Facultad de Comunicación Social - Periodismo

“Las elecciones de 2022 serán de coaliciones, no de partidos, ni de llaneros solitarios”

El senador y exprecandidato a la Presidencia por el Partido Alianza Verde, Antonio Sanguino, habla de las elecciones de 2022, su visión de la política colombiana, los retos a asumir y el gobierno de Iván Duque.

Entrevista realizada para la clase Introducción al Lenguaje Periodístico (tercer semestre, 2021-2), con la profesora Laila Abu Shihab.

Antonio Eresmid Sanguino Páez nació el 1 de junio de 1965 en Ocaña (Norte de Santander). La mayor parte de su vida ha transcurrido en el caribe colombiano, específicamente en la capital del departamento del Cesar, Valledupar. Es político, sociólogo y tiene un magíster en Desarrollo Regional de la Universidad de Los Andes y un doctorado en Administración Pública de la Universidad Complutense de Madrid.

En su trayectoria política se destaca por haber sido concejal de Bogotá de 2008 a 2017 y por ser senador para el periodo 2018-2022 por el Partido Alianza Verde, además de miembro de la Comisión Segunda del Senado y copresidente de la Comisión de Paz. Después de aspirar a la precandidatura presidencial de su partido por un breve lapso, hoy es candidato a repetir en el Senado para el periodo 2022-2026. 

A lo largo de su carrera, Sanguino se ha caracterizado por ser vocero de distintas luchas por lograr cambios democráticos en el país. Accedió sin problema alguno a la entrevista y, durante el diálogo, mencionó varios aspectos acerca de su visión de la política colombiana como partícipe activo de la misma, y realizó fuertes críticas al gobierno del presidente Iván Duque. Así mismo, reveló los que cree son sus atributos y cómo esto podría influir en una eventual precandidata presidencial.

Doctor Sanguino, ¿cómo describiría su personalidad? ¿Cuáles cree que son sus principales fortalezas y debilidades? 

Es muy difícil hablar de uno mismo. No suelo hablar de mí en tercera persona, me parece un poco prepotente y soberbio, pero voy a tratar de describir las que creo son mis características. Primero, soy una persona persistente, soy alguien con profundas convicciones en las causas que defiendo en la política, convicciones que orientan y motivan mi vida personal, que reflejan mi formación filosófica y personal. Soy el menor de ocho hermanos y, quizá, eso hizo que creciera rodeado de mucho afecto y de muy buenos valores heredados por mi familia. Me considero una persona relativamente disciplinada, estudiosa y siempre trato de acudir al argumento. Tengo mucho de caribeño, eso me ayuda a que, en las controversias políticas, nada ascienda al nivel de “lo personal”. Finalmente, me considero una persona muy solidaria y afectuosa. Todo eso pienso que es un buen equipaje para enfrentar la lucha política. 

¿Qué opina de que en un momento dado hubiera habido hasta 59 personas aspirando a la Presidencia? ¿No le parece que es una prueba de la falta de consensos que hay al interior de los partidos?

Eso quiere decir que muchos colombianos se sienten en condiciones de ofrecer su nombre para conducir los destinos de la sociedad y del Estado. Venimos de una tradición un poco monárquica, en la que los presidentes eran los hijos de los presidentes, desde la cuna se les inculcaba que habían nacido para ser presidentes de Colombia. Así que hemos roto ese fetichismo presidencialista en nuestro sistema político y hemos pasado de un régimen bipartidista a uno multipartidista. No creo que debamos llenarnos de angustia por tener tantos candidatos; estas elecciones de 2022 serán unas elecciones de coaliciones, no de partidos ni de llaneros solitarios. 

Ahora, esto también tiene un lado negativo. Podría significar que carecemos de grandes liderazgos, excepto en la izquierda que está Petro. Por otra parte, los analistas dicen que la presidencia de Iván Duque ha sido de tan baja calidad, que todo el mundo cree que puede ser presidente. Algo así como “si Duque fue presidente, ¿por qué yo no?”. Pero al final, eso se resuelve con la participación ciudadana en la competencia definitiva: las dos vueltas presidenciales.

Hay quienes argumentan que los partidos políticos en Colombia están en crisis porque el pueblo ya no se siente representado del todo por ninguno de ellos, ¿qué opina de ello? 

Seguramente eso ocurre en todo el mundo, pero las democracias no tienen otra manera diferente de representarse. Hay que modernizar los partidos, acercar los partidos a los ciudadanos y los ciudadanos a los partidos; los partidos tienen que ser, cada vez más, la expresión de la ciudadanía. Sin duda alguna, sin partidos no es posible la expresión de los ciudadanos en las democracias.

Con su larga trayectoria como político, ¿cuál cree que es el principal problema de la política en Colombia?

La violencia política y la corrupción. Si queremos una democracia de más alta calidad, debemos superar esas dos grandes pandemias en la política colombiana. La polarización es el preludio de olas de violencia. Nosotros eliminamos un partido político completo, la Unión Patriótica, con cinco mil asesinatos; y presenciamos el asesinato en serie de cuatro candidatos presidenciales. Hemos tenido periodos de violencia política muy aguda, debemos superar eso y pasar la página. Ese es el propósito de la paz: que nos dejemos de matar por razones políticas.

Y el otro gran problema crónico que tenemos es la corrupción. La ausencia de un sentido público en la actividad política. Una política en manos de clanes familiares que se apoderaron de lo público para colocarlo al servicio de sus intereses particulares. Para mí, esos son los dos grandes problemas que tenemos en la política colombiana. 

¿Es cierto que internamente la Alianza Verde está muy dividida de cara a las elecciones del 2022?

Tenemos opiniones distintas, como las tienen todos los partidos. Vaya y mire el Centro Democrático, Cambio Radical, el Partido Liberal e, incluso, la Colombia Humana y el Pacto Histórico. Todos tenemos discusiones internas, ¿qué tal donde no las tuviéramos? Ahora, en el Partido Verde quizá la discusión es más intensa porque no tiene gerente propietario, ni tiene patrón, ni tiene mesías. Cambio Radical tiene un gerente propietario, Germán Vargas Lleras. El Centro Democrático tiene un patrón, que es el mismo patrón de El Ubérrimo. Y la Colombia Humana tiene mesías, San Petro, o Gustavo Petro, para no hacer uso de la ironía. En el caso del Verde, somos un partido con muchos líderes, mucho más horizontal y, por ende, es más complejo tomar decisiones. Pero todas esas discusiones y opiniones distintas son bienvenidas, al final tendremos que tomar decisiones colectivas.

¿Por qué quiso ser precandidato presidencial por el Partido Alianza Verde?

Yo no tengo ninguna obsesión personal, ni por ser candidato, ni por ser presidente. Yo soy un ciudadano común y corriente, un ciudadano que tiene una función pública y mi único interés es ayudar a cumplir una opción de cambio para Colombia. Así que lo que hago, lo hago con toda la convicción para que la Alianza Verde tenga un candidato. Hoy, el candidato del Verde es mi candidato, como si yo lo fuera. Y si ese candidato sale ganador de la consulta de la Coalición de la Esperanza, es como si yo lo fuera. No es un capricho personal, es una acción, una decisión para contribuir y trabajar en un proyecto colectivo de cambio para Colombia.

Entiendo que no tiene obsesión alguna por llegar a la Presidencia pero, ¿cómo cree que sería Colombia con usted de presidente?

Sería un país esperanzado, un país más optimista. Los colombianos tenemos una enorme capacidad para enfrentar los desafíos que nos esperan y eso significa, primero, trabajar incansablemente por la paz, debemos movilizar a la sociedad colombiana para superar definitivamente la violencia. Segundo, debemos construir un país menos desigual, es decir, debemos construir una conciencia colectiva en favor de los derechos. Para que haya derechos, tenemos que crecer económicamente, tenemos que tener una sociedad productiva. Y para tener una sociedad productiva tenemos que invertir en educación y hay que generar condiciones económicas y sociales para poder dar saltos en nuestro crecimiento económico. Y, finalmente, sería una sociedad responsable, que quiera la vida, que quiera al planeta y que entienda que nuestra principal riqueza es la biodiversidad.

¿Qué opinión le merece la Coalición de la Esperanza? Hay líderes de opinión que consideran que se trata de “una alianza pegada con babas”…

No sé quiénes pensarán eso. Yo creo que hay muchos elementos comunes que unen a quienes estamos en la Coalición. Somos expresiones políticas que representamos el centro y la centroizquierda, no representamos ni la derecha ni la izquierda, que son los sectores que están enfrentados en este escenario de polarización política. Como todo proceso, es una construcción colectiva y eso implica esfuerzo, trabajo, confianza y consolidación. Así que yo no me voy a pronunciar acerca de ese tipo de calificativos porque me parecen muy poco rigurosos, hechos desde el prejuicio. Hay un proyecto que es necesario para la sociedad colombiana porque le brinda la posibilidad de escoger entre las dos opciones que están enfrentadas y polarizadas, y una opción que ofrece un cambio por fuera de esa polarización, que invita a la sociedad a unirse y a elegir sin miedos y sin odios. 

¿Cuál cree que será el mayor reto para quien asuma la Presidencia?

La pospandemia y la construcción de la paz, esos son los dos grandes desafíos. Pensar, como lo están haciendo todos los países del mundo, el camino para reconstruir el país después de estos dos años de pandemia. Y cómo enfrentar la violencia. En Colombia asesinan a un líder social cada treinta y seis horas, ocurren dos o tres masacres por semana, somos el país más inseguro a la hora de defender las causas ambientales y tenemos un problema de narcotráfico que no hemos sabido resolver adecuadamente. Así que esas son las dos principales urgencias que deberá asumir quien se siente en el palacio presidencial a partir del 8 de agosto de 2022.

Para finalizar, ¿cuál es su opinión sobre el gobierno de Duque?

Pésimo gobierno. Duque es un gobernante ensimismado, es soberbio, incompetente y, además de eso, sin vuelo propio. Él depende de lo que él denomina el “Presidente eterno”. En el gobierno de Duque tenemos dos palacios presidenciales, uno es una hacienda en Córdoba y, el otro, es el Palacio de Nariño. Pero tiene más poder El Ubérrimo que el Palacio de Nariño.