Facultad de Comunicación Social - Periodismo

Una pola pa´ las berracas

Cada 25 de noviembre un grupo de mujeres conmemoran la constante lucha contra el sistema patriarcal en el centro de Bogotá.

Crónica realizada para la clase de Taller de Géneros Periodísticos (cuarto semestre, 2022-2), con la profesora Laila Abu Shihab Vergara.

Antes de morir dijo: pueblo indolente, distinta sería vuestra suerte si conocieras el precio de la libertad. Aunque mujer y joven, me sobra valor para sufrir la muerte y mil muertes más, viva la libertad”. Es lo que se puede leer en la base de la estatua de La Pola, ubicada a un kilómetro de la Plaza de Bolívar, lugar donde fue fusilada a sus 22 años por formar parte de la resistencia al régimen impuesto por el conquistador español Juan Sámano. Su nombre era Policarpa Salavarrieta, ¿o era Polonia? Lo que sí está claro es que era bien conocida como La Pola, que además de ser la cara del billete de diez mil pesos, es hoy símbolo de rebelión y justicia para muchas mujeres.

En el año de 1960 en República Dominicana, época de la dictadura de Rafael Trujillo, las hermanas Patria, Minerva y María Teresa, más conocidas como Las Mariposas o Las Hermanas Mirabal, fueron asesinadas un 25 de noviembre por órdenes del dictador, pues las mujeres integraron diferentes movimientos para acabar con su tiranía. Veintiún años después en Bogotá, durante el Primer Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe, la ONU decide conmemorar la fecha de la muerte de las Mirabal como el Día de la No violencia contra la Mujer, desde entonces cada que llega la fecha, las mujeres marchan por una vida libre de violencias.

Uno de los puntos de encuentro de las marchantes es la entrada por la Calle 26 de la Universidad Nacional a las tres de la tarde. Mientras el resto llegaba, las casi veinte mujeres presentes ponen carteles morados alrededor de la puerta de la universidad con el manifiesto: “Vulva la revolución”. Las autoras pertenecen a Ramada Violeta, una colectiva feminista radical y abolicionista, a diferencia del resto de colectivas, para la marcha ellas visten en su mayoría de negro.

Ya cuando hay alrededor de setenta marchantes, una integrante del movimiento Impulso Socialista toma un megáfono y expresa:

– No nos olvidemos de las violencias de género dentro de la universidad, queremos hacer una denuncia pública frente a este puesto de libros.

Las miradas se dirigen a un hombre anciano de cabellera hasta los hombros y chaqueta de cuero, quien se limita a seguir mirando su celular.

– El señor que se encuentra acá tiene una denuncia en la fiscalía por acoso a una menor de edad dentro de la universidad – continúa su declaración la mujer –. Le pedimos que por favor se retire, ya que hemos luchado fuertemente contra las violencias de género en la universidad.

– ¡Para afuera! – protestan algunas manifestantes.

– ¡Ábrase!

– ¡Lárguese de aquí! – vociferan otras mujeres.

– ¡Fuera! ¡fuera! ¡fuera! – empiezan a gritar todas en coro.

El hombre ni se inmuta, hasta que un bate negro lleno de clavos golpea la mesa donde tiene sus libros.

– ¡Que se largue! ¡¿no oyó?! – arremete una mujer con un pasamontañas negro y un esqueleto de mismo color.

El anciano empieza a recoger sus libros, priorizando los que cayeron al suelo por el golpe.

– Eso es mentira – susurra el hombre.

Termina de recoger sus libros y se va.

En comparación con otras marchas, la convocada por Ramada Violeta es totalmente separatista, por lo que difiere del resto de marchas al no aceptar hombres dentro de la movilización y no creer en las identidades ni en el género al considerarlo una forma de opresión, por lo que no reciben a nadie que no sea mujer biológicamente. La marcha de la 26 se divide en dos, la convocada por Impulso Socialista se dirige a la Galería Transfeminista y Ramada Violeta aguarda a que lleguen más integrantes, su destino final es el monumento de La Pola.

A diferencia de personajes como Simón Bolívar, Antonio Nariño y Francisco Santander no existe certeza sobre datos de la Pola como su nombre o incluso su lugar de nacimiento, aunque popularmente se cree que fue en Guaduas, en 1795. Polonia no goza de tener una familia rica, pero tampoco pasa necesidad. Un día, tras entablar varios negocios en Santa Fe, su padre Joaquín Salavarrieta decide llevar la familia a la capital, aunque su dicha acaba en 1803 con un brote de viruela que termina con su vida junto con la de su esposa. Estar en la capital le permite a la Pola conectar con movimientos patriotas.

Según una encuesta realizada por la ONU en 2021 a 1200 mujeres colombianas, el 63% afirma ser víctima o conocer a alguien que sufre algún tipo de violencia, el 45% de ellas afirma que el abuso doméstico se ha normalizado.

Poco a poco hay más gente de negro, era una de las recomendaciones de Ramada para rendir luto a todas las mujeres asesinadas, también recomendaron no llevar hombres a la marcha y traer brasieres, marcadores y pinturas. Forman un círculo y en el centro una fogata, entonces le dan un papel a cada marchante, donde se les pide escribir el nombre de su acosador para después quemarlo.

– Yo quemo al rector de mi colegio, a mis profesores que son encubridores y están formando machistas de primera. En mi salón un niño… -. La manifestante rompe en llanto.

– ¡Vamos! – gritan las oyentes.

– En mi salón un niño se metía por debajo de las faldas de las niñas. Yo fui a rectoría ¿y qué me dijeron? Que era por sus hormonas de hombre, un hombre de octavo grado, un hombre que ya sabe con quién vive, vive con una mamá y una hermana, y aun así no le importó. Unas profesoras que encubren, que me dijeron que era por la edad, ¿edad de qué? Si siempre tengo que estar aguantándome los comentarios de mis propios profesores, de los acosadores que pierden el control por una falda, que en vez de estudiar se la pasan viéndome – protesta la mujer, quien es aplaudida por sus compañeras al terminar.

Finalmente tira el papel a la hoguera.

Tras varias liberaciones y quemas inicia la marcha hasta La Pola, que ni la lluvia sería capaz de frenar. En busca de apoyar la causa patriota, Policarpa aprovecha que no es conocida en la capital y se infiltra como costurera en hogares realistas, así mientras realiza trabajos de tejido se informa de movimientos y estrategias del ejército español para después informarlas al movimiento independista. También cuando tiene la oportunidad, compra armas para equipar a la guerrilla patriota.

Fue hasta la reconquista cuando los españoles encuentran el registro con toda la información que filtraba la Pola, por lo que es condenada y fusilada públicamente en la entonces Plaza Mayor de Santa Fe, no sin antes arengar a todos los presentes para que busquen su libertad con un discurso que hoy en día sigue siendo recordado.

A diferencia de otros monumentos como el de Antonio Nariño o Simón Bolívar que están en una pose enaltecedora, La Pola se encuentra sentada y amarrada. Lo primero que hacen las mujeres es amarrar una pañoleta morada en el brazo de Policarpa, color emblema del feminismo, para después llenar de protestas como “las mujeres no se violan” en la base de la estatua.

La marcha se ubica detrás del monumento, entonces sacan brasieres, objeto que consideran patriarcal, pues su propósito es sexualizar los senos de las mujeres, una forma de ejercer control sobre ellas, con un encendedor y una lata de aerosol proceden a quemar el sostén.

Para culminar la conmemoración, una joven con un vestido angelical se posa bajo la estatua con un letrero que pide: “Mujer, si has sufrido algún tipo de violencia por ser mujer, marca mi vestido”. Las manifestantes poco a poco empiezan a manchar el vestido con corazones, algunas escribieron, pero en el vestido predomina el corazón hasta tornarse totalmente rojo. Finalmente, en coro todas gritan: “Aleeeerta, aleeeerta, alerta, alerta, alerta al que camina, la lucha feminista por América Latina, y tiemblan, y tiemblan, y tiemblan los machistas, que América Latina será toda feminista“.