Facultad de Comunicación Social - Periodismo

El rincón del Zaperoco

El barrio Rincón del Lago es iluminado por la creatividad de un grupo de jóvenes que usan la fotografía como herramienta social.

Reportaje realizado para la clase de Taller de géneros periodísticos (tercer semestre, 2019-2), con el profesor David Mayorga.

La ciudad es diferente cuando la brillante luz amarilla desaparece. Todo se encuentra en total oscuridad hasta que unas pequeñas luces, amarillas y blancas, se empiezan a asomar. La vista es bellísima, pero en las montañas donde los caminos de arena conducen a barrios misteriosos, como Rincón del Lago, en Soacha, el paisaje poco importa. Sus habitantes esperan ansiosos que la Tierra gire rápidamente para que la gran estrella amarilla, centro del sistema solar, vuelva a iluminar sus calles; porque de día la creatividad e imaginación salen a pasear al igual que todos los niños del barrio, dirigidos por Camilo Parra, quien con el disparo de su cámara busca cambiar la realidad de esta comunidad.

Camilo armó un zaperoco en Rincón del Lago. Todas las mañanas del sábado, aproximadamente a las nueve o diez en todo el barrio, se escucha su voz enérgica e impetuosa. Por medio de una vieja radio, grande y potente, perteneciente a la mujer más importante de la comunidad, doña Gladys González, él despierta a todos los niños y niñas para invitarlos al salón comunal, ubicado al lado de la iglesia gris y brillante construida en latas, en donde Camilo junto a sus amigos Sofía Aguilera, Camila Rivera, Katherine Bothon, María Paula Gómez y Santiago Riaño, les abren las puertas de la fotografía a estos pequeños habitantes. 

Zaperoco Visual Club es el nombre que retumba en todo el barrio y por el cual son conocidos este grupo de amigos. Su objetivo es sensibilizar a los niños a través de herramientas audiovisuales y llevan un año realizando esta labor. Aunque al principio no sabían porqué les apasionaba tanto enseñar y visitar este lugar, con el tiempo lo entendieron.  

“¿Por qué yo vengo acá y hago lo que hago? Al principio yo no era muy consciente de eso, pero ahora creo que es importante abrirles puertas, abrirles la mente, que conozcan otras formas de interactuar con el entorno y también otra ciencia que permita reducir el margen de violencia que tienen”,dijo Camilo Parra.

Sobre el margen de violencia que hay en la comuna cuatro de Soacha existen muchos mitos y leyendas, pero la verdad sobre este lugar es que allí se alojan varias familias desplazadas, como lo indica el estudio del Instituto de la Paz y los Conflictos: “Este ha sido el lugar perfecto para esta población, dada su ubicación estratégica a orillas de la vía de entrada de transporte terrestre, su carácter marginal y la existencia de algún tipo de red familiar o vecinal que les facilita el albergue inicial y les posibilita algunos servicios institucionales”.

Esta situación de violencia y desplazamiento no impidió que estos jóvenes universitarios realizaran su proyecto, por el contrario, los motivó mucho más para generar un cambio. En sus primeras clases esperaban que todo el barrio asistiera, eran tantas sus expectativas que imprimieron tres formatos diferentes para la inscripción de los niños, creyeron que les iba a faltar. Pero desafortunadamente, todos sobraron. Y aunque solo asistieron cinco alumnos, fueron suficientes para que Zaperoco empezará a cobrar vida.

Con la poca asistencia, ellos entendieron que la forma más efectiva para tener éxito era ganándose la confianza del barrio; y así lo hicieron, porque el barrio es doña Gladys González. Ella es edil y líder social, ha dedicado toda su vida a la comunidad y ha logrado convertir a Rincón del Lago en un lugar mucho más seguro. A pesar de que las casas con arquitectura única y singular, construidas en ladrillo, latas y madera que se extienden a lo largo y ancho de las montañas dan la apariencia de un barrio en invasión, peligroso e inseguro, en realidad no lo es. En las paredes se pueden ver murales que no tienen nada que ver con insultos, letras ilegibles o dibujos sin sentido. Estos hablan de sueños y esperanzas, como el de una niña sonriente montando bicicleta, acompañada de la frase “Yo puedo”. 

La confianza de doña Gladys era importante, pero también la de los niños, quienes son sus verdaderos alumnos y ven a Zaperoco en acción. La clave para lograrlo fue la constancia. A ellos no les interesó cuánto tenían que gastar para el transporte, el refrigerio de los niños, el computador o el video beam, estaban dispuestos a hacer cualquier cosa por sus pequeños fotógrafos. 

“La única forma de sacar adelante el proyecto, es a través del compromiso que cada uno de nosotros les ha aportado a las clases, porque ellos se dan cuenta cuando tú preparas una clase, no sabes qué decir o no sabes de lo que estás hablando”, dice Camila Rivera. 

La clase comienza en el salón comunal, en un pequeño espacio cuyas paredes están pintadas con las manos de varios niños, alrededor hay varios carteles religiosos y desde la ventana se pueden ver todas las casas. Cada uno de los integrantes de Zaperoco organiza las sillas y coloca el equipo correspondiente. 

Listo el telón de cartulina blanca para la proyección, ya comienza la clase. Empiezan a llegar los niños y por cada uno de ellos también llega un perro. Todo está preparado, pero solo cuentan con cinco estudiantes y diez perros. Sofía y María Paula explican cómo se hace un guión, porque además de la fotografía también se dedican a los cortometrajes; los cinco alumnos prestan atención y toman nota con una hoja y un lápiz. De repente la clase es interrumpida, y sin pensarlo el salón ahora cuenta con quince niños, quienes se muestran ansiosos por comenzar a aprender sobre producción audiovisual.

Este taller ha generado un gran impacto en los niños y niñas, ahora ven su barrio desde una perspectiva diferente. A través de un lente han captado imágenes que dan cuenta del grave problema de contaminación que hay en Rincón del Lago, este lugar fue construido alrededor de un lago que ahora está lleno de basura, en donde nadan peces de plástico, escombros y deshechos. Y de este cambio habla Camilo: “Ellos viven rodeados de basura y no se daban cuenta, hasta que con una foto llegaron a preguntarse, por qué es así de sucio el lugar”. 

Para los estudiantes de Zaperoco, como Willington Gutiérrez, un niño de doce años a quien le encanta la magia, el curso ha sido genial, la fotografía se ha transformado en un medio de comunicación con el cual logró conocer a sus vecinos, quienes antes pasaban desapercibidos. Además, esta oportunidad lo inspiró para soñar y creer en un futuro mejor.

Zaperoco, a través del curso de cortometraje, busca que los niños creen sus propias historias, imaginen y despierten ese actor, director, escritor, diseñador de vestuario o camarógrafo que se oculta en ellos. Al final de cada curso hay un gran evento en donde se exponen todas las imágenes tomadas por los pequeños fotógrafos profesionales. Toda la comunidad asiste al prestigioso encuentro, allí se ofrecen exquisitas delicias gastronómicas como tortas y empanadas. Las fotografías se venden como pan caliente y cada una de las personas que adquiere una foto tiene en exclusiva la firma del autor. La galería es un éxito, cada niño se siente importante al ver el valor que tiene su trabajo.

Rincón del Lago es un lugar especial y diferente por su comunidad, y Zaperoco Visual Club ha contribuido para que las personas, especialmente los niños, tengan una forma diferente de ver el mundo o por lo menos el barrio donde viven. Este proyecto que nació del corazón de seis jóvenes busca crecer y replicar su trabajo en otros barrios de la ciudad.

Por la noche las personas de Rincón del Lago esperan que el sol aparezca rápidamente, esa luz amarilla que ilumina sus calles para que Zaperoco entre en acción. Pero en realidad aquella estrella amarilla con gran luz está en cada uno de los niños que por medio de las artes audiovisuales iluminan su barrio con alegría y calidez.