Facultad de Comunicación Social - Periodismo

Foto: Natalia García.

Nada que perder

El ser humano tiene tantas virtudes que se podría escribir un ensayo sobre cada una. Mi favorita es la resistencia.

Crónica realizada para la clase de Taller de géneros periodísticos (cuarto semestre, 2021-1), con la profesora Laila Abu Shihab. 

Cuando abres la nevera y ves que solo vas a poder comer una vez en el día. Cuando ya estás cansado de mandar hojas de vida y de que de ningún lado te respondan. Cuando tu billetera está vacía. Cuando te pones el par de calzoncillos de siempre y te das cuenta de que están rotos. Cuando tu mamá sale a trabajar por más de 10 horas y llega solo con lo del diario. En ese momento… sabes que no tienes nada que perder.

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12 de mayo de 2021. Brayan Quesada se mira en el espejo del único baño que hay en su casa en Fontibón, barrio ubicado en el occidente de Bogotá. Son las diez de la mañana. Hace frío. Tiene puesta la sudadera negra que compró hace 3 años con la venta de una colonia que se ganó en una rifa. A todo volumen suena “El sol ya estaba ahí”, canción de la banda argentina Indios, una de sus favoritas.

El sol ya estaba ahí, pegando en la ciudad
Puedo desvanecerme o me puedo levantar
Sacar esta basura y hacer algo mejor
O probar algo nuevo o perder el control.

Sus ojeras complementan el negro de sus ojos, las lágrimas se unen a la función. El hambre no lo deja pensar, lleva días cediéndole lo poco que queda en la cocina a su mamá, pues tiene que salir de madrugada a vender dulces en el centro de la capital. Se pone la gorra negra que le regaló su mejor amigo, Pablo Ramírez, el 1 de septiembre de 2020, en su cumpleaños número 22. Limpia sus lágrimas y nariz con papel higiénico. Coge las llaves que están encima del comedor y sale de su casa.

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Según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), la pobreza en el país aumentó un 42,5% en el 2020. En el 2019 la cifra era de 17,4 millones y en el siguiente año la cifra pasó a 21 millones de personas (y el país tiene en total 50,3 millones de habitantes). Otro 30% pertenece a los colombianos que están en situación de vulnerabilidad económica, es decir, que ante la más mínima crisis monetaria pueden llegar a caer en la pobreza extrema. Aproximadamente un 75% de la población está en alguna situación de vulnerabilidad.

Además, según cifras del Programa Mundial de Alimentos (PMA) de Naciones Unidas en Colombia, que brinda asistencia alimentaria a familias migrantes a través de bonos y educación nutricional, en mayo de 2021 casi 7,5 millones de colombianos viven en condiciones de precariedad, en otras palabras, no logran ingerir las 2.100 calorías necesarias por día para no terminar en la desnutrición. Todo esto sin agregar la caída histórica del Producto Interno Bruto (PIB) en el 2020, las cifras de desempleo, la inseguridad, la cantidad de niños y jóvenes que no pueden acceder a una buena educación, los suicidios, asesinatos y muertes por el virus que lleva más de un año atormentando al mundo, el coronavirus. Todo el panorama del país luce oscuro si se ve de este lado.

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12 de mayo de 2021. Pablo Ramírez se levanta todos los días a las ocho de la mañana y se duerme a las dos de la madrugada, su mente siempre está activa, no lo deja descansar. Siente frustración a la hora de aplicar a varios trabajos y que en ninguno lo acepten. Se pregunta qué hizo mal. Vive con su mamá y hermana menor en un pequeño apartamento de Fontibón. El baño se les tapa con cada parpadeo, la ducha está dañada, la luz se les va por lo menos dos veces a la semana. A dos cuadras está la casa de su mejor amigo Brayan. El único sonido que Pablo tiene de fondo es el del apartamento de al lado, siempre escucha los gritos de una mujer pidiéndole a su pareja que pare.

—¡Amor, ya no más, por favor!

—Cállese

—No más, ¡alguien ayúdeme!

Golpes y más golpes, cada vez que su hermana escucha los gritos llama a la Policía, pero los agentes nunca encuentran nada raro al llegar.

Le tienen miedo a los ceros demás, ven televisión una hora al día y desconectan el internet si ya lo han usado por más de dos horas para que el recibo de la luz no salga caro. A Pablo no le gustan los noticieros, piensa que solo deprimen y ya tiene bastante con la decepción que siente por su vida. Su mamá trabaja como recepcionista del Hospital Fontibón E.S.E y su hermana va al Colegio Departamental Integrado de la misma localidad. Él siente que no hace nada por ayudarlas, pues ya tiene 23 años y la única educación que ha recibido es la del colegio. Coge las llaves que siempre tiene guardadas en una chaqueta café que intercambió por un jean con su primo y sale de su casa.

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Las cifras alarmantes de pobreza no son lo único que acecha al país. Desde el 28 de abril de 2021 Colombia está en paro nacional indefinido. Después de escuchar por más de una semana el noticiero colombiano Noticias UNO, la cadena radial RCN Radio, de leer en el periódico regional El País, el sitio web de la cadena de televisión BBC News, después de analizar artículos del medio digital independiente KienyKe, descubrí que las razones por las que se protesta son varias: el proyecto de reforma tributaria, presentado a nombre del Gobierno por el hoy exministro de Hacienda Alberto Carrasquilla, que buscaba aumentar los impuestos a la clase media, gravar la canasta familiar con el Impuesto de Valor Agregado (IVA) afectando los productos de primera necesidad, servicios funerarios y otros. También por la reforma a la salud, que básicamente buscaba privatizar este sistema y hacer cambios en las Entidades Promotoras de Salud (EPS).

Por el mal manejo de la pandemia, la insuficiencia en los subsidios, el pago atrasado a los médicos, el controvertido manejo del Plan Nacional de Vacunación, los atrasos y las pérdidas de unas cuantas dosis. Por la brutalidad policial que se presentó desde el inicio de las protestas, esa violenta represión por parte de la Policía Nacional y el Escuadrón Móvil Antidisturbios (ESMAD) que viene de paros anteriores. Para la Defensoría del Pueblo, hay por lo menos 20 personas fallecidas en las protestas. Para la ONG Indepaz la cifra es de 66 muertos y 346 desaparecidos. Para la Fiscalía General de la Nación hay 129 desaparecidos y 20 muertos. Para la ONG Temblores hay 43 muertes verificadas, 3.155 casos de violencia policial, 22 víctimas de violencia sexual, 39 víctimas de lesiones oculares y 1.388 detenciones arbitrarias. Para Human Rights Watch existen 24 muertes verificables desde el inicio de las protestas. Para el Ministerio de Defensa hay 2.149 heridos. Para la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP), ha habido 149 agresiones a periodistas durante las marchas.​

Estos motivos fueron la gota que rebosó el vaso. Se desató el deseo de cambio de muchos colombianos, las ganas de salir a las calles y resistir, con el objetivo de ser escuchados. Gracias a las redes sociales he visto que en las marchas están desde las mamás en primera línea, con escudos protegiendo a los manifestantes, hasta ancianos asomados a las ventanas de sus casas sosteniendo la bandera del país. Y para mí esto es histórico, que desde el 28 de abril la lucha es de la mayoría, no solo de los jóvenes o de unos cuantos.

El 2 de mayo el presidente de la República Iván Duque anunció el retiro de la reforma tributaria. Al siguiente día, renunció el ministro de Hacienda Alberto Carrasquilla. El 11 de mayo se anunció la matrícula cero para los estratos 1, 2 y 3, durante el segundo semestre de 2021. El 19 de mayo cayó la reforma a la salud. Todo esto se consiguió en 21 días de paro. Y mientras escribo esta historia, afuera los protestantes siguen luchando por lograr más.

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Brayan salió de su casa para despejar la mente y encontrarse con su mejor amigo y vecino Pablo Ramírez, pues ambos están sin trabajo y no fueron admitidos en las pruebas de selección del Servicio Nacional de Aprendizaje (SENA), establecimiento público que ofrece formación gratuita técnica y tecnológica en el país a través de distintas carreras y cursos complementarios. Son amigos desde el 2008, cuando les tocó en el mismo salón de clase del Colegio Distrital República de Costa Rica, que queda a pocas cuadras de sus casas. Esta institución los vio crecer durante su infancia y parte de su adolescencia. Ahí tuvieron sus primeras peleas, sus robos ‘piadosos’ de comida en la cafetería, sus amoríos fugaces. Nunca aprendieron a escribir bien, detestan las tildes pues no saben en dónde hay que ponerlas, en el Costa Rica les enseñaban más sobre la Conquista de América y poco sobre sustantivos, adjetivos y verbos.

Estaban los dos sentados en el parque viendo a la gente pasar, afanada y con mala cara.

—Y qué, ¿si le contó Fredy que van a salir a marchar mañana? —le preguntó Pablo a Brayan.

—Por ahí escuché algo, la gente lleva marchando como dos semanas marica, ¿quiere ir o qué? —respondió.

—Hágale, eso qué hijueputas, ya estoy mamado de estar en mi casa —concluyó Pablo. 

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13 de mayo de 2021. Ese día, según el sitio web de la Policía Nacional y el de la Fiscalía, se investigó el posible suicidio de una joven que fue detenida en medio de disturbios y después abusada sexualmente en una Unidad de Reacción Inmediata (URI) en Popayán. Ese día le hicieron un homenaje a Lucas Villa, estudiante de 37 años que murió tras recibir ocho disparos en Pereira. Ese día, la Fiscalía judicializó a Luis Ángel Piedrahita Hernández, patrullero de la Policía Nacional, por estar involucrado en la muerte de un menor de edad, durante las manifestaciones registradas en Cali. Ese día, Brayan y Pablo salieron a marchar.

Cuando tuve la oportunidad de hablar con estos dos jóvenes, cuatro días después, les pregunté si sabían porqué se estaba protestando. Ambos dijeron que no.

—¿Entonces por qué marchan? —insistí.

—Estoy mamado de vivir en este país de mierda que no ayuda a los que necesitan, solo piensan en ellos. Yo he visto puros videos en Facebook de cómo matan los Policías a los chinos y para mí eso es suficiente, no necesito leer ni ver el noticiero para tener una razón en especial —respondió Pablo Ramírez.

—Prefiero morir por el coronavirus que de hambre. Por eso marcho, porque hay mucha injusticia —comentó Brayan Quesada.

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Estos chicos hicieron que recordara a mi papá en su juventud. En sus ojos, la manera en la que se expresaban, las groserías que decían, en ellos yo veía a mi héroe y lo dura que fue su infancia y adolescencia. Cuando tuvo que dormir en un inquilinato con cinco familias más y un solo baño. Cuando le tocó matar cantidad de ratas que se entraban por los malos olores y la suciedad. Cuando tuvo que amenazar a su papá cogiéndolo del cuello por llegar borracho e intentar pegarle a su mamá. Cuando dejó de estudiar porque ya no había plata y era comer o estudiar. Cuando decidió con la novia que conoció en el colegio abortar al bebé que estaba en camino, porque no tenían cómo darle una vida digna. Cuando, hoy en día, me escribe “que hases mi princesa”. Cuando me pregunta “hija, ¿inteligensia está bien escrita?”, porque no terminó sus estudios y nunca aprendió a redactar bien, debido a que en casa tampoco tenía quién le enseñara pues su mamá, es decir mi abuela, es analfabeta. Muchas veces la gente se ha burlado de él, lo juzgan. Y sé que si mi papá en este momento tuviera 22 años, habría estado ese 13 de mayo con Brayan y Pablo marchando sin saber por qué, sin tener idea de lo que es una reforma tributaria y las repercusiones que puede traer, sin conocer los derechos y deberes que tenemos como ciudadanos, pero cansado de vivir en la miseria.

Así ellos no sepan si quiera qué es un decreto, para mí, la razón por la que siguen luchando es más poderosa que cualquier otra: porque no tienen nada que perder.

Por mi papá, por Brayan y Pablo, por todos los que viven una vida injusta, luchen, así nunca sepan por qué.