Facultad de Comunicación Social - Periodismo

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Resistencia de más de mil años

Una comunidad recicla plástico, genera oportunidades y combate la contaminación en una playa olvidada de Colombia.

Editado por: Laura Sofía Jaimes Castrillón

Reportaje realizado para la clase de Taller de géneros periodísticos (Cuarto semestre – 2023 I), bajo la supervisión del profesor Fernando Adrián Cárdenas Hernández.

Plástico y basura es lo primero que se ve al llegar a la playa de Juanchaco. Apenas se toca este destino, es inevitable sentir una profunda nostalgia y tristeza por el estado del mar y la costa. Muchos solo sienten melancolía, pero cuando estás en el olvido del gobierno, solo queda luchar. 

La falta de un sistema adecuado de gestión de residuos en Bahía Málaga, Colombia, se debe principalmente a la falta de inversión en infraestructuras y políticas públicas. Esto ha provocado una acumulación de residuos sólidos generados tanto por las comunidades como por los visitantes, que no son recolectados de forma efectiva, terminando en las calles, ríos y playas. Esta situación trae graves consecuencias tanto para la salud pública como para el medio ambiente. 

La acumulación de desechos en las calles y cuerpos de agua puede generar problemas sanitarios, ya que los residuos son un caldo de cultivo para insectos y roedores, que a su vez pueden transmitir enfermedades. Además, los desechos contaminan las fuentes de agua cercanas, afectando tanto la calidad del agua como los ecosistemas marinos y costeros. 

Un Proyecto que Nace del Mar 

Sergio Pardo, oceanógrafo, llegó a Juanchaco hace algunos años de vacaciones, tras varios años navegando por sus prácticas universitarias y diferentes trabajos. “Todo se dio”, explica Sergio. “Precisamente empecé con la idea del reciclaje, y un amigo me dio esta casa donde ahora está el hostal”, añade. Así fue como decidió quedarse y, con el paso del tiempo, fundó Plástico Precioso Uramba, una fundación que, sin el apoyo del pueblo, no habría tenido el impacto que ha logrado en la comunidad. 

Esta fundación ha crecido gracias al respaldo de muchos habitantes. El pueblo no solo se preocupa por la contaminación de la playa, sino también por aprender a reciclar y reutilizar materiales plásticos. De este modo, apoyaron la creación de un taller de reciclaje ubicado en el hostal de Plástico Precioso. 

Muchos turistas que conocen el proyecto deciden quedarse y aportar su granito de arena. Sergio Diazgranados es uno de ellos. Estaba en una crisis existencial cuando decidió que, en lugar de deprimirse, debía hacer algo por el medio ambiente. En Bogotá, una noche vio un video de mala calidad que enseñaba a hacer hilos con plástico y, atraído por la idea, tomó unas vacaciones en Juanchaco, donde conoció a Sergio Pardo y se unió al proyecto contra la contaminación.

Un Equipo con Misión Común 

Sebastián García, otro “rolo” como él mismo se autodenomina, también se embarcó en esta misión de descontaminación y concienciación ambiental. Su rol es clave: es el encargado de las máquinas que compactan el plástico en el hostal. 

Actualmente, este es el equipo de la fundación, siempre abierto a nuevos miembros y dispuesto a recibir a personas con las mejores intenciones para servir a la comunidad. 

Además de su enfoque ambiental, la fundación también tiene un fuerte componente social. Los integrantes enseñan a la comunidad las mejores prácticas de reciclaje, organizando talleres y actividades con adultos para reducir la contaminación desde las casas más afectadas. 

Sergio Pardo, en particular, decidió que el cambio debía empezar con los más pequeños. Así, construyó una biblioteca donde los niños aprenden sobre el uso de plásticos de un solo uso, cómo reciclar correctamente y otros temas relacionados con el cuidado del medio ambiente.

Educación para el Cambio 

La creación de esta biblioteca no fue tarea fácil. Sergio y otros se han esforzado en nutrirla, no solo con libros, sino con conocimiento, brindando a los niños un espacio donde pueden pintar, jugar y aprender sobre el ambiente, matemáticas, biología, valores y más. La biblioteca también cuenta con un cine club, donde los niños pagan su entrada con tapas de botellas PET. “Lo mismo pasa con las palomitas y limonada; reciclando, pueden comprar los alimentos”, comenta Sergio. 

Desafíos y Resistencia 

Luz Dary, una mujer afrodescendiente, es considerada una de las “expertas en reciclaje” por la comunidad. Ha trabajado en diferentes campañas relacionadas, pero su experiencia no siempre ha sido positiva. “Coca-Cola nos contrató para ver si sus productos contaminaban la playa, y así pasó con muchas marcas. Al principio nos pagaron, pero luego no volvieron a aparecer”, cuenta con tristeza. A pesar de todo, sigue ayudando a Sergio con la fundación. Según Luz Dary, en un solo día de limpieza pueden recoger hasta 60 bultos de basura. 

Luz Dary también ha estado ligada a lo social, cuidando y alimentando perros callejeros durante años. Sin embargo, algunos rumores sugieren que cambió el reciclaje por las drogas, aunque esto no empaña su trabajo comunitario. 

Al preguntarle por qué estos proyectos no prosperan, su respuesta fue contundente: “No están untados de corrupción, la corrupción no los deja trabajar”, dice, visiblemente molesta. 

Basura y Contaminación Global 

Sergio comenta que, durante las limpiezas, han encontrado plásticos con inscripciones en lenguas orientales. Aún no saben si provienen de las islas de plástico en el océano o de barcos mercantiles, lo cual es preocupante. La falta de un servicio adecuado de recolección de basura es otro problema grave. La comunidad se ve obligada a enterrar, quemar o lanzar los residuos al mar, lo que afecta especialmente a productos como pañales y toallas sanitarias. 

El Impacto de Plástico Precioso Uramba 

Las actividades de Plástico Precioso Uramba han tenido un impacto significativo en las comunidades de Juanchaco, Ladrilleros y La Barra, en el Valle del Cauca. En 2020, lograron reciclar unas 200 toneladas de residuos plásticos, evitando la emisión de gases de efecto invernadero y generando empleo para más de 50 personas, en su mayoría mujeres cabeza de hogar. 

La fundación ha establecido alianzas con organizaciones locales para llevar a cabo proyectos sociales y ambientales, como la donación de materiales para la construcción de una escuela en Juanchaco y la realización de limpiezas de playas y ríos. 

A pesar de la falta de apoyo gubernamental, esta comunidad ha demostrado que el cambio es posible desde una sola persona. La prioridad en las nuevas generaciones y su educación en el cuidado del ambiente es fundamental para transformar la sociedad. Con cada individuo que se conecte con otro, será posible transformar los territorios en beneficio del bienestar social, económico y ambiental.