Supersticiones
Para Sofía Canaria la pandemia dejó un mal sabor de boca, pues la presencia de un pequeño espectro convirtió el encierro en una pesadilla.
Filminuto realizado para la clase de Fotografía (segundo semestre, 2020-2), con el profesor Víktor Barrera.
Para muchos el encierro por la pandemia se basó en descubrir una nueva visión del mundo en cuanto a la economía y la convivencia; sin embargo, Sofía Canaria vivió en carne propia una experiencia paranormal durante esta temporada: se trataba del espíritu de un pequeño infante que rondaba por su casa buscando la atención, tanto de Sofía como de su familia. Esto lo hacía por medio de bromas inofensivas, pero el ambiente era pesado y en algunas ocasiones llegaba a ser muy turbio.
La vida de Sofía Canaria en Tunja, antes de la pandemia, era sencilla: estudiaba y tenía la certeza de siempre llegar a su hogar en la noche a tomar un chocolate caliente. Esa tranquilidad cambió iniciada la pandemia, el ambiente se volvió pesado en su casa y las cosas se notaban diferentes, por ejemplo, sus gatos empezaron a tomar una actitud agresiva y alerta sobre lo que pasaba en la casa.
Los primeros días no le dieron importancia, no era un tema relevante. La incertidumbre por la rareza del ambiente no cesaba. Una noche fría, Sofía dormía plácidamente cuando de la nada se despertó y sintió que no estaba sola en su cuarto. En una esquina se escuchaba un sonido muy leve, como de un carro de juguete andando sobre el suelo. Sofía estaba pasmada, no sabía cómo reaccionar pues esa noche no estaba nadie más en su casa.
Estos acontecimientos se volvieron constantes en la casa de la familia Canaria, las cosas desaparecían o cambiaban de lugar sin que nadie se diera cuenta, los grifos de los baños se abrían solos y la situación se tornaba desesperante. El proceso fue difícil, entender qué pasaba y buscar una solución. ¿Pudieron dar un cierre total? Es la pregunta que ronda en la familia desde aquel entonces.