Lafér, más que un segundo violín
Esta es la historia de Lafer, una artista que ahora vive su sueño musical, pese a que no está en el frente del escenario.
Perfil realizado para la clase de Taller de géneros periodísticos (cuarto semestre, 2021-2), con la profesora Laila Abu Shihab.
En el mundo de la música siempre ha existido el dilema de los egos, al cual esta artista se ha tenido que enfrentar más de una vez en su vida.
¿Una ingeniera civil corista de ChocQuibTown? ¿La Mon Laferte colombiana? ¿Hija del Catatumbo y del Pacífico? Ha recibido muchos nombres, pero la historia de esta muchacha abarca más de lo que titulan los medios nacionales.
“La problemática de los falsos positivos, una historia de cinco minutos que se cuenta de una forma muy cruda: era un chico, que por su acento se nota que es costeño, y el tipo pues progresa en la vida, termina en el Ejército prestando servicio. Dice que en uno de sus patrullajes ve que tienen a un muchacho, es un pelado, supuestamente informante de la guerrilla. Lo llevan lejos pa’l monte y lo dejan a él cuidando al pelado, y el pelado le dice: -mire, yo salí con 2 mil pesos a comprar una sopa, mi nombre es fulano de tal, no entiendo qué está pasando”.
Le pide que le ayude a escapar, a lo que él responde: “mira, tengo dos opciones: si te dejo ir, me persiguen y me matan. Si no te dejo, bueno, me cargo con la culpa”. Al final no lo ayudó a huir. “Al siguiente día camuflaron al muchacho, dice que se lo llevaron y escuchó dos disparos, lo pasaron como muerto en un enfrentamiento de guerrillas”, cuenta Lafér sobre un episodio de podcast que escuchó sobre el conflicto armado el día anterior.
Esto ocurre en la sala de su casa, en la zona nororiental de Bogotá, localidad de Usaquén, el sábado 6 de octubre. Ella muestra bastante interés por el tema, aleja la mirada por ratos, se torna algo distante de la conversación, como si recordara por momentos una realidad vivida a la vuelta de la esquina.
“Y eso que tú lo escuchas desde un podcast, pero esto es una realidad que viene desde los ochenta y nosotros desde Ocaña… cualquier sospecha era una excusa para matar a alguien. Mi mamá tenía 24 años y al esposo por una mínima sospecha de guerrillero, lo agarraron en un retén, en una carretera por el Catatumbo, lo desaparecieron por 3 días y apareció muerto”, añade Jeremy Ender, guitarrista y productor de la banda La Mano de Parisi, y compañero de casa de Lafér.
Katy Fernanda Angulo Valle, conocida artísticamente como Lafér, corista de ChocQuibTown y vocalista de La Mano de Parisi, nació en el seno de una familia de bajos recursos en el barrio San Fermín de Ocaña, Norte de Santander, en 1994. Se movió en un contexto enmarcado por la violencia armada y la disputa de tierras.
“Vi bastante pobreza, necesidades y poco a poco uno va creciendo y va viendo más historias. Siento que ahí está esa vainita, ese recuerdo, más que todo por componer acerca de ello”, relata.
Katy está sentada cómodamente en un puff, mientras hace memoria sobre su vida. Lleva un buzo negro que le llega hasta un poco más abajo de la cadera, tiene las piernas descubiertas y usa medias que le llegan un poco más arriba del tobillo.
Su mamá, ocañera, fue madre comunitaria. Aparte de criarla a ella, la menor, y a sus dos hermanos, criaba a los niños del barrio. Su papá, oriundo de Buenaventura, fue líder de la junta de acción comunal. Esta particular pareja, de ambos extremos del país, oriente y occidente, se separó durante la infancia de su hija.
Antes de irse a la universidad, Katy tuvo una pequeña banda de jazz llamada Funk Town, con la que cantaba canciones de Amy Winehouse. “Allí me dije a mí misma: ¡mi voz funciona! Y siempre me ha encantado la música en inglés”, cuenta mientras trae a colación sus inicios en Ocaña. Luego entona un pedazo de la canción ‘Uptown Funk’ de Bruno Mars y Mark Robson: “Don’t believe me, just watch, This hit, that ice cold Michelle Pfeiffer, that white gold”.
Estudió ingeniería civil en la Universidad Francisco de Paula Santander, en Cúcuta, hasta octavo semestre, cuando se retiró justo a punto de culminar. La decisión fue influenciada por la muerte de su madre, que falleció en 2015 por problemas cardíacos, y porque, un año después, su padre también murió. “No terminé porque ya no existía esa motivación de estudiar algo para alguien”.
Sin mamá y papá presentes, sin título de ingeniera civil y en una constante depresión, Katy, con 20 años, tomó la radical decisión de hacer música. Se fue a vivir a la casa de su tía en Ocaña. “Me dio un poco duro por las circunstancias, se habían hecho muchos sacrificios de tipo económico para que ella estudiara la carrera. Ella se va a vivir a mi casa, cambia su estilo de vida. Yo le pregunté: ¿por qué lo hiciste ahora? ¿por qué esperaste tanto tiempo?”, recuerda Bexy Mendoza, su madrina, sobre ese momento.
Trabajó de auxiliar administrativa en una empresa de construcción, algo bastante irónico luego de haber desertado de ingeniería civil. Se rebuscaba cantando en las noches para completar el sueldo.
Un día, la ocañera decidió ir a Bucaramanga para presentarse en la academia de jazz Ammus. En la audición, descrestó a la profesora de canto y al director con ‘At Last’ de Ella Fitzgerald.
“At laaaast, my looooove, has come along”, canta y evoca ese momento, mientras cierra los ojos de una forma breve y echa un poco para atrás la cabeza, como quien se deja llevar por el sentimiento. Lleva el cabello trenzado, se lo toca a ratos, gesticula con la nariz y hace la dicción con sus labios prominentes. Para cantar casi cualquier canción, así sea un pedacito, hace esta seguidilla de cosas. Es como un ritual en ella.
Katy tuvo en ese momento dos trabajos, uno para vivir, con el otro se pagaba el semestre en la academia y estudiaba. “Era muy explotador, a veces cantaba en el restaurante y no alcanzaba a almorzar porque tenía que estar puntual en el trabajo”.
Pasó año y medio en Bucaramanga hasta que llegó un acontecimiento que le dio un giro de 180° a su vida: la contactó Goyo, la cantante de ChocQuibTown, una banda para entonces ya muy conocida en todo el país, ganadora de múltiples premios. Era 2017.
Ella subió un video a Instagram cantando un fragmento de Nuquí, canción del trío musical: “Yo, te quiero para mí, pues solo para mí, pues como tú no hay, that’s right”. Una mañana de los días siguientes vio que Goyo se metió en su perfil y comenzó a ver sus contenidos, les dio like y los comentó.
“Le dejé un mensaje en insta, le escribí que la admiraba un montón. Se lo dije de artista a artista: veámonos, ojalá en algún momento cantando. Y me escribió que justo estaban haciendo audiciones para ChocQuibTown”. Ellos le propusieron viajar a Bogotá. “Cuando venía en el avión, no estaba aprendiéndome coros; yo estaba cantando, o sea, yo estaba en el viaje de cantar, pensando que tal vez necesitaran un cuarto artista”, rememora.
Katy se las apañó con su voz para convencerlos y unas semanas después ya estaba en conciertos en Cartagena, como corista oficial de la banda que dos años atrás (2015) había ganado un Grammy Latino en la categoría Mejor Álbum de Fusión Tropical, con ‘El Mismo’.
“Quedé en shock, al primero que vi entrar fue a Slow Mike, luego a Tostao y luego a Goyo. Me dijeron: montate, empezá los coros y yo ¡ah, voy a hacer coros! Por fortuna, tuve un amigo muy querido que me dio un consejo una vez: cojé cada canción que escuchés y ponete a hacer la segunda. En Bucaramanga adquirí algo de experiencia haciendo coros”. Lafér habla sobre lo que sintió.
Jeremy mete la cucharada: “Una cosa es cantar y la otra es hacer coros, para la segunda hay que tener ciertas habilidades armónicas y eso no es tan fácil”.
Katy Fernanda Angulo Ovalle comenzó a ir a conciertos en todo el país y a giras internacionales. Antes de un evento, pensó cómo la iban a llamar en tarima. Pensó en ‘Kafér’, por Katy Fernanda, aunque no le convencía mucho. Finalmente, nació Lafér. “Lafér es Katy y Katy es Lafér, concuerda mucho su personalidad con lo que refleja en el escenario”, afirma ‘Choyo’, su asesor de imagen.
Se hace mediodía. A Jeremy y a Lafér les da hambre y piensan en algo de comer. Lafér dice que no quiere comer mucho. Ella es de contextura delgada, tez morena, de color café con leche, y bajita. Tiene una actitud relajada. Expresa que su comida favorita son las chimichangas (envuelto de tortilla de harina de trigo frita, relleno de carne y verduras, plato típico de México), pero al final piden arroz chino.
Luego de tres fructíferos años con Goyo, Slow Mike y Tostao, Lafér optó por un nuevo proyecto: La Mano de Parisi, una banda bogotana independiente que estaba buscando un vocalista. Debido a su cercanía con Jeremy Ender, guitarrista y productor de la banda, también ocañero y con quien se había topado en ocasiones anteriores, fue recibida como nueva vocalista. La segunda voz de ChocQuibTown pasó así a ser la primera en La Mano de Parisi. Hoy canta para ambas al tiempo.
Pero ella tiene incluso otro proyecto y es Lafér misma. Gracias a los miembros de La Mano de Parisi, en 2020 logró sacar su primera canción como solista: ‘Querella’.
Aunque esta decisión en un principio no fue acogida por todo,s pues, como en todos los proyectos musicales, siempre hay una lucha de egos. “Yo estaba muy cegado, pero al final era su canción propia y cada quién decide qué hacer con sus composiciones, ya después la apoyé e incluso grabé el bajo de la canción ‘Querella’, me muestra otra Lafér”, narra ‘Checho’, bajista de la banda.
‘Querella’ es una canción que alza la voz en contra del conflicto armado en Colombia. Está inspirada no solo en el contexto en el que nació Lafér, también hace referencia a una problemática nacional, esa que tanto le apasiona a ella. Su coro dice:
Los tiro’ vuelan la’ mama lloran,
Un río de sangre en tiempos de flora
Yo solo quiero recordarte a ti
Que si esta guerra no termina nos vamo’ a mori’.
Cuando ella sacó el tema, el 31 de octubre de 2020, y también por la coyuntura de la pandemia, con el bombardeo diario de noticias sobre Covid-19, los medios nacionales buscaban temáticas diferentes al virus para variar sus noticias. Algunos de ellos, como Radio Nacional de Colombia y Plaza Capital de la Universidad del Rosario, sacaron artículos sobre ella: su historia y su primer sencillo. Comenzó a hacer ruido: Lafér, talento ocañero en los coros de Chocquibtown; Querella, el debut musical de la cantante Lafér; Lafér, de ingeniera civil a corista de ChocQuibTown. Sin embargo, en YouTube la canción solo registra 26.035 vistas y 119 likes. Sin mencionar lo poco que paga Spotify por cada reproducción, entre 30 y 40 mil pesos (entre 7,5 y 10 dólares) por cada 14 mil reproducciones. Esto muestra una de las dificultades de ser artista independiente en Colombia.
Si Lafér no fuera corista de una agrupación que tiene más de 1 millón de suscriptores en su canal oficial en YouTube, que fue ganadora de un disco platino en 2015, que tiene cientos de millones de vistas entre todas sus canciones y es una de las más influyentes en el Pacífico colombiano, le sería muy difícil vivir de la música, aún siendo la primera voz en una banda. Incluso a veces la confunden con la cantante chilena Mon Laferte.
Jeremy está sentado con las piernas entrecruzadas, mira a Lafér, y recuerda un artículo de opinión publicado hace poco en El País de España, titulado “La felicidad del segundo violín”, y lee un fragmento:
“Mi hija quiere ser segundo violín. No primero ni solista, ella lo que quiere es tocar tranquila en un segundo plano, porque eso le hace feliz. Pero el mundo está hecho para los que quieren ser famosos, para los que sueñan con ser los primeros. Pero el problema no es de ella, sino de ese mundo. Porque la maravilla de una sinfonía solo es posible gracias a los que sueñan con ser segundos violines. Ese mundo está mal y no lo sabe. Aún”.
Lafér es segunda voz en una agrupación ya posicionada, pero tuvo que superar muchos obstáculos para llegar a ser justamente eso, e incluso más que un segundo violín.