Facultad de Comunicación Social - Periodismo

Petro y Uribe, ¿dos caras de una moneda?

¿Qué tan descabellado sería pensar que dos Álvaro Uribe y Gustavo Petro son más similares que diferentes en su aspecto político?

Artículo de opinión realizado para la clase de Pensamiento Crítico y Argumentativo II (segundo semestre, 2023-1), con la profesora Aleyda Nuby Gutiérrez Mavesoy.

La famosa “oposición” entre el actual presidente de Colombia Gustavo Petro y el expresidente Álvaro Uribe no es tan cierta porque son dos personajes que, pese a representar dos ideologías diferentes, poseen un mismo objetivo, obtener el poder.  

El poder se adquiere cuando se persuade al electorado para que vote por las propuestas que tiene un candidato y siga fielmente sus ideas y postulados. Por esta razón, no es suerte que ellos que ganen las elecciones presidenciales pues , al final de todo, la responsabilidad siempre recaerá en el electorado. 

Desde luego, esto es porque las personas siguen ciegamente las ideologías y/o hazañas pasadas de los candidatos, sin considerar su comportamiento pasado o actual, la clase de propuestas que ejecutan en sus cargos y/o cuantas propuestas se concretan o no. Esta realidad lo único que ocasiona es que personajes como Petro o Uribe se perpetúen en el poder o sean los candidatos eternos, ya que consideran que tienen una gran masa de personas que, sin cuestionarles nada, votan por ellos.   

De hecho, una de las razones por las cuales siguen tanto a Álvaro Uribe como a Gustavo Petro es porque representan dos ideologías diferentes. Es decir, Uribe representa la derecha mientras que Petro representa la izquierda. Ahora, al plantear que cada uno de estos personajes proviene de dos ideologías diferentes, el primer pensamiento que surge es que estos dos personajes deben diferir en aspectos importantes de sus ideologías como: la economía interna y externa, la propiedad privada, los derechos de los ciudadanos al acceso de servicios esenciales como la salud, la educación, el empleo, las pensiones y el deporte, el ámbito de actuación del Estado en la economía, el uso de fuentes de energía no renovables, entre otros. 

Mientras Uribe sostiene que debe haber libertad dentro del orden, Petro manifiesta que el pueblo tiene todos los derechos que han sido cercenados por el poder de los empresarios y de la gente “rica” del país. Por un lado, Uribe manifiesta que las empresas deben ser manejadas por el sector privado (y de hecho consumó las privatizaciones que se iniciaron en el gobierno de César Gaviria y adelantó algunas importantes en el sector de las telecomunicaciones) y, por otro, Petro sostiene que la mejor manera de garantizar el derecho del pueblo colombiano a los servicios esenciales es que sean prestados por el Estado. 

No obstante, pese a pertenecer a dos ideologías diferentes, ambos personajes coinciden con un término muy conocido en Colombia y América Latina: el populismo. Este consiste en postular propuestas que apelan a las grandes masas sociales y que se caracterizan por ser difíciles de aplicar. Es decir, son aquellas propuestas irreales que buscan persuadir a las masas. 

A partir del término anterior, quisiera explicar la forma en la cual ambos candidatos persuaden a las masas y las razones por las cuales cambian sus discursos entre el momento en que se encuentran como candidatos a cuando llegan a ser presidentes de la república.  

En primer lugar, la persuasión a las masas se obtiene por medio de discursos en los cuales la población se siente identificada con el orador y en contra de su opositor. En el caso de Álvaro Uribe, se observa que apela al odio a la izquierda por parte de la población, se presenta como el salvador del país (con sus reformas y su política de seguridad democrática), otorga información que fundamenta con sus argumentos (número de atentados por parte de la guerrilla y de muertos, déficit público, entre otros).

En el caso de Gustavo Petro, apela a la manipulación de los hechos históricos para apoyar sus argumentos (por ejemplo, la independencia de Panamá), se dirige al pueblo como el proletariado, critica la actuación del sector privado tildándolo de corrupto y de ser el responsable de la pobreza de los trabajadores, entre otros.  

En segundo lugar, las razones por las cuales ambos sujetos cambian su discurso de cuando son candidatos al momento en el que llegan a la Presidencia es porque se dan cuenta que, de forma legal, es imposible cumplir con la promesa; en un país democrático como Colombia, existe la separación de poderes y las reformas deben tramitarse en el Congreso de la República, organismo que no siempre aprueba sus iniciativas sin un debate y cambios en la misma. O adelantan referendos en los cuales la población no aprueba mayoritariamente sus propuestas, situación que se presentó en el primer gobierno de Uribe. O el sector privado, el cual tiene poder económico o la prensa adelantan acciones para contrarrestar el poder del gobernante de turno, entre otros. 

 Algunos ejemplos de las propuestas que Álvaro Uribe no pudo cumplir en su Presidencia fueron: la reducción de la pobreza, la reducción de las desigualdades, la disminución del Congreso, la educación de calidad en todos los estratos sociales, la seguridad permanente, entre otros. Por su parte, en el caso de Gustavo Petro, él inició su periodo de gobierno desde el 7 de agosto de 2022, pero quiere materializar propuestas poco viables de cumplir (puesto que pasarán con muchas reformas) como: desmantelar de manera pacífica los grupos multicrimen identificando financiadores, estructuras y vinculación con el Estado, la transición del petróleo a energías renovables (dejando de lado los acuerdos del petróleo desde el año 2023 sin ninguna garantía), las reformas a la salud, al trabajo y a las pensiones, el metro subterráneo en Bogotá, etc.  

En conclusión, Álvaro Uribe y Gustavo Petro son líderes políticos que, por cumplir su sueño de obtener el poder, elaboran promesas de acuerdo con su ideología para atraer nuevos electores que voten por ellos pero que generan odio hacia sus contrincantes.  

Estas promesas al electorado las ejecutan por medio de discursos que demuestran su desacuerdo con las ideologías contrarias a ellos, la población a la cual se dirigen y las cifras e historia del país. En este punto, admito con tristeza que la población está de acuerdo con estos candidatos por la polarización que estos mismos ocasionan en el país y con el odio que establecen a la ideología contraria.  

Lo terrible en esta situación es que, al momento de considerar las promesas en campaña, no razonan la forma en la cual las propuestas puedan pasar por el Congreso de forma rápida para que éstas sí constituyan un cambio y un beneficio para la población. Esto se debe a que no consideran el diálogo con otros partidos para conocer su posición frente a las propuestas y la negociación en la mejor estrategia para mejorar y lograr un Estado viable para todos.  

Por todo lo anterior, es pertinente admitir que, pese a pertenecer a dos ideologías diferentes, hay una conexión en ambos personajes que consiste en obtener el poder a cualquier costo, sin importar la calidad o la posibilidad de cumplimiento de las promesas en campaña. Además, que tanto Uribe como Petro cumplen con el término de ser populistas porque, pese a diferir en varios aspectos, tales como la economía exterior (Uribe en su gobierno buscaba generar confianza en el exterior por medio de acuerdos en línea del carbón y petróleo, mientras que Petro quiere ingresar para generar alianzas en aquellos grupos que no se encuentren en línea con la explotación del petróleo); empresa privada (Uribe en su gobierno no intervenía en la economía debido a que dejaba que se regulara sola, mientras que Petro quiere llegar a un acuerdo con las empresas privadas para incrementar la oportunidad laboral); uso de fuentes no renovables (Uribe en su gobierno apoyaba la explotación del petróleo, mientras que Petro en múltiples ocasiones ha manifestado su deseo de no seguir con la explotación del Petróleo para ingresar en fuentes de energía más renovable). Estas propuestas aplicadas a ultranza resultan inviables y no generan un entorno sostenible en el mediano y largo plazo.  

Por último, me gustaría otorgar dos reflexiones al lector ¿en verdad queremos seguir votando por candidatos que pese a pertenecer a dos ideologías diferentes, tienen más similitudes que diferencias? O ¿en verdad queremos un cambio en el manejo político del país que nos permita visualizarnos como un Estado viable a mediano plazo?