¡Qué bueno, sabe reciclar!
La mala gestión del Estado colombiano en los residuos ha generado un embotellamiento poco sostenible y amigable con el medio ambiente.
Texto realizado para la clase de Taller de géneros periodísticos (cuarto semestre, 2020-2), con el profesor David Mayorga.
La crisis ambiental que está sufriendo el mundo es consecuencia de la industrialización y de una sociedad consumista que ignora la huella de carbono y metano que genera diariamente con sus basuras. Cuando el líquido lixiviado de estas se evapora, contamina el aire y deteriora la capa de ozono.
Según un informe publicado en la revista Semana, en Bogotá se producen alrededor de 6.300 toneladas de basura a diario, casi el mismo peso de un elefante africano. La afectación de esto se puede evidenciar en los problemas sanitarios de las comunidades aledañas al relleno y a los múltiples derrumbes que ha sufrido, como el de 1997 en el que se deslizaron más de 200 toneladas de basura y desembocaron en el río Tunjuelito, afectando gravemente las localidades de Ciudad Bolívar, Usme y Tunjuelito.
Los habitantes de esta zona presentaron complicaciones médicas por el olor y problemas de plagas. A pesar de esto, veintitrés años después, la licencia del relleno de Doña Juana sigue vigente y arrumando diariamente absurdas montañas de basura. Pero, este panorama con pinta apocalíptica puede dar un giro significativo si hay un cambio en la conciencia de consumo y separación de nuestros desechos. Según el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, de la basura que se produce diariamente en Bogotá solo se alcanza a reciclar entre el 14% y 15% ya que las labores de los 17.296 recicladores inscritos en la ciudad no pueden ser realizadas porque el 78% de las familias no recicla y probablemente tampoco sabe cómo hacerlo.
Una triste cifra que pone en evidencia la falta de preocupación, no solo por los bogotanos sino por el mundo entero con la huella que deja en el planeta. En muchos de los hogares es costumbre tener una sola bolsa, normalmente de color negra, en la que depositan toda clase de desechos. Quizás, si existiera un poco de visibilidad sobre todos los productos que se pueden crear a partir de materiales reciclables, los colombianos pensarían más de una vez en meter o no todos sus desechos en una misma bolsa.
Frágil, pero reutilizable
El vidrio es un material 100% reciclable porque no pierde en ningún momento sus propiedades, siempre y cuando no esté fusionado con otros materiales, como el plomo para elaboración de variedades como los lentes y espejos. El vidrio se puede conservar en su aspecto original o puede ser llevado a una planta para que sea desinfectado, triturado y fundido para crear nuevos productos con este material. El beneficio medio ambiental, según el medio Twenergy, que genera el lavado y re-uso de los envases de vidrio es la no ocupación de las vertientes sanitarias, la reducción de emisión de carbono a un 14%, el ahorro de energía de un 25%, la no contaminación del agua de 50% y el no uso de minerales como arena, cal y sosa.
Una de las empresas consientes de los beneficios y procesos del reciclaje del vidrio es Bavaria.
Una gran estrategia
Andrés Pérez, junto con su familia, solía tener una taberna en la calle octava con carrera treinta en Bogotá, antigua zona rosa del sur de la ciudad, en el año 2017. A diario, como si todos los días fueran viernes o sábados, personas acudían a su taberna para calmar la sed de una buena cerveza que, en la mayoría de los casos, terminaba convirtiéndose en una tarde y noche de amigos junto a varias canastas de la bebida a base de cebada.
Todos los días se desocupaban grandes cantidades de botellas de cerveza en la taberna de Pérez, y una o dos veces a la semana, dependiendo el pedido que le encomendaban a un hombre que llegaba en moto y con datáfono, se aparecía el camión de Bavaria para traer las canastas y recoger las que días anteriores habían dejado y ya se habían desocupado.
Las condiciones para recibir las botellas eran que no estuviesen rotas, no importaba si el consumidor, en medio de su ansiedad, rasgaba un poco la etiqueta del envase. Si faltaba una botella, la empresa cobraba 100 pesos, si daban de más les descontaban los mismos 100 por cada una. Así fue como la familia Pérez se motivó para comenzar a reciclar todas las botellas de la empresa de Bavaria que pudiera encontrar, porque como él dice, de 100 en 100 se pagaban las facturas.
La empresa Bavaria tiene este proyecto de recolección porque se considera amigable con el medio ambiente, pero la verdad es que esto es un súper negocio. Las botellas de cerveza de las diferentes referencias que manejan conservan la misma estética, factor que les permite recolectar las botellas de los establecimientos a los que les venden, limpiarlas y rellenarlas de nuevo con el producto que están ofreciendo, toda una estrategia de reducción de costo de fabricación; material, agua y energía.
Hay otras empresas como Heineken que no tienen este proyecto de reciclaje, al menos en Colombia en el caso de esta marca. Pérez regalaba los envases de estas empresas a los recicladores que transitaban el lugar ya que no les representaba ningún beneficio directo para su bolsillo. Pero no es el caso de David Cagua, tecnólogo de negocios internacionales del Sena, quien vio en esas botellas una oportunidad para un emprendimiento artesanal.
La basura de uno es el emprendimiento del otro
El tiempo libre que le ofreció a David Cagua esta cuarentena lo llevó a reflexionar sobre diversos trabajos que hizo en su educación formal. En una clase de inglés, en 2017, le habían asignado generar un proyecto impactante y amigable con el medio ambiente ¿Qué se lo podría ocurrir? En su casa siempre habían tenido una cultura del reciclaje, pero no que pudiese mostrar de innovador en su clase. Salió a beber unas cervezas con sus amigos para despejar la mente y le llegaron las ideas.
Tres meses después en la casa por cárcel que propone la pandemia, encontró un ejemplar de ese trabajo que había presentado en su clase de inglés. A partir de ahí le nació la motivación por recrearlos y mostrarle al mundo de las redes sociales qué se podía hacer con las botellas de vidrio, que empresas como Heineken y BBC no reclamaban. David creó Bioglassy, un emprendimiento artesanal que se dedica a hacer vasos con botellas de cerveza reciclada.