Facultad de Comunicación Social - Periodismo

“No entiendo por qué tanto alboroto con esa vacuna”

Al igual que en el resto de Colombia, la vacunación contra el Covid-19 en San Andrés fue por jornadas y edades, la diferencia es que en esta pequeña isla se dio bajo una gran expectativa y en un entorno social bastante dividido.

Reportaje realizado para la clase Taller de géneros periodísticos (cuarto semestre, 2021-2), con la profesora Laila Abu Shihab.

Un imponente sol, que provoca una temperatura que oscila entre los 27° y los 30° centígrados, calienta el cemento del sendero peatonal en un lugar rodeado por palmeras y brisa salina. Allí, las gaviotas y los ‘man at war’ -ave endémica de la isla- revolotean sobre los turistas, que pasan con mirada contemplativa ante una inmensa multitud que hace una fila de dos cuadras, desde las cinco de la mañana, para entrar a un hotel. Esto es en el norte de la isla de San Andrés, Colombia, en el sector conocido como North End, donde está ubicada la mayor parte de los hoteles prestigiosos del lugar, entre ellos el hotel El Isleño, el más grande de todos. La razón de dicha fila es la jornada de vacunación masiva contra el Covid-19 con el biológico Sinovac, el 17 de junio de 2021.

A pesar de que la cultura del lugar es la de no hacer fila por nada, hay un orden sorprendente: sin empujones, sin conflictos, solo una que otra persona que se queja del sol y la policía, que vagamente interviene para hacer avanzar la cola. Muchos se saludan con amigos, familiares y conocidos mientras avanzan hacia el interior del hotel, donde no saben qué les espera, solo ven gente vestida con ropa de protección blanca y unos formularios en la mano. Todos están despreocupados, confiados, aliviados y agradecidos de que van a recibir, por fin, la bendita vacuna, después de un año fatídico de incertidumbre e inseguridad frente al virus y la pandemia que produjo.

Hasta el momento hay alrededor de seis mil vacunados. Con las estimadas treinta mil dosis que se van a aplicar este día y con sus respectivas segundas dosis, se lograría un total de treinta y seis mil, cifra que abarcaría a más del 50% del total de la población de la isla, según el último censo del DANE en 2018 (61.280). De esas seis mil dosis, se ha aplicado AstraZeneca a los mayores de 29 años con comorbilidades, Pfizer a los trabajadores de la salud y docentes, y Sinovac a los mayores de 18 y los menores de 29 con comorbilidades.

A pesar de los avances en vacunación, la población isleña se encuentra dividida, muchos se muestran desobedientes, no quieren ir a vacunarse. Incluso, el gobierno departamental ha habilitado rutas de buses gratuitas con un letrero blanco que dice “vacuna”, para llegar al punto de la vacunación. Muchos aprovechan ese transporte para llegar a sus trabajos, al gimnasio, a la playa, al centro, al banco, a cualquier sitio menos al hotel El Isleño a ponerse la primera dosis. Los buses llegan prácticamente vacíos a donde está ubicada la fila, con cuatro o cinco personas que realmente cumplen el propósito de la ruta. Y nunca falta el que no lleva puesto el tapabocas.

Muchos no se quieren vacunar porque no confían en el Gobierno, porque cuando anunciaron que habría jornada de vacunación masiva, la posibilidad de saltarse esa gran fila a nivel nacional era esperanzadora. Y fue más esperanzadora aún, cuando el representante a la Cámara Jorge Méndez anunció el 11 de junio que sería con Janssen, es decir, una sola dosis. Pero justo un día antes de que comenzara el gran evento, empezaron a enviarse volantes de la jornada por WhatsApp que, para sorpresa de todos, decían que iba a ser con Sinovac. La posibilidad dejó de ser tan esperanzadora.

“Por una dificultad que hubo en la salida de las vacunas desde Estados Unidos hacia Colombia y para no despilfarrar los esfuerzos que ya se tenían programados para esa jornada masiva de vacunación, se cambió de biológico”, explica Julián Davis, secretario de Salud del archipiélago.

Aún así, las conjeturas no han faltado. Las quejas y los rumores de que cambiaron los biológicos por mala planeación y por motivos políticos terminaron reduciendo el entusiasmo de las personas para asistir.

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Pablo Carreazo, isleño raizal de 19 años, que estudia en Medellín y estaba en San Andrés de vacaciones, fue a vacunarse al mediodía de ese 17 de junio. Llegó al lugar con ropa casual: unas crocs, bermuda y camiseta. Le habían dicho que la fila había disminuido bastante en comparación con la mañana. Recuerda que avanzó relativamente rápido: en una hora y media ya estaba con un algodón en el brazo derecho y su carnet de vacunación.

Tres meses después, Pablo habla de lo que pensaba mientras hacía la fila:

-Me vacuné por mi seguridad. Yo no soy de esos que dicen que “ah, porque es la Sinovac no me voy a vacunar”, mientras me proteja de la muerte ya es buena. No voy a perder mi tiempo estando expuesto al virus teniendo la solución al alcance de mi mano, ya que en San Andrés nos la ofrecieron de una forma muy cómoda y efectiva, aproveché.

Valentina Rossi, sanandresana de 24 años que reside en Bogotá desde hace 6 años, viajó a vacunarse apenas supo de la jornada. “Nosotros, los jóvenes, los que estamos entre los 18 y los 30, veíamos muy lejos la vacunación. Como el proceso en el país estaba bastante lento y se hizo esta jornada masiva, decidí vacunarme con la vacuna que tengo (Sinovac)”, relata, luego de tres meses.

Juan David y Julieth Sánchez, dos hermanos sanandresanos de 21 y 18 años respectivamente, que viven en Medellín y estaban de vacaciones, también se sumaron a la larga fila. El mayor de ellos cuenta:

-Tenía ganas de vacunarme con Pfizer o AstraZeneca, pero me decidí por Sinovac porque la estaban ofreciendo acá en la isla sin espera. Tenía ganas de experimentar ese sentimiento de protección hacia mis padres, de no ser una amenaza para ellos.

También está el caso de Estefanny Ramírez, quien con 16 años tuvo lo que popularmente se conoce como suerte de principiante y logró ser vacunada ese día. Ella igual estaba convencida de que se vacunaría debido a que en el flyer decía que a partir de su edad era posible vacunarse. Madrugó, se vistió y junto con su madre fue a colocarse su primera dosis. Como llegó temprano, salió temprano. Cuando salió, comenzaron a decir que los menores de edad no podían recibir el biológico, la aparente razón era que su cuerpo no aguantaría la intensidad de la dosis, aunque en la página del Ministerio de Salud dice que sí puede ser aplicada a partir de los 16. Sin embargo, luego de que ella salió, no se vacunó a más menores edad en el hotel.

Pasaron las horas, el sol comenzó a esconderse al otro lado de la isla y más de seis mil personas recibieron su primera dosis.

Al final de ese primer día, se superó la cifra estimada que era de seis mil diarias, se aplicaron 7.309; sin embargo, esa cantidad fue disminuyendo gradualmente durante el resto de los cinco días seguidos que duró la primera jornada, con horarios de 7 de la mañana a 9 de la noche. En el segundo día se aplicaron 5.216 dosis; en el tercero, 2.710; en el cuarto, 1.664, y en el último volvió a subir, 3.651. Acabados los 5 días, de las treinta mil dosis dispuestas para los isleños, solo se aplicaron 20.550.

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En los días siguientes, la gente se descontroló al sentirse segura por haber recibido su primera dosis: volvieron las aglomeraciones en las calles, especialmente en la zona comercial del norte de la isla; en la playa, desde la mañana hasta la noche, y en los cayos, llenos de lanchas y pontones topados de personas sin uso alguno del tapabocas. Esto fue por parte de la población local, porque los turistas desde la reapertura de la economía ya habían llegado con esa actitud.

A pesar del folclor de la gente en el cumplimiento de las medidas y el escaso control de las autoridades, el 9 de julio, el ministro de Salud y Protección Social, Fernando Ruiz Gómez, explicó que las cifras empezaron a mostrar un descenso en el número de contagios y fallecidos por Covid-19 en toda Colombia. De un promedio de 600 muertes diarias, pasó a menos de 400.

Pero no todas las noticias eran buenas, los antivacunas, al igual que en todo el país, también se hicieron sentir en San Andrés.

‘Miss’ y ‘Mistah’, así se les llama de cariño a los ancianos raizales más respetados, generalmente de setenta y cinco años en adelante. Ellos son los más reacios a vacunarse: por miedo, por desconocimiento, por una idea de inseguridad infundida por sus hijos de entre cincuenta y cincuenta y cinco. Muchos se excusan en el aislamiento de sus padres, bajo la frase “pero a él/ella no le visita nadie, solo yo”. Sin embargo, cuando llegan con el mercado, o a llevarle alguna medicina -porque la mayoría de la población raizal sufre de hipertensión o diabetes, esto se debe a la gran cantidad de azúcar que contiene la dieta isleña, especialmente en el guiso de la comida- lo hacen sin tapabocas y sin ninguna otra medida de seguridad, luego de haber estado en contacto con más personas.

Esa negligencia en las medidas de bioseguridad influenció de alguna manera la muerte de Miss Erminda Smith, querida, respetada y recordada exprofesora del colegio Flowers Hill, ubicado en la parte alta de la isla.

Para evitar estos casos penosos, la gobernación atacó el problema desde la raíz psicológica de la cultura isleña, la religión. “Hemos realizado jornadas de sensibilización, concientización e incluso vacunación mediante todos los líderes comunitarios, entre ellos, los pastores de las iglesias, en el caso de las bautistas, y los curas en el caso de las católicas”, afirmó el secretario de Salud.

Esto no ha acabado con todos los casos, pero sí disminuyó bastante a los negados y rezagados. Desde que comenzó la pandemia, San Andrés ha tenido 6.860 casos positivos, 6.709 recuperados y 131 fallecidos, con una ocupación de UCI del 75% con una capacidad de 11 camas.

Pasó un mes y llegó el momento de colocarse la segunda dosis. La continuación de la jornada de vacunación masiva con Sinovac se realizó el 22 de julio. Esta vez la gente hacía la fila con más serenidad, menos prisa y con confianza. De la segunda jornada no se habló tanto como de la primera, salvo porque se aplicaron la misma cantidad de dosis, y así se completó el esquema de vacunación para aproximadamente veintiséis mil isleños.

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Todos los que viven en ciudades del interior que se han vacunado, volvieron de regreso a su vida laboral o estudiantil. Pablo Carreazo, que estudia publicidad y marketing en la Universidad de Medellín, volvió con la tranquilidad de estar vacunado a diferencia de muchos de sus compañeros, que no lo habían hecho todavía y que veían lejos la posibilidad de hacerlo. A pesar de esa tranquilidad, Pablo sentía una inquietud:

-He leído que hay varios países que no están dejando entrar a los vacunados con Sinovac. Entonces uno al leer esas noticias se cuestiona.

En su caso, él no iba a viajar, así que permaneció en calma.

Valentina Rossi estaba sentada en su computador buscando ofertas laborales, de regreso en Bogotá, y de repente, recibió una llamada. Era su madre, que vive en Alemania desde hace años; le había comprado un tiquete para que fuera a visitarla, ya que los precios estaban sorprendentemente bajos después de mucho tiempo. Valentina lleva más de 6 años sin ver a su mamá, estaba bastante entusiasmada y enseguida comenzó a planear detalles: vio la hora del vuelo, dónde iba a hacer escala, y los requisitos de entrada a Alemania.

Pero cuando se metió en la página de la embajada alemana se llevó una desagradable sorpresa: solo los vacunados con Pfizer, AstraZeneca, Moderna y Janssen podían entrar a ese país. Vio un cartel en negrilla que decía: “Sinovac no es una vacuna aprobada por la Unión Europea (UE)”, por ende, las autoridades de migración alemanas no podían permitir su entrada. Ya con tiquetes comprados, planes realizados y las inmensas ganas de ir, buscó posibles formas de entrar; como redactar una carta que dijera que se iba vacunar con Janssen allá como tercera dosis o dosis de refuerzo, a pesar de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) solo recomienda esto para pacientes de tercera edad o con comorbilidades, lo que en Colombia comenzó el 1 de octubre.

Valentina narra con arrepentimiento:

-Estuvimos esperando varios meses. Las razones que nos dieron, a mí parecer, no fueron de peso, ya que decían que aún estaba en estudio para ser aprobada en la UE, pero no decían por cuánto tiempo ni nada más. Además la vacuna fue aceptada por la OMS. Creo que lo que debería prevalecer en estos casos es que la persona esté vacunada.

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Frente a la vacuna de Sinovac, el ministro Ruiz, en un comunicado de prensa, el 9 de julio, también destacó que de acuerdo con un estudio realizado en Turquía y publicado en la revista médica británica The Lancet, el biológico tenía una eficacia del 83,5%.

“Los datos registrados en 13 millones de colombianos también muestran que las vacunas de Pfizer y Sinovac en términos de mortalidad por grupos de edad son muy similares en reducción de mortalidad, e incluso Sinovac ha mostrado mejores resultados frente al número de efectos adversos”, reveló el funcionario ese día.

Con el paso del tiempo, varios estudios del fabricante del biológico fueron revelando que la efectividad de este iba disminuyendo. Actualmente, tiene una efectividad del 51% contra la infección sintomática y de un 100% frente a la hospitalización y el desarrollo grave de la enfermedad.

Sinovac no fue la única vacuna aplicada en la isla luego de la jornada masiva. Ted Williams, uno de los coordinadores de vacunación que hizo parte de la logística de dicho evento y sigue vacunando en las jornadas diarias de vacunación contra el Covid-19 en San Andrés, informa:

-El 70% de la población de la isla se aplicó Sinovac, siendo esta la más aplicada, seguida de AstraZeneca y Pfizer con la menor cantidad. De la población vacunada solo el 10% tuvo reacciones sintomáticas.

El secretario de Salud del archipiélago ha mostrado sosiego al ver los resultados de la jornada:

-Ya con esta cobertura con primeras dosis del 102% y de segundas dosis del 85%, tenemos la tranquilidad de no tener un pico nuevamente. Estamos a la espera de lo que suceda para el mes de octubre con la variante Delta, pero se ha demostrado que con la vacunación por lo menos se evita que las personas terminen en unidades de cuidados intensivos.

Valentina logró aplazar el viaje para el 2022 con la esperanza de que aprueben la vacuna en la Unión Europea. Hoy, con más serenidad, reflexiona:

-Por esta situación hubiera preferido vacunarme con la Janssen, que es la que nos iban a dar, o con cualquier otra, teniendo en cuenta que unos meses después abrieron vacunación para todo el mundo y que a los jóvenes los están vacunando con Moderna, AstraZeneca o Janssen.

Juan David, no por cuestiones de viaje, pero sí por ver que la efectividad de la vacuna disminuyó, siente algo de incertidumbre:

-Me arrepiento un poco, sí, porque sea lo que sea es una vacuna que no ofrece tanta protección como las demás, así que es un 50-50.

La Organización Mundial de Salud ha afirmado que las vacunas no previenen el 100% de una infección sintomática, pero sí que todas previenen el 100% de hospitalización y muerte, lo que muchos en la isla ignoran.

Pablo, el 6 de octubre del 2021, concluye:

-Todos en mi familia hemos estado bien, no entiendo por qué tanto alboroto con esa vacuna.