Lágrimas, sudor y sangre
El baloncesto se convirtió en su compañía y armadura durante su proceso de rehabilitación, convirtiéndolo en un estilo de vida que lo llevó a las puertas de los juegos más importantes del mundo.
Reportaje realizado para la clase de Taller de Géneros Periodísticos (cuarto semestre, 2019-2), con el profesor David Mayorga.
Iba cayendo el verano de 2012 en el viejo continente, luego de una temporada continental, con la Eurocopa en Polonia y Ucrania con la selección española como campeona y unos Juegos Olímpicos en los que nuevamente Usain Bolt y Michael Phelps acapararon todas las miradas del mundo, y entonces llegaba el turno de 4.200 atletas paralímpicos que querían alcanzar la gloria en los mismos escenarios en que sus ídolos, unos días antes, habían escrito la historia.
El Basketball Arena de Londres abría las puertas para el debut de la Selección Colombia de baloncesto en silla de ruedas en los Juegos Paralímpicos, ante Polonia. La conmoción del público ponía cada vez más nerviosos a los diez basquetbolistas cafeteros, quienes no creían que sus nombres estuvieran escritos en la pantalla de aquel coliseo donde Lebron James, figura de la NBA, había ganado la medalla de oro. Quedaban solamente seis minutos del último cuarto y la diferencia era de 12 puntos a favor de la selección polaca. Germán, el alero colombiano, pedía el balón para buscar un lanzamiento de tres puntos, dispuesto a realizar el tiro que definiera el destino del partido. Sin embargo, era casi imposible alcanzar a su rival, el tiempo estaba en su contra. Y así fue, finalmente el marcador terminó 45 – 63, pero para el equipo colombiano quedaba la satisfacción de haber dejado la última gota de sudor en el campo.
Germán García tiene 45 años, 23 de ellos ha permanecido postrado en una silla de ruedas luego de que un arma de fuego se accionara durante un robo, quitándole la capacidad de caminar. Fue un amigo suyo el que lo vinculó a encontrar una solución en el baloncesto para reforzar su rehabilitación, lo cual le permitió continuar con su vida activa después del accidente. Sin embargo, esta situación fue un impulso para él, pues a partir de aquel fatídico día comenzó a abrirse camino en la vida deportiva.
“Para entrar a la Selección Colombia fue un proceso muy largo, uno debe comenzar por clubes y debe haber un proceso para integrar una liga. Me llevó 10 años hacer parte de la Selección”, dice ‘papá Pitufo’, seudónimo de Germán, quien inició por este camino con la formación de un club de baloncesto llamado Tradiscol; posteriormente comenzó a hacer parte de otros clubes como Frapon, y poco a poco, entre torneo y torneo, se fue dando a conocer en este mundo del básquetbol hasta llegar ser uno de los 12 mejores jugadores de Colombia.
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El baloncesto en sillas de ruedas nace luego de la Segunda Guerra Mundial gracias al neurólogo Ludwig Guttman, quien creó un programa de rehabilitación para las personas que habían quedado con alguna discapacidad física después del conflicto bélico, adaptando ciertos deportes a la modalidad de sillas de ruedas. Fue hasta el año 1960, en Roma, donde se crearon los Juegos Paralímpicos, que tuvieron la participación de 400 atletas de 23 países.
Las reglas del baloncesto en sillas de ruedas son similares a las del convencional, prevaleciendo las dimensiones de la cancha y la altura de las canastas. Asimismo, se tienen en cuenta los diversos grados de discapacidad que tienen los jugadores. Su ayuda técnica, la silla de ruedas, puede tener de 3 a 4 ruedas, dos ubicadas a los lados y el resto, al frente.
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“Mi sueño era llegar a unos Olímpicos o a un Mundial, pero a mucha gente le parecía descabellado, creían que era una utopía”, expresa Germán, quien luego de un arduo entrenamiento que le costó lágrimas, sudor y sangre pudo, junto a la Selección, ser preseleccionado para participar en los Paranacionales de Guadalajara, ganando un cupo para competir en los Juegos Paralímpicos de Londres 2012. Para él, esa fantasía lejana se convirtió en una realidad al pisar la capital de Inglaterra. Jamás pensó que de ahí en adelante vendría para él una racha de victoria, pues fueron años consecutivos de campeonatos ganados, entre ellos interligas, nacionales, Juegos Centroamericanos, Copas América y la participación en el Mundial de Corea de 2014. Fue después de esta competición deportiva que decidió retirarse de la Selección de Colombia, entendiendo que su paso por este sueño había terminado. No obstante, este no fue el fin de su carrera deportiva, pues se vinculó a la Selección Cundinamarca.
Para Germán, existe una gran diferencia entre los jugadores recreativos a los de alto rendimiento debido a que su entrenamiento es mucho más intenso, teniendo prácticas de dos a tres veces por semana, alternando la destreza de lanzamientos con dos horas de gimnasio diarias, logrando activar aproximadamente entre 1,5 y 1,8 litros de sudor por hora. Para él la clave del éxito es la disciplina que emplea cada deportista para alcanzar sus metas, por esta razón muchas veces realiza atletismo en su silla convencional, consiguiendo hacer de 15 a 20 km, donde la cantidad de sudor expulsado puede aumentarse, pues liberan alrededor de 10 a 15 litros de secreción.
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Para muchas personas consolidar el deporte como su fuente de ingreso es bastante difícil, pues muchas veces el apoyo y estímulos por parte del Gobierno colombiano son nulos. No obstante, hay una concesión de incentivos económicos concertada bajo la ley 1389 de 2010 y reglamentada en la resolución 351 de 2011, pero es solo para los deportistas y entrenadores que obtengan medallas de oro, plata o bronce. Aunque haya este tipo de amparo, se genera una gran brecha por la falta de reconocimiento y ayuda al no acoger a la totalidad de los hombres y las mujeres que realizan alguna participación representando a Colombia en torneos nacionales e internacionales que no obtienen alguna medalla.
Albeiro Angarita, miembro de la Liga de Voleibol de Bogotá, ha sido testigo de cómo el Estado ha retirado sus incentivos por bajar el rendimiento en algún torneo: “En el equipo teníamos un apoyo, pero lo retiraron porque en el último pre-juego no pudimos ser medallistas, pues quedamos de terceras. Ninguno del equipo somos apoyados, ni con transporte. Quizás la única ayuda es la de los uniformes”. El voleibolista tiene la esperanza de que con el arduo entrenamiento que están teniendo para los Paranacionales de Cartagena puedan posicionarse entre el primer o segundo lugar para así recuperar los estímulos económicos.
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Cada atleta paralímpico representa una historia de superación y éxito, como es el caso de Yuli Beltrán, jugadora de boccia desde los trece años de edad. Ella padece una enfermedad metabólica que le causó un daño cerebral con un compromiso motriz severo, pero que a nivel cognitivo es muy bueno pues le permite tomar las decisiones idóneas para llevar a cabo un buen juego.
Esta disciplina, inspirada en el juego italiano de bochas, consta del lanzamiento de pelotas en un terreno de juego con el objetivo de lanzarlas lo más cerca posible de la bola blanca. Aquí tienen participación las personas que padecen alguna lesión física grave, donde se separan en tres categorías: BC1, los cuales tienen poco control del tronco y no pueden caminar en gran cantidad; BC2, pueden caminar, tienen buen manejo del tronco y se comunican con mejor facilidad; BC3, entran aquellas personas que sufren una parálisis y una discapacidad física severa, donde se les brinda un aditamento que, en este caso, es una rampa y el acompañamiento de un auxiliar en el campo de juego que sigue las indicaciones del deportista. Esta última categoría es a la que pertenece Yuli. Su auxiliar es su mamá, Luz Consuelo Reyes, quien desde el nacimiento de su hija se dedicó a su cuidado dentro y fuera de la cancha de juego.
Germán, Albeiro y Yuli hacen parte de aquel grupo de deportistas paralímpicos que lo único que los diferencia de los jugadores convencionales es que tienen limitaciones físicas, las cuales los obligan a tener una ayuda técnica. Ellos crean historias de inspiración y superación, pues no se quedaron en un problema sino a partir de las cenizas y contratiempos salieron bien librados gracias al deporte.
“Lo importante para cualquier persona es tener sueños y luchar por ellos, no interesa las condiciones en que se encuentre uno, pues eso son los retos de la vida, o si no esto no tendría ninguna gracia”, manifiesta Germán, orgulloso y poco crédulo de todo lo que ha logrado en su carrera deportiva, en la que a pesar de la falta de apoyo por parte del Gobierno ha sabido sobrellevar los sube y bajas que se presentan en este camino. Por ahora seguirá alternando su trabajo en el departamento de Seguridad Hospitalaria de Colsanitas con sus entrenamientos preparatorios de la afición que lo ha llevado a recorrer el mundo. Su siguiente parada será la ciudad ‘heroica’ donde competirá en los Juegos Paranacionales.