Facultad de Comunicación Social - Periodismo

Transformación social: la nueva cara del periodismo

¿Cómo, desde nuestro papel como Comunicadores sociales - Periodistas, construimos narrativas que nos permiten aportar a la transformación social? Esta edición de la Cátedra y Premios José de Recasens nos invita a repensar nuestro rol dentro de la sociedad

Nota periodística realizada por la Unidad de Redacción de Conexión Externado (2023-2) para la Cátedra José de Recasens.

Rigurosidad, compromiso e imparcialidad son algunas de las virtudes imprescindibles que suelen evaluarse en los Premios José de Recasens. ¿Cómo definir lo qué es el buen periodismo en la nueva era de la posverdad y la desinformación? Esta nueva entrega nos obliga a plantearnos, como futuros periodistas, nuestro papel en la construcción de realidades.

En la premiación a los mejores trabajos académicos de la Facultad de Comunicación Social – Periodismo se homenajeó la formación de periodistas capaces de contribuir al desarrollo del país y su transformación social. Los Premios José de Recasens, nombre del catedrático colombo español y fundador de la Facultad de Comunicación Social-Periodismo, se han convertido en un homólogo a la excelencia de nuestra labor periodística. En la segunda gala de los premios la categoría de ‘Transformación Social’ ha brillado por su innovación.

Bien decía el periodista gráfico, Joe Sacco, cuando afirmaba que la función del periodismo no se radica solamente en el deber de informar, sino “también explicar, educar y hacer que la gente se cuestione”; antes de preguntarnos cuál es el periodismo que anhelamos realizar, cuando menos es necesario indagar qué es la verdad y cómo transmitirla. Para los futuros comunicadores y periodistas la divulgación de la verdad debe traspasar la documentación del hecho y entrar en las fronteras del compromiso con la audiencia y los actores de la realidad. ¿El fin último? Recordar que ese “cuarto poder” lleva el peso de ser garante de la democracia y, por encima de todo, de evitar ser un periodismo militante, amigo del oficialismo y los intereses privados.

Atrás quedaron los días en los que la función del periodista se limitaba a la búsqueda de la chiva y el informe rápido. Ahora, es más bien inevitable dinamitar el periodismo clásico en uno que de la talla frente a los retos que impone la era de la digitalización; uno capaz de analizar y comprender diferentes realidades, con el objetivo de no jugar únicamente un rol pasivo y expectante, sino uno mediador, decisivo y consciente de una narración multifacética.

No cabe duda de por qué la responsabilidad social fue el eje rector de la Cátedra José de Recasens, en la que sus invitados discutieron sobre las dualidades, dicotomías y complejidades de un oficio encrucijado entre un llamado a la sensibilidad y la regla, ineludible, de la objetividad. De modo que la emocionalidad asume una naturaleza fundamental para extender, tanto en comunicación como en periodismo, realidades locales a públicos globales. Los vínculos empáticos que resultan de una escucha abierta y, sobre todo, sensible, son entonces el único canal hacia un moldeamiento de una audiencia global cada día más consciente de las realidades ajenas.

“La labor del periodismo es reportar con la suficiente profundidad, para que las personas externas lo entiendan”

–Felipe Abondano, periodista de la DW.

El papel del periodismo como cuarto poder de transformación social en la democracia se torna aún más vital. Somos los guardianes de la democracia, aliados de la sociedad y críticos de la realidad. Como comunicadores y periodistas nos enfrentamos a un desafío apasionante y necesario: definir, defender y transmitir la verdad en un mundo atribulado por versiones a medias o alteradas del todo.

Resulta imposible no recordar la invitación de la docente e investigadora crítica María Teresa Suárez al citar la mencionada -hasta el cansancio- frase del cantautor Silvio Rodríguez—“Mirar hacia adentro no cuesta nada”—y, finalmente, no resistirse a contradecirlo: mirar hacia dentro es lo que más nos cuesta.