Facultad de Comunicación Social - Periodismo

De San Victorino a influencer en Tik Tok

Un joven se convierte en influencer mientras vende gorros de algodón en el centro de la capital. Su sueño: ser periodista.

Contenido realizado para la clase de Introducción lenguaje periodístico (tercer semestre, 2021-2), con el profesor Sergio Ocampo.

Maikol es un joven que desde pequeño ha superado las condiciones más perniciosas de la vida: la falta de un padre, la carencia de dinero y la falta de oportunidades que viven los jóvenes en Colombia. Ahora sale adelante con su puesto de gorros, ubicado al lado de la estación de Transmilenio San Victorino, y con sus videos virales de 15 segundos en la red social Tik Tok, en los cuales muestra a sus seguidores su día a día.

Entre el estremecedor ruido de las calles, con una mezcla de insólitos olores, y ese clima bipolar capitalino que empieza con un agotador sol de media mañana y termina con un diluvio como en el Génesis de la Biblia, Maikol, un joven de 20 años, sobrevive con su puesto de gorros de algodón al lado de la Estación San Victorino, en el centro de Bogotá.

Publica videos cortos en la red social más descargada a nivel mundial, Tik Tok. Cuenta con más de ciento noventa mil seguidores y retrata su día de trabajo en su puesto. En su cuenta comparte un mensaje de superación: “ser feliz y hacer feliz a los demás, a pesar de las dificultades que presente la vida”.  

Creció en el barrio Molinos en compañía de sus dos hermanas y de su madre, Claudia. Mientras ella rebuscaba el dinero del día limpiando casas, Maik vivía con el sueño de muchos niños, el de ser futbolista. Sin embargo, a su madre no le gustó esa idea y se desvaneció su anhelo. La falta de una figura paterna lo afectó en ese momento de su vida. Él lo hubiera apoyado así fuera el peor del equipo, al fin y al cabo eso es lo que hace un padre. Como Claudia, a él también le gustaba rebuscarse la plata, vendía dulces en el colegio y en diciembre, papel regalo; eso le permitió comprarse sus cosas. “Desde pequeño fui trabajador”, asegura este joven que vigila su andén y alerta a cualquier transeúnte en peligro de ser robado.

Al finalizar su bachillerato no tuvo muchas opciones. Quería ser profesor de artes, pero no logró entrar a la Universidad Distrital, entonces decidió estudiar contaduría en el Sena. No le gustan los números, pero de algo tenía que vivir. El inicio de la pandemia cambió todo. Perdió su empleo al igual que su madre, pero con los pocos ahorros que tenía logró sostenerse hasta que decidió emprender. Inició con una cuenta de Instagram vendiendo gorros, pero no le fue muy bien, por lo que decidió materializar su negocio en el centro.  “Porque la plata está en la calle”.  Allí conoció a Chucho, su compañero de andén y a quien considera su padre. “Compartimos todos los días de 9 am a 7 pm; nuestra relación se ha fortalecido, nos cuidamos entre nosotros”, dice Chucho alegre mientras mira a Maik.

La cuarentena viralizó la aplicación de videos cortos Tik Tok, y Maik no se quedó atrás con esta tendencia. Creó su cuenta a principio de enero de este año; en esta enseña lo que hace en su día y las extravagancias que suceden en el centro de la ciudad, en una especie de Vlogs de quince segundos.

Uno de sus videos más virales es el famoso almuerzo a solo tres mil pesos. El manjar consta de pollo, fríjoles, arroz y jugo. Más allá de la sorpresa de un corrientazo a tan bajo precio, Maik deja una reflexión a sus seguidores, que resulta cliché y tortuosa en algunas ocasiones, pero es el valor que hay que darle a lo poco que se tiene, porque en las calles hay personas que ni un plato de comida pueden costearse.

La viralidad de su cuenta ha cambiado su vida drásticamente, ahora tiene fans que lo saludan en la calle, principalmente gente mayor. Su seguidor número uno es un hombre de 64 años llamado Jorlan, que no se pierde de comentar, darle like y compartir todos sus videos, dice: “es el tik toker más humilde y original”. También la exposición de su cuenta hizo que llegara Emily a su vida, su actual pareja. Ella ama las sonrisas que genera a sus seguidores, el trabajo social que hace su novio por internet: las chocolatadas que organiza, en las cuales reparte en diciembre chocolate con pan a sus compañeros informales que trabajan duramente en una época de unión, y la recolección de mercados que entrega a los nuevos compañeros que llegan a trabajar, que regresan a casa sin vender nada. “Es extrovertido, me encanta su actitud, es una persona transparente, buena, yo lo apoyo en todo lo que hace”, cuenta Emily quien trabaja a unas cuadras de Maik.

A pesar de la abrumadora fama que va en ascenso, su humildad no cambia. Un manager le propuso un jugoso contrato por más de doscientos millones de pesos a cambio de darle un giro a su contenido y a su estilo de vida. Él se negó rotundamente, porque ve en el centro de la ciudad su vida: sin ese lugar no hay emoción. Incluso su madre se preocupa por el cambio que el medio digital puede causar en él. “Recibe malos comentarios a diario; me preocupa que lo dañen”, señala Claudia.

Maik sufre de depresión, la ausencia de su padre y los duros días de trabajo lo hacen sentirse solo. Pensó en acabar con su vida, pero una visita a un centro cancerológico cambió su parecer. Mientras él quería terminar con todo, otros se aferraban fuertemente a la esperanza de sobrevivir. Su ascenso en redes abrió un nuevo sueño en él, el de ser periodista, estar rodeado de cámaras y micrófonos, vivir de lo que disfruta. Esta pasión fue percibida por Juanita Gómez, periodista del Canal Caracol, que invitó a Maik a ser parte de un reportaje acerca de la falta de oportunidades que hay para los jóvenes en Colombia. Él dice: “A mí me gustaría estar en un salón aprendiendo de lo que me gusta hacer, pero acá en Colombia no hay apoyo, y estudiar no me asegurará una estabilidad. Todo mi conocimiento es empírico y me ha funcionado y me ha ido bien”.   

Vendrán más sueños por cumplir para este joven que como muchos se atreve a soñar en un país donde hay una gran barrera de desigualdad construida por el Estado, que les limita su paso a una vida digna. Maik es uno de esos jóvenes que trata de escalar ese vertiginoso muro; cada paso lo acerca a cumplir esos sueños que se le derrumbaron por su desdichada situación económica y emocional.