Facultad de Comunicación Social - Periodismo

Desamparados entre el follaje

Esta crónica fotográfica busca exponer la naturaleza rural de unos ancianos en la provincia del norte de Boyacá.

Crónica fotográfica realizada para la clase de Taller de géneros periodísticos (cuarto semestre, 2022-1), con el profesor Fernando Cárdenas.

El impetuoso sol de un verano eterno calienta las suaves brisas que fluyen por Siapora, una vereda  casi desierta en el norte de Boyacá, con vista al gran Cañón del Chicamocha. No hay más de 30 personas, muchos fueron desplazados por la guerra, otros murieron y los que quedaron fueron los viejos más tercos que se rehusaban a dejar sus tierras. Abandonados por sus familias y el Estado, combaten contra la soledad y la miseria.

Viven solos, sin agua, gas o electricidad. Es la luna, el sol y sus desnutridos perros quienes los siguen a donde vayan, les dan moral. Viven de lo que la tierra les logra dar: los árboles de naranja, el maíz o el plátano. Con 80 mil pesos mensuales, del subsidio que reciben del gobierno, se intentan mantener, pero ahogan las penas en aguardiente o cerveza, recordando a sus familiares que se encuentran en la gran ciudad o sus compañeros de vida que ya no están.

Una de las viejas que vive allá, Rosa María Gómez, aún recibe visitas y la ayuda de sus hijos, come bien y tiene una buena casa que sirve de albergue a los perros de los vecinos que no tienen como sostenerlos. Alimenta a dos hombres que la apoyan con los cultivos: Adriano Avellaneda y Gonzalo Gómez, que llegan a echar chisme de la borracha de Silvina mientras devoran gallina.

En las noches su casa sirve de cantina, Víctor C carga su viejo radio azul y reproduce los viejos temas de Diomedes Díaz, él dice:

  • No lloré cuando se murió mi papá, pero sí cuando se murió el Diomedes. Me recuerda a mi primer amor…
  • Usted sí es bruto- le dice Gonzalo entre risas.

De fondo suena Amarte más no pude. 

  • ¿Hasta qué año del colegio llegó?- le pregunta Adriano a Víctor-. Yo como hasta quinto.
  • Segundo y véame- le responde a Adriano.
  • Más inteligentes somos los que no acabamos el colegio, nos dedicamos fue a la tierrita.

No tienen más que a ellos mismos. Y claro, al alcohol.

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