Facultad de Comunicación Social - Periodismo

Cheque al portador

El ajedrez fue la estrategia que ideó Gerardo para que su arte no fuera desconocido. El juego se convirtió en su sustento.

Perfil realizado para la clase de Taller de Géneros periodísticos (2019-2, cuarto semestre), con el profesor David Mayorga. 

Un olor a pintura y madera se despliega alrededor de toda la habitación, como un perfume penetrante y agradable que la mayoría siente ameno al percibirlo. Desde la puerta hasta el último rincón, este salón de 72 metros cuadrados se encuentra abarrotado de grandes cuadros, esculturas y decorativos tallados en madera, como una galería de arte. Aquel olor, y sobre todo, la textura de este recurso natural fue el que conquistó a Gerardo hace 40 años, pues encontró en esto una nobleza y sencillez capaz de tomarlo y darle un abrazo para que entre sus vetas pudiera plasmar una obra artística.

Lara, como lo conocen en el mundo artístico, es un hombre de 60 años de edad, quien se sumergió en este quehacer a los 17 años. En el garaje de su casa, sus creaciones de madera ocupan un lugar y significado en su vida muy importante, pues las ha ido acumulando con el paso del tiempo y por la falta de dinero para exponer sus esculturas. Para Gerardo, la falta de apoyo del Estado no ha sido un problema para vivir del arte, pues aunque ha habido momentos de frustración por la exclusión, ideó una forma para subsistir y mantener a su familia, mezclando su arte con un producto muy típico de vender: el ajedrez.

Este deporte mental, caracterizado por ser un juego de concentración y estrategias entre dos oponentes, ha conllevado a la creación de torneos mundiales o nacionales para demostrar la mejor agilidad para vencer a su contrincante. La apariencia física de este juego casi no varía, puesto que suele ser destacado por su tradicional color blanco y negro. Sin embargo, aunque se ha mantenido el  típico diseño, el material de elaboración ha ido variando entre plástico, vidrio o madera; asimismo se modifica su precio, oscilando entre los $10.000 y los $800.000.

Con estas 32 piezas y una caja, Gerardo encontró su cheque al portador, ya que al no tener reconocimiento social por sus obras, lo ha podido obtener gracias a la creación de sus ajedreces. “Yo vendo tres tipos de ajedrez, es un producto muy novedoso pues me basé en lo que representa cada pieza. Si es una reina, pues eso debe estar representado en la ficha, pero bajo mi gran pasión que es labrar en madera. La cajas están hechas de sajo y con las raíces sauces hago cada pieza. Además, utilizó una técnica extraída del arte bizantino que es la policromía para darle un detalle más terminado”, explica Lara, quien debido a su labor ha podido posicionarse como un gran vendedor de este juego, ya que sus ventas han traspasado límites bogotanos a límites costeros como Cartagena, donde es su mayor lugar de ventas, dándose el lujo de cobrar entre $150.000 y $1.000.000 por su producto, dependiendo del gusto y de las exigencias del cliente.

No todo es color rosa para los talladores de madera, pues en los últimos años se han promovido restricciones con la tala de árboles por la deforestación ilegal, ya que como asegura el ingeniero forestal William Dorado, aproximadamente más de 120.000 hectáreas de bosques son destruidas al año por grupos al margen de la ley, quienes extraen la madera para sacarla del país y comercializarla de manera irregular. A su vez, el ingeniero afirma que “la madera es un recurso renovable, el cual con procedimientos llevados a cabo por profesionales, se pueden reforestar. Sin embargo, no es un secreto que eso no pasa en un país como Colombia, donde, aunque hay entidades especializadas en estos asunto, al Gobierno le urgen más otras necesidades que ayudar al ecosistema y al medio ambiente que está perjudicado por la ilegalidad”.

Según informes presentados por el Ideam, los datos revelados por el ingeniero son verídicos, pues desde 2016 se ha evidenciado un incremento en la tasa de deforestación del país, pasando de 178.597 a un estimación de 280.000 hectáreas afectadas en 2018, siendo la región amazónica la mayor damnificada. No solo el Ideam es el que respalda estas alarmantes cifras; el Instituto de Recursos Mundiales en su último informe sitúa a Colombia como uno de los países con mayor deforestación en el mundo, destacando que entre los pasados meses de octubre y diciembre se talaron un aproximado de 43.000 hectáreas de bosques.

Gerardo, ante tal situación, ha tomado la medida de comenzar a reciclar muebles o artefactos hechos de madera, para así seguir construyendo su legado. Aunque la indumentaria que utiliza para los ajedreces no la cambia, pues esos materiales y su técnica son los que lo han posicionado como un exitoso fabricante de este juego. Para el tallador, su única fortuna es el conocimiento y para él es más que suficiente poder dejarle esa herencia a sus hijos. Él afirma que es muy posible que toda su obra se revalorice al morir: “Yo solo espero que el Gobierno no aguarde a que me muera para hacer algún reconocimiento, como tiene acostumbrado hacerlo con todos los artistas, que magnifican su obra después de muertos”.

Actualmente, ha disminuido su ritmo de trabajo porque ha presentado algunos problemas de salud, como dolores lumbares por estar permanentemente sentado realizando sus ajedreces. De igual forma dice que no se arrepiente de haber dedicado toda su vida a este arte, ya que se considera un loco soñador que está viviendo de su sueño y que, cuando despierte de él, será cuando parta de este mundo terrenal.