Facultad de Comunicación Social - Periodismo

‘Caliche’ Gutiérrez: una vida de paradojas

¿Qué hay detrás de Carlos Gutiérrez, el actor que siempre protagoniza el malo en las novelas y obras de teatro?

Perfil realizado para la clase de Taller de géneros periodísticos (cuarto semestre, 2023-1), con la profesora Laila Abu Shihab. 

1 de septiembre del 2001. 8:00 p.m: ¡Luces, cámara y acción! 

La noche dio inicio a la obra de teatro que muchos esperaban. “En la diestra de Dios Padre” se estrenó en el Teatro Libre de Bogotá hace veintiún años y medio. Fue todo un espectáculo. La historia, la música clásica, la elegancia de la escenografía y, en especial, el profesionalismo de los actores que se presentaban en el escenario sorprendieron al público que los acompañaba durante esa fría noche. 

El misterio se apoderó del lugar. De un momento a otro, todo se oscureció. De repente, entre las sombras, un gran sombrero apareció. Quien lo portaba era delgado y medía un metro sesenta y ocho de estatura. Vestía camisa blanca, pantalón negro y ruana café. Sus pies estaban descubiertos y sus manos reposaban en el bastón que lo acompañó durante toda la función: así fue la primera presentación de Carlos Humberto Gutiérrez Rangel en el mundo artístico y actoral. 

Este hombre apareció en la tarima haciendo el papel de un viejo limosnero que no tenía que comer y, al final, apareció como el diablo avariento a causa de los excesos que poseía. Esa noche Carlos protagonizó dos papeles en una hora y se apropió de dos personalidades diferentes en menos de treinta minutos. Sí que fue todo un éxito. A partir de allí, su carrera empezó a crecer. 

Luego de haber sido parte de la escuela de formación de actores del Teatro Libre de Bogotá en el 2001, Gutiérrez inició su carrera artística. Quienes estudiaron con él lo recuerdan como un hombre flexible que tenía un gran amor por las acrobacias. Jorge Giraldo, uno de sus excompañeros, dice que Caliche -como le decían de cariño- daba un toque especial a sus personajes gracias a las habilidades corporales que tenía. 

Con su piel blanca, su cabello gris, sus ojos color miel y la candonga plateada que siempre llevaba en su oreja izquierda, Gutiérrez resaltaba en cualquier obra en la que actuara. Su risa escandalosa y la forma en la que arrugaba su nariz cada vez que algo le molestaba hacían que fuera imposible desapercibir su presencia. Hay quienes dicen que todos cambiamos con el tiempo, pero en el caso de Carlos no es así; su esencia y sus costumbres siguen siendo las mismas. 

Gracias a su talento, este hombre empezó a participar en más presentaciones y a darles vida a muchos personajes. Aunque estuviera iniciando, disfrutaba del proceso. Cada vez que se aprendía un texto sentía que su cerebro recibía un regalo. Veinte años después, continúa gozando del mismo sentimiento. 

Luego de mucho aprendizaje, el actor se autodefine como una persona auténtica y romántica, pues siempre hace las cosas desde el amor. El mismo amor que lo ayudó a superar las dudas y obstáculos que surgieron a lo largo de su camino artístico. Cali -otro de los apodos por los cuales era conocido- recuerda que, durante su estadía en el espacio teatral, el área de la televisión era rechazada en su totalidad. Solía decirse que trabajar allí era una manera de atentar contra su carrera artística, por ello, nunca consideró ser parte de esa industria. Sin embargo, luego de siete años, el nacimiento de su hija lo impulsó a dejar de lado los estigmas y enfrentarse a nuevos retos. Uno de ellos fue actuar en el lugar donde le dijeron que no debía hacerlo. 

“Cuando empecé a hacer televisión, mi primer personaje era un habitante de calle que siempre andaba con un perro. Ese perro ganaba más de lo que yo ganaba”.  Carlos destaca que esto ocurrió en el 2008, cuando representaba a Silvio Silva en Cámara Café, una producción del Canal Caracol. Adicional a ello, afirma que, aunque no llegó a sentirse mal, esta situación representó un choque que lo hizo entender la relación entre la industria y el negocio. Carlos había entrado a un campo laboral en el cual ser actor e interpretar un personaje representaban dos cosas distintas. Hoy en día, sigue siendo así. Se trata de un espacio en el que los estereotipos tienen una gran importancia, pues, de acuerdo a los estándares impuestos por la sociedad, se selecciona el papel y la importancia del personaje. 

A Gutiérrez siempre lo han seleccionado para protagonizar papeles de humor y comedia. En Las Hermanitas Calle, La mamá del 10, Pa’ Quererte, Chichipatos, El paseo 4, El País más feliz del mundo, entre otras obras del medio audiovisual, la audiencia ha podido verlo como el personaje que se destaca por sus chistes y su inusual forma de ser. Carlos expone que a lo largo de su carrera, pocas veces ha interpretado un papel que no sea el de criminal, el aguafiestas de la historia o el chistoso del cuento. Cosa que no le molesta en lo absoluto, por el contrario, lo considera un honor. Este actor no delira por ser el protagonista o el príncipe de cada una de sus obras. Le basta con saber que se encuentra fabricando sueños y creando ficción. 

Luego de 24 años de trayectoria, Caliche sigue insistiendo en sus sueños. Sigue presentando castings, sigue preparándose, sigue aprendiendo, y, sobre todo, sigue aceptando la voluntad de ‘una divinidad’ que lo trasciende. Como si se tratara de una inteligencia todopoderosa que lo utiliza para cumplir un propósito en la tierra, agacha su cabeza, se pone de rodillas y dice: “que se haga tu voluntad”

Cada mañana se levanta temprano, reza el rosario, hace ejercicio, ensaya sus textos, trabaja su técnica y deja que el de arriba haga lo suyo. Aunque dedica una gran parte de su vida al trabajo, nunca se olvida de quienes quiere. Se encarga de hacerles saber a sus familiares, amigos y colegas que estará ahí por si lo necesitan, pues, así como él lo dice: “Cuando uno quiere a alguien, hace todo lo posible para que sus sueños se cumplan”. 

Carlos da todo lo necesario para que quienes lo rodean estén bien. En especial si se trata de su ‘niña consentida’. A sus 17 años, Hanna, su hija, dice que tiene un gran padre, pues la escucha, la acompaña y la aconseja cada vez que lo necesita. Todas las mañanas le recuerda lo mucho que la ama y por ello, la inspira a cumplir sus sueños. Esta adolescente se siente acogida cada vez que está a su lado. Afirma que le encantan las tardes frías porque son la excusa perfecta para preparar palomitas de maíz, recostarse en el sofá de su casa y ver una película animada al lado de su padre. Hanna es la más feliz cuando se trata de compartir tiempo juntos. 

Por su lado, Cali expresa que este sentimiento es recíproco; también es amante de compartir tiempo con los ‘suyos’. Le gusta que su casa esté llena de personas cercanas a él. Cuando recibe un invitado, le da un abrazo acompañado de un ‘me alegra que estés aquí.’ Este hombre se encarga de que sus visitantes se sientan cómodos, por ello, hace todo lo posible para entretenerlos y brindarles un espacio acogedor. Los invita a sentarse en el sofá que conforma su sala hace 10 años, el mismo sofá que ha sido testigo del sinfín de historias que allí se han contado. Luego de que las personas se sientan allí y dialogan por un buen tiempo, Carlos los invita a comer y, mientras tanto, interpreta algunas canciones -generalmente de pop – en su guitarra. Al parecer, la gente no conoce que es músico. Carolina Cubides, su mánager, afirma que cada vez que lo visita, disfruta de estos espectáculos: “Como es muy sentimental, canta e interpreta su guitarra con el corazón. La mayoría lo conoce como actor, pero no como músico. Es algo hermoso”. 

Y si de talentos hablamos, Carolina Ramírez, su exesposa y una de sus mejores amigas, afirma que otro de sus dotes es el orden. El actor organiza cada parte de su casa y de su rutina diaria todas las mañanas. Pone su día en manos ‘del de arriba’ y como si se tratara de una tarea obligatoria, procede a escribir las actividades que debe llevar a cabo en el transcurso de la jornada. Por lo general, cumple con el itinerario que estipula; cuando no logra hacerlo y las cosas no salen como él espera, busca expresar lo que siente al respecto. Es buen comunicador. Expresa lo que no le gusta, dice por qué no le gusta y expone sus puntos de vista. 

Respecto a ello, Hyalmar Mitrotti, director de ‘María de Buenos Aires’, obra teatral en la cual Carlos actúa en el teatro Jorge Eliécer Gaitán, afirma que la capacidad del diálogo convierte a Carlos en el miembro ideal de un equipo; siempre busca hablar con sus compañeros y es atento. Por otro lado, destaca que Gutiérrez también se caracteriza por adueñarse de sus personajes y no tener miedo a explorarlos, lo que en algunos casos resulta contraproducente porque, a veces, se apropia tan bien de su papel, que esto le genera repercusiones en su estabilidad mental. Mitrotti recuerda que, durante todos los ensayos, Carlos tuvo una barba ‘espesa’. Perfecta para su personaje. Sin embargo, por un contrato en televisión, días previos a la primera función, tuvo que cortársela. Este hecho le generó una gran crisis de identidad. 

Aunque el desarraigo de su barba lo llevó a sentirse en un estado de ‘desnudez’, esto no fue del todo malo. Mónica Danilov, su compañera de obra, comenta que este hecho lo llevó a aceptar su vulnerabilidad y fragilidad en los escenarios. Aunque con el tiempo Gutiérrez aceptó la situación, admite que aún hay ‘batallas’ que le pesan. Caliche suele apropiarse tan bien de su papel, que a veces, no puede evitar que lo laboral se mezcle con lo personal. Este hombre representó a Fermín Vargas en ‘Las Hermanitas Calle’, un personaje que se caracterizaba por su déficit de atención y su dificultad de enfocarse en una sola actividad. Carlos admite que, a veces, al igual que este personaje al que representó, también se le dificulta concentrarse. Sin embargo, afirma que se encuentra trabajando en ello. 

Este actor al que le cuesta aceptar que las cosas no siempre salgan como él quiere, trabaja a diario para convertirse en su mejor versión. Nunca se arrepiente de nada, agradece todo lo que su paradójica vida le depara. Tampoco les presta atención a las dificultades que se le presentan, pues sabe que, aunque la vida y la industria son ‘crueles’, él no lo es. Aunque conoce las preferencias y estándares de belleza que su trabajo establece, prefiere destacar lo bueno de cada papel que representa y aprender de ello. 

Pese a que, en la mayoría de sus obras, Carlos hace un papel de malo, quienes lo conocen afirman que tiene un buen corazón dispuesto a dar sin esperar nada a cambio.