Los casi resucitados marmoleros de los Mártires
Descubre la lucha de los marmoleros de Bogotá a través de la historia de Teófilo Hernández.
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Crónica realizada para la clase de Taller de Géneros Periodísticos (Cuarto semestre -2022 II), bajo la supervisión del profesor Laila Abu Shihab Vergara.
En el barrio Santa Fe de Bogotá, los marmoleros, artesanos que han tallado lápidas durante décadas, ven su oficio en riesgo de desaparecer. La crónica de Teófilo Hernández, un artista que luchó por preservar esta tradición, narra cómo este legado cultural ha caído en el olvido tras su retiro.
A finales del siglo XX, el artista plástico Teófilo Hernández llegó a Bogotá con un propósito: aprender a tallar sobre mármol. Lo que encontró cuando aterrizó en la capital fue una ciudad ajena al valor del oficio de los marmoleros. Desde entonces, ‘Don Teo’ se ha dedicado a resaltar esta labor, creó Festivales y fundó una escuela de artes, pero en 2015, por motivos de salud, abandonó mayoritariamente su lucha. Actualmente los proyectos se encuentran congelados, así como la resurrección de la visibilización de los marmoleros.
En el barrio Santa Fe, localidad de Los Mártires, habitan los marmoleros del Cementerio Central. Por años han sido testigos de la evolución de la ciudad y actualmente están ubicados en la transversal 20 con carrera 19 hacia la salida de la calle 26, bajo de la Avenida Caracas. Ellos han brindado a Bogotá servicios funerarios artísticos en las lápidas de las tumbas durante 100 años y se han encargado de tallar los nombres de miles de colombianos que dejaron este plano. Entre lápidas y esculturas yace una razón para que los seres queridos de los que ya se fueron, vuelvan y no los olviden, todo gracias a estos artistas.
Según la Alcaldía Mayor de Bogotá, este pasaje de talladores surgió en 1970 cuando la Empresa Distrital de Servicios Públicos construyó los locales que están sobre la carrera 19 con el propósito de reubicar el mercado de marmoleros y floristas que estaba en la calle 26. La poco estratégica ubicación física de la nueva locación provocó el inició de la invisibilización de los comerciantes, la mayoría de los floristas se inclinaron por el tallaje de lápidas y la calle se llenó de trabajo de cantería.
Sin embargo, ser marmolero es un oficio de familia. En el sector la gente habla de los Cortés, una familia que durante tres generaciones ha mantenido viva la llama del oficio cantero, provienen de unas generaciones campesinas huilenses y llegaron a Bogotá en busca de nuevas oportunidades laborales.
Wilson Cortés hace parte de la segunda generación de marmoleros. él inició a sus 14 años por gusto y herencia, trabaja como escultor y tallador de piedra y mármol, y en 2013 atendió al llamado de ‘Don Teo’ cuando le pidió ser partícipe de los escultores que conformarían el Monumento Samper Mendoza.
Por su parte, ‘Don Teo’ es un artista plástico de Ibagué, Tolima. Llegó a Bogotá a comienzos de los noventa y se convirtió en un ícono de la localidad de Los Mártires. Desde que se instaló en el sector sintió una afinidad artística inmediata. En lo desconocido halló una chispa inexplicable que le decía que allí pertenecía, supo de inmediato que tenía una labor colectiva por alcanzar con los marmoleros; vino a Bogotá con el propósito de aprender a tallar en mármol y montar su taller de tallaje de madera, pero su vocación de maestro y el deterioro de la comunidad cantera le impidieron concebir una realidad donde no pusiera su granito de arena por el patrimonio de la localidad y las familias que la habitan. Según una joven que vende bebidas por el sector, es un señor fácil de identificar “es mediano de altura, tiene muchas canas, usa pantalones de paño y siempre lleva unas gafas negras cuadradas”.
–Don Teo siempre ha velado por nosotros los marmoleros, desde que ese señor llegó al sector ha dado la cara por nosotros–dijo Henry Barreto, artista plástico y marmolero del Cementerio Central.
–Cuánto proyecto o evento de talla en piedra o mármol ha habido, ‘Don Teo’ ha estado involucrado en eso, se lo aseguro–expresó un empleado de una marmolería del Cementerio Central.
–‘Don Teo’ es un ser maravilloso, es invaluable lo que ha hecho por nosotros los marmoleros– dijo Mauricio Cortés, ingeniero con énfasis en arquitectura y cantero de la familia Cortés.
Después de 10 años insistiendo a los Consejos de Cultura del Sector, el órgano encargado de asesorar a la Administración Distrital, en cuanto a la protección y manejo del patrimonio cultural del ámbito distrital bogotano, en el año 2000 Teófilo Hernández, junto a John Bernal, representante cultural de la localidad de los Mártires, lograron que la Alcaldía de la localidad respaldara la creación de la Fundación Trazos y Garabatos, una entidad sin ánimo de lucro en la que los jóvenes del sector pueden aprender distintas destrezas artísticas tales como el dibujo, pintura, danzas y, por supuesto, talla en piedra y mármol. En el mismo año, tras la persistente persecución a la Alcaldía de la localidad y el Consejo de Cultura, ‘Don Teo’ consiguió la inauguración del Festival de Talle en Piedra y la Flor, un espacio para visibilizar la labor de los floristas y marmoleros. El evento se prestó para incentivar a los habitantes del sector a conocer el patrimonio cultural del cual eran particípes y trajo a gente de otras partes de Bogotá y del país a empaparse de la herencia marmolera.
Entre varios canteros se comenta la admiración y respeto por la herencia italiana del mármol en Colombia. Según varios Canteros de la Zona, como la familia Cortés o Henry Barreto (entre otros que prefirieron no dar su nombre) afirman que los italianos eran de naturaleza envidiosos con sus empleados criollos y aunque son conscientes de que el arte funerario y cantero colombiano está altamente inspirado en la escuela italiana:
–Nosotros aprendimos a los totazos– dijo un marmolero del Cementerio Central.
En el Festival de Talle en Piedra y la Flor entre el año 2007 y 2010 ‘Don Teo’ contactó a los escultores que, según su criterio, podrían trabajar en un proyecto destinado al Centro de Atención Inmediata (CAI) del Samper Mendoza. Entre ellos, del Cementerio Central, el ya nombrado Wilson Cortés, Helber Rodríguez, el veterano Henry Barreto, con 44 años de experiencia, y otros escultores de Colombia y el mundo como: Daniel Contreras, Mauricio Osmar, Nubia Parra, Jorge Leacoott, entre otros.
El propósito del proyecto era hacer un homenaje a las estatuas de San Agustín, ubicadas en el suroeste de Colombia, en el departamento del Huila. La razón de la elección de esta temática se debe a que Teófilo estudió por meses aquellas estatuas monolíticas indígenas (es decir, hechas de una sola piedra). Según la Revista Colombiana de Antropología, estas esculturas agustinianas dan cuenta del contexto histórico indígena del territorio colombiano y los procesos de significación que las esculturas permiten reconstruir, como si se tratara de personas, las historias vitales de estas comunidades. Para mantener vivo el conocimiento que se necesita para preservar estas piezas patrimoniales, Teófilo impuso el tema agustiniano en pro de hacer que las nuevas generaciones de escultureros tuvieran las capacidades de mantener viva esta práctica. La otra temática para las esculturas fue el proceso de independencia colombiano de la corona española, algunos artistas se inspiraron en pinturas históricas ya existentes.
Los Festivales de Talla en Piedra y Flor solían tomar dos meses en los cuales los escultores y floristas trabajaban día a día y la ciudadanía podía ser testigo del proceso. Las piedras con las cuales trabajaron las esculturas agustinianas e independentistas del Monumento Samper Mendoza fueron traídas de Sibaté, Cundinamarca y proveídas por la Alcaldía Mayor de Bogotá. En el caso de Wilson Cortés, él participó con la temática independentista y realizó una escultura que le tomó 20 días terminar, esta representa a la libertad como concepto principal del suceso histórico. Wilson Cortés dice que tuvo libertad creativa a la hora de hacer la figura agustiniana debido a que no debía ser una réplica exacta de los ya existentes.
–Mi segunda lucha fue lograr que instalaran las esculturas, la Alcaldía las recogió, pero quedaron volando varios años, hasta que en el 2011 mis estudiantes y yo las instalamos, fue un momento maravilloso hasta para los que no creían en este proyecto–dijo ‘Don Teo’.
La inauguración del Monumento Samper Mendoza ocurrió un sábado del 2011, el día nadie lo recuerda e internet tampoco tiene la respuesta. ‘Don Teo’ era profesor del programa de Conservación y Restauración de Patrimonio Cultural de la Universidad Externado de Colombia y llevó a sus estudiantes a presenciar la culminación de un proyecto en el que se habían visto investigativamente hablando involucrados.
Detrás del CAI Samper Mendoza posaban las esculturas que habían unido a un barrio que se había empezado a apagar, pero gracias a las insaciables motivaciones de los canteros por volver a brillar, su historia tuvo un buen final. Hernández se sentía orgulloso, el trabajo que le había tomado dos décadas realizar por fin daba frutos, la localidad de los Mártires tenía una nueva cara, una cara que hablaba de esperanza y progreso. La Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte y la Alcaldía de los Mártires hicieron del evento un festín de celebración por la reivindicación del sector y John Bernal, el fiel compañero de ‘Don Teo’, presenció la sonrisa de esquina a esquina que tenía Teófilo.
En el año 2015 Teófilo Hernández decidió retirarse del Festival de Talla en Piedra y Flor por razones de salud, además de que sentía que no tenía la misma energía que antes, quería dedicarse a su familia y a su negocio Marmoles y decoraciones Teo, ubicado en el edificio Athenas, frente a la calle de los marmoleros. En cuanto a la Fundación Trazos y Garabatos, ‘Don Teo’ dejó encargado a Henry Barreto, el expresó que hace lo que está en sus manos, pero desde que Teófilo se tuvo que alejar, las personas dejaron de ir a clase y el grupo de WhatsApp del curso no se volvió a usar. Sin ‘Teo’ la Alcaldía también dejó de lado el festival y hasta la actualidad no hay señales de que vuelva, lo que se suma a la coyuntura de la pandemia del 2020, la cual afectó a todas las familias marmoleras del sector.
–El CAI del Samper Mendoza se convirtió en un punto turístico para colombianos y extranjeros, se hacen ‘tours’ nocturnos o de día, en bicicleta o a pie, la gente llega y escucha los relatos de los marmoleros y guías que les hablan del sector y se llevan una pequeña parte de los Mártires en medio de la diversidad de relatos que suceden dentro de esta localidad–dijo Hernando Morales, farmaceuta de la Droguería Renacimiento de la 22, ubicado en el Barrio Samper Mendoza.
Después de todos los festivales y esfuerzos de ‘Don Teo’ el sector retrocedió, no igual que antes de que llegara Teófilo, pero definitivamente ya no corre la misma chispa de viveza que habitaba en los rincones blancos de las calles llenas de polvo de mármol. Este anciano que no quiso revelar su edad es un hito de la localidad de los Mártires que espera volver a ver al sector con la misma luz de hace unos años.