello con lo que se quiere conectar tecnológicamente, y en lo budista se deja a un lado las ciencias de las máquinas, se conecta con un ambiente más natural y universal. Frente a esto, y con lo que pude notar en nuestra reunión, es que él es una persona que se detiene a observar cada detalle de la vida y cómo van surgiendo las cosas, suele analizar muy bien todo lo referente a su entorno para terminar dando una respuesta inteligente.
Entre sus tantas obras artísticas se destacan la del Festival del Libro Parque 93 (2019), las ilustraciones para el libro El otro Simón, de Beatriz Helena Robledo, y una de las más curiosas a mi parecer, las Stonefaces, que son varias piedras con diferentes formas. Cuando Camperos va por la calle o está de vacaciones en algún lugar y se encuentra con una piedra, realiza un tipo de observación y en su mente se imagina qué rostro podría asemejarse a aquella figura que representa la piedra. Hay todo tipo de rostros alegres, sorprendidos, enojados, raros y demás. Con estas piezas demuestra que con cualquier elemento se puede hacer arte; tal vez se vea como algo insignificante, pero cuando cae en manos como las de Electrobudista todo puede cobrar sentido y transformarse en un objeto que, a la vista de otros, les cause curiosidad y de cierta forma apreciar el arte en elementos tan básicos y cotidianos.
La observación muchas veces no puede ser muy notoria, en algunas ocasiones se percibe cómo alguien ve detenidamente cada aspecto de su vida y, de alguna forma, lo plasma en el arte, como Adalberto. Aunque sus pinturas e ilustraciones tienen mucho detalle, hace que el espectador se tome el tiempo para observar y percibir el sentido que el artista quiso expresar a través de esa exhibición.