Brújula moral
La fotografía da voz y luz a lo oculto, capturando luchas y transformando realidades. Es más que arte, es una herramienta de cambio.
Editado por: Laura Sofía Jaimes Castrillón
Ensayo realizado para la clase de Fotografía ( Segundo semestre – 2024 ll), bajo la supervisión del profesor Jairo Iván Orozco Arias.
En situaciones de crisis los fotoperiodistas, generalmente, nos encontramos arrinconados por la impotencia. Siempre se debe considerar el dolor ajeno, tomar fotografías de cadáveres sin consentimiento de los familiares es inaceptable. El fotorreportaje no solo se trata de capturar el momento, también implica tener empatía hacia las víctimas. No podemos detener una guerra, ni revivir a los muertos, ni proteger a aquellos que están en peligro sin convertirnos en objetivos nosotros mismos. Elegir nuestras batallas es crucial, y a veces la decisión más responsable es retirarse. Pero, ¿vale más una fotografía que la vida? ¿Debemos permitir que el egoísmo y la necesidad económica sobrepasen la dignidad de los más vulnerables?
Un aspecto fundamental es la imparcialidad en la prensa. A menudo, lo que vemos y sentimos es ineludible; no podemos simplemente despojarnos de nuestras emociones. La verdad y el respeto son el pilar de la responsabilidad de un fotoperiodista.
La película “Bang Bang Club” me generó sentimientos encontrados a través de sus diálogos breves y acciones concisas que complementan a las palabras. Plantea interrogantes sobre el valor del reconocimiento frente al valor de la vida. La decisión del fotógrafo de ir en dirección opuesta a la multitud de periodistas simboliza la lucha interna que enfrentan muchos en esta profesión.
No se trata de la inacción en el fotorreportaje; estamos narrando historias. Esta película, más allá de cuestionar la empatía, ofrece una visión de las decisiones morales y éticas que deben tomarse. No todas son fáciles; existe una escala de grises que complica la elección. La pregunta no es si es adecuado o no, sino: ¿por qué no contar la historia?
Como fotoperiodistas, somos personas primero. Si tengo la oportunidad de ayudar a alguien sin arriesgar mi vida, es mi deber intentarlo, especialmente si se trata de un ser humano en una situación crítica. La pregunta es: ¿qué se gana con ello? ¿Reconocimiento? ¿Admiración? ¿Y qué pasa con el que ya no puede hacer nada? Es un dilema constante.
Mostrar imágenes gráficas no es inherentemente malo; estas pueden impactar al público y, a su vez, obligar a los gobiernos a actuar. La verdad, aunque incómoda, puede catalizar el cambio. Lo que no se muestra a menudo es lo más importante. Sin embargo, todo esto parte del conocimiento técnico: entender la luz, el ISO, el diafragma y la velocidad de obturación es esencial. La teoría fundamenta la práctica. Quizás una gran fotografía es aquella que provoca preguntas e inquietudes, que nos mueve a actuar frente a injusticias.
Kevin dice: “Pero no a todo el mundo le va a gustar lo que ven. Tienes que entender que quizás quieran matar al mensajero”. Y es cierto. No todos estarán de acuerdo con lo que se muestra, pero la realidad debe ser visible para provocar un cambio. Los fotógrafos tenemos el poder de decidir qué contar y qué no; esa es nuestra mayor responsabilidad.
La paz no se logra solo con armas; con ellas se continúa la violencia. Morir con los ojos abiertos, sin que nadie cuente tu versión de la historia, es una injusticia. Pero podemos marcar la diferencia mostrando al público una realidad silenciada. La verdadera transformación comienza cuando decidimos contar lo que otros prefieren ignorar.
La fotografía es una herramienta de empatía, es una danza que ocurre entre fotógrafo y sujeto, busca la esencia humana a través de un momento efímero, no se trata solo de capturar imágenes; se trata de transmitir mensajes que transforman la perspectiva del observador. La cámara es una herramienta, pero su objetivo es comunicar sentimientos, historias.
Los detalles canalizan las emociones: el fondo, el rostro, la textura. Detrás de cada imagen hay una historia. El diseño y la composición son las bases fundamentales para transmitir dicha historia. La esencia está en capturar el alma del sujeto, no solo su imagen; hay que ver más allá de lo evidente. Un buen retrato hace que el espectador se conecte emocionalmente. ¿Cómo llegas a la gente? ¿Qué métodos utilizas para que tu mensaje resuene? No se trata únicamente de los ojos, sino de la mirada; la intención y la dirección que el fotógrafo elige.
La empatía es crucial, permite transmitir una historia de manera auténtica. La conexión emocional es el hilo conductor de toda fotografía. El fotógrafo puede construir puentes entre el público y realidades silenciadas. Provocar un cambio sólo es posible haciendo visibles los problemas ocultos.
Al ver películas como “Platón” y “Bang Bang Club”, aunque tienen diferentes perspectivas, llegué a la misma conclusión: lo más importante no es lo que se dice, sino lo que no se está contando. Es deber del fotógrafo ser el puente de realidades aparentemente distanciadas. Al contar historias que impactan, los fotógrafos influyen y provocan cambios. Platón, como fotógrafo, recalca que la fotografía no solo es un medio de expresión, sino un vocero del cambio. Como mensajero de injusticias, la cámara es solo una herramienta; el fotógrafo es el puente de la visibilidad.
En ambas películas se presentan contextos de injusticia social donde las fotografías pueden impulsar la empatía de los espectadores; de ahí procede la tesis de que la fotografía es un catalizador para la acción. La imagen no debe ser sólo apariencia. “Platón” se enfoca en retratar el alma a partir de la simplicidad de las imágenes, evitando a toda costa el ruido visual, para lograr una mayor comprensión de la esencia: el alma humana. Cuando se muestra el retrato de una mujer abusada sexualmente y logra tocar a la audiencia, ese poder es el núcleo de la fotografía. Por un lado, “Bang Bang Club” describe situaciones críticas que cuestionan el norte de la brújula moral de los fotógrafos.
La fotografía es una herramienta del alma; es una oportunidad para mostrar situaciones o personas ocultas, dar voz, dar luz y capturar la esencia del ser humano, así como cada una de sus luchas. Esa conexión entre imagen y espectador, o sujeto y fotógrafo, transforma realidades. La fotografía no solo es arte, sino también máquina de cambio. La responsabilidad del fotógrafo crece cada día más con la ubicuidad de las imágenes. La realidad documentada no es la única función de la fotografía; tiene también como propósito cambiar perspectivas y mover realidades, creando, de igual forma, espacios de escucha activa para las comunidades más vulneradas. En una última instancia, la cámara es el lienzo y la realidad, la pintura.