¿Y los artistas colombianos qué?
El arte es una labor infravalorada en Colombia, y debido a las restricciones sanitarias creadas por la pandemia del Covid-19, el gremio artístico que ya venía con dificultades está sufriendo graves pérdidas.
Reportaje realizado para la clase de Taller de géneros periodísticos (cuarto semestre, 2021-1), con la profesora Laila Abu Shihab.
“Nosotros fuimos los primeros en cerrar y seremos los últimos en abrir”, son las palabras de Guisella Checa, Secretaria de Cultura de San Juan de Pasto, al referirse a la compleja situación que los artistas están atravesando en el municipio.
El artista colombiano siempre ha aceptado las migajas que se le ofrecen, pues está acostumbrado a que su trabajo no sea valorado económicamente de una manera digna. Artes como la música, la danza, o la actuación nunca han sido un foco laboral de importancia en el país, esto conectado también a la baja demanda que hay y a los altos costos de producir espacios óptimos para el desarrollo del arte.
El problema económico del que habla Guisella Checa no solo afecta a los artistas de Pasto, sino que es una realidad evidente en todo el territorio nacional, como es el caso de la agrupación de música carranguera RumbamBuquianDo que se formó en el 2005 en Tunja y ha ganado reconocimiento en los últimos años. Uno de sus miembros, William Torres, comenta: “Sí o sí hay que ir a buscar la plata. En el último año uno dice “bendito sea Dios que tengo este trabajo como licenciado de música porque ese es mi sustento ahora”. A sus cortos 27 años es cabeza de hogar; tiene bajo su protección a su esposa y su pequeño, por lo que para él ya no se trata solo de sí mismo, sino que ahora tiene la responsabilidad de alimentar a su hijo. Él nos cuenta que antes de la pandemia recibía 4 millones de pesos al mes con RumbamBuquianDo y otros proyectos; sin embargo, debido a las restricciones sanitarias como el cierre de los escenarios y el control de aglomeraciones, sus presentaciones musicales actuales son muy limitadas y generan un bajón económico importante en sus ingresos, llegando a ganar tan solo la mitad de lo que ganaba antes del coronavirus.
En respuesta a situaciones similares a las de William, la Secretaría de Cultura de Sogamoso ha decidido intensificar un programa de Planeación Nacional de ayuda a los artistas colombianos. El secretario Albeiro Acevedo explica que en el departamento de Boyacá se desembolsaron aproximadamente 280 millones en el programa “Estímulos” del 2020 y los artistas recibieron desde 500.000 hasta un millón de pesos. Se beneficiaron 236 artistas, que son parte de una base de datos que no asciende a más de 1.200 artistas consolidados.
El municipio de Pasto también genera incentivos para los 21.225 artistas registrados en esa ciudad. Para la primera etapa se postularon 2.295 artistas, de los cuales 1.211 fueron beneficiarios de las ayudas de 170.000 pesos mensuales por 4 meses. Algunos no pudieron recibirla porque ya contaban con los beneficios del Gobierno Nacional, y uno de los obstáculos para recibir los auxilios es no contar con más de una ayuda a nivel nacional. El requisito base para recibir el incentivo es hacer un video contando las actividades artísticas desarrolladas durante la pandemia, a partir de eso 1.485 artistas recibieron desde 500 mil hasta 2 millones de pesos, valor que se determina de acuerdo con la actividad realizada.
Pasto siempre se ha destacado en la cultura, no solo a nivel nacional, también a escala Latinoamericana; Nariño es un departamento pluricultural. Es una mezcla de cultura andina y del pacífico. Una muestra de esta explosión de arte son los festivales en Pasto y los pueblos aledaños, así mismo, es en el Carnaval de Negros y Blancos donde los colectivos coreográficos y distintas agrupaciones de rock, boleros, baladas, y música andina representan la cultura nariñense. Pasto va más allá de gente que “arranca papas y tiene un acento particular”; es una tierra de arte y de gente dedicada que entrega su vida por la causa artística.
Boyacá no se queda atrás en el ambiente cultural. El folclor del altiplano boyacense muestra la herencia cultural que han dejado los chibchas e indígenas a través de bailes típicos como el torbellino, la carranga y combinaciones de la música campesina popular. Uno de los ejemplos de la expresión artística de esta región es el famoso Aguinaldo Boyacense, celebrado durante las navidades, que se ha consolidado como un evento de Patrimonio Cultural de Tunja gracias a la presencia masiva de público. En este evento y en los carnavales de Duitama se pueden ver los estilos musicales y coreográficos que exhiben con orgullo las agrupaciones boyacenses porque “en la tierrita” hay talento en el arte, y no solo “arranca papas con un acento particular”.
Ervin Galvis, compañero de William en RumbamBuquianDo, asegura que aunque tienen otro sustento por la docencia, ser un profesor de música en la virtualidad no es nada fácil. Él dice que “un guitarrista puede enseñar a través de una pantalla, pero un saxofonista o un percusionista no consigue dar una enseñanza básica de manera remota”. Por eso los músicos que tenían su presentación fija cada mes ahora deben acudir a la familia para enseñarles a sobrinos, nietos, o primos; sin embargo, no todos tienen la habilidad de enseñar y están pasando por grandes dificultades económicas. Muchos de ellos viven del día a día, y andar en la calle ya no es opción porque el miedo al Covid-19 disminuye el flujo de gente que suele transitar, y se corre el riesgo de infectarse por menos de 10.000 pesos. Casi obligado por la necesidad, el artista colombiano ha regresado a los toques bajo los balcones del vecindario, aun así, con todo el mundo metido en sus pantallas, la remuneración de los pocos que salen a observarlos no es suficiente.
El Gobierno colombiano consciente de esta problemática ha buscado dar distintas soluciones, entre ellas se encuentra la línea de crédito “Colombia responde”, de Bancóldex, por $250.000 millones, con tasas y plazos especiales. Gran parte del sector cultural está en crisis, soluciones como estas que dan préstamos a algunos artistas permiten el progreso de proyectos que se necesitan para poder sobrevivir; sin embargo, no todo en el arte es dinero.
Óscar Javier Coral es el fundador de la escuela de formación musical Amadeus y el director de la orquesta de música tropical “La parranda del sur”. A raíz de la pandemia que se ha vivido el último año y la falta de espectáculos, Óscar dice que “más allá de la plata que se pueda ganar por un toque a uno como músico le hace mucha falta el público y dar conciertos que alegren a la gente”, hacer presentaciones virtuales no permite sentir el mismo contacto entre las personas, ni gozar el calor humano que estas experiencias brindan.
Corpocarnaval manifiesta que es prematuro saber cómo se llevarán a cabo los festivales en Pasto y cuándo se podrá volver a los escenarios presenciales, ya que para tomar dichas decisiones es necesario tener en cuenta el desarrollo del programa de vacunación y las medidas que implemente el Gobierno Nacional. A partir de eso se tienen que repensar alternativas que permitan la asistencia del público a los conciertos para que cuando se regrese gradualmente a una “normalidad” estos ya se puedan desarrollar.
Pero la música no es la única que tiene afectaciones durante la pandemia, la danza también lucha para sobrevivir. Ese es el caso de Camilo Nontoa, bailarín y director de una academia de ballet folclórico en Paipa y Sogamoso, quien cuenta que en abril de 2020 se vio en la necesidad de entregar su local porque no había cómo pagar el arriendo. Luego, cuando empezaron a dar clases virtuales, los inconvenientes continuaron, pasaron de tener 80 a 50 estudiantes por temas de conectividad. Camilo aclara que en su academia se manejan grupos de todas las edades y que “el estudiante de menor edad tiene 4 años y la de mayor edad tiene 70 años”, por lo cual un retorno a la academia genera pánico en los cuidadores de los adultos mayores, varios con comorbilidades o parejas con comorbilidades en casa.
La baja de alumnos también provoca un déficit en los recursos, por eso la solución para que la academia siga en pie ha sido una reducción de más del 50% de los ingresos que los docentes y el personal administrativo aceptaron porque es su única fuente de salud, vivienda, comida e incluso techo.
Muchas de las fuentes de ingreso para aquellos que dedican su vida a la danza son las academias que crean, y las vivencias de Camilo son solo una entre muchas. Las academias públicas y privadas participan en concursos y festivales que les permiten ganar dinero, situación que ahora en la virtualidad no se da; hay muy pocos concursos y los que hay no ganan mucho porque la gente no los ve. Nontoa sabe que es un reto lograr que la gente siga conectada con la cultura en estos momentos porque a veces no hay los medios de sentarse frente a un equipo a ver una presentación de baile.
Todavía falta tiempo para que la industria cultural se recupere. La llegada de las vacunas a Colombia no significa que las cosas vayan a volver a ser como eran antes, los artistas del común a diferencia de las grandes celebridades dependen del día a día, y ya va mucho tiempo perdido. Cuando el Covid-19 pase a un segundo plano los artistas tendrán que trabajar duro para pagar las deudas con las que lograron sobrevivir durante la pandemia, y solo después de eso podrán pensar en alcanzar una estabilidad. Ervin, William, Óscar, y Camilo tuvieron que reinventarse en estos tiempos difíciles, meterse la mano al bolsillo y sacar el máximo de su creatividad para aguantar, ahora solo esperan volver a tener buenas épocas y crecer en sus proyectos.
RumbamBuquianDo lleva meses incursionando en el marketing digital para aumentar la visibilidad de sus videos musicales en Youtube, tienen frenada la grabación de su disco con el dinero de la convocatoria Estímulos 2019, y se están enfocando en su trabajo de docentes porque es lo que les está dando de comer. Llevar una banda desde la distancia es casi imposible para ellos, que intentaron reunirse por plataformas virtuales por meses, porque siempre hay un problema. Algunos son la falta de una interfaz buena de audio y la diferencia entre el tiempo en que uno dice algo y el momento en que el otro escucha la palabra, que es un abismo musical enorme. Todos son músicos entre los 30 y 40 años, ya no tienen la presión de la fama juvenil y su anhelo es en cinco años tocar en Europa, Estados Unidos o Bolivia.
La academia de Camilo está empezando con la semi-virtualidad. Los estudiantes que asisten presencialmente son conscientes de que deben respetar los 2 metros de distancia que están marcados en el piso, que tienen que tomarse la temperatura antes de entrar y que la utilización de guantes es obligatoria hasta que salen del lugar. Las ventanas más amplias, la ventilación nueva, y la doble batería de baño que acompaña las toallas desechables y el gel antibacterial son algunos de los cambios visibles en el lugar. Las personas que decidieron seguir bailando desde sus casas reciben material adicional para tratar de compensar la formación que se pierde con la falta de contacto. Camilo confiesa que “a pesar de haber abierto, el temor por el virus no se va”.
El camino hacia una recuperación económica y cultural en el mundo del arte aun presenta demasiados baches. Si por algo se ha caracterizado el artista colombiano es porque está dispuesto a pelear a capa y espada para cumplir sus metas y seguir viviendo de su pasión. Vivir del arte es lo que todos ellos quisieran, y aunque el amor por lo que hacen los ha llevado a superar cada reto, esperan que la pandemia y el encierro les enseñen a las personas a valorar más el arte.