Facultad de Comunicación Social - Periodismo

Las madres sustitutas del ICBF

Ser madre sustituta no es fácil, es un trabajo de tiempo completo que requiere de mucha paciencia. ¿Lo más difícil? El vacío que sienten cuando no hay niños en su hogar.

Trabajo realizado para la clase de Periodismo e historias de vida (octavo semestre), con la profesora Victoria González Mantilla.

Hace 50 años, María Inés Sánchez llegó de Fusagasugá junto a su esposo a una casa en el occidente de Bogotá donde todavía residen. La casa fue separada de modo que cada piso es un apartamento independiente, la familia Sánchez vive en el tercer piso. María Inés me hizo señas desde la ventana para avisarme que esa era la casa, pues se encuentra en un callejón por el cual no transitan muchas personas y por eso debió haberme reconocido fácilmente. Restregué mis pies con fuerza en el tapete de Bugs Bunny de la entrada mientras esperaba a que me abrieran. Una señora de pelo rojo y largo, de contextura delgada, se empinó para ver quién estaba golpeando la puerta, su nombre es Luz Stella, la menor de los tres hijos de María Inés.

La sala del apartamento tiene paredes verdes y amarillas y al fondo destaca un acuario que ocupa casi toda la pared. Adentro, siete peces con los que podrían alimentar a toda la familia por una semana. Luz Stella, orgullosa, se acercó a un interruptor que activó las luces que iluminaban todo el tanque.

Luz Stella tiene 49 años y nació en Bogotá, es una mujer sonriente pero distante, fría. Llevaba puesta una camisa rosada de escote entrelazado con un cordón del mismo color. Luz tuvo una adolescencia diferente a la de la mayoría, pues se acostumbró a convivir con niños que su mamá cuidaba por determinado tiempo para luego ser dados en adopción o reintegrados a su familia. Esta es la labor de una madre sustituta del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar; acoger niños como si fueran propios y brindarles un hogar provisional. “Al comienzo no nos gustó mucho, pero ya después de que fueron los primeros niños ya se va uno como adaptando y cogiéndole cariño a la labor”, dijo Luz Stella mientras acomodaba unas sillas para hablar más cómodamente.

El Instituto Colombiano de Bienestar Familiar es la entidad gubernamental que trabaja por la protección de niños y adolescentes. En 1970 crearon el programa de hogares sustitutos y amigos (HSA), con el fin de brindarles un hogar provisional a niños de 0 a 18 años cuya situación legal no ha sido resuelta, ya sea para hacer el reintegro a su familia o ser dados en adopción.

Maria Inés es una mujer robusta, con el pelo corto y rojo, peinado hacia atrás, que deja a la vista su rostro. Estaba sentada junto al computador mientras mecía y le daba tetero a Isabela, una bebé de un mes que hace 15 días vive bajo su cuidado. Maria Inés empezó  a trabajar en este programa en 1992, por una amiga que ya trabajaba como madre sustituta. Bajo su cuidado y en el mismo apartamento, 150 niños han sido acogidos como propios. Estas mujeres ejercían la labor sin recibir una remuneración a cambio, el único dinero que recibían por parte del ICBF era  llamado “la beca”, destinado a cubrir necesidades de los niños, como pañales, alimentación y útiles escolares. A pesar de tratarse de una labor de tiempo completo y los siete días a la semana, las madres sustitutas no recibían un salario. A partir del año 2013 esto cambió, después de haber cuidado cerca de 100 niños del programa, María Inés comenzó a recibir prestaciones legales y un salario por parte del ICBF. Este salario está sujeto a la cantidad de niños que tenga en el momento, pues solo se recibe la totalidad del salario mínimo si tienen los tres cupos permitidos por el instituto. Además, reciben más dinero si el niño bajo su cuidado tiene algún tipo de discapacidad. “Eso se ha arreglado muchísimo, porque ya la madre tiene su sueldito y la dotación ha sido excelente, nos dan un bono para la ropa porque anteriormente lo que compraban allá era lo más barato y se lo daban a los chiquitos”, dijo María Inés.

Hoy en día, María Inés tiene 72 años y desde hace dos no trabaja con Bienestar Familiar. “Yo renuncié porque ya me estaban molestando por la edad”.  Según normas de la entidad, la edad máxima para desempeñar esta labor es de 55 años y ella ya tenía 70 años. Sin embargo, María Inés sigue haciendo lo que ha hecho toda su vida: cuidar niños y cumplir todas las funciones de una madre. Los niños se refieren a ella como “abuelita” ya que su hija Luz Stella decidió seguir el mismo camino y ser una madre sustituta. De esta manera, juntas, trabajan cuidando los niños que les son asignados. “Mi labor es la misma, seguimos haciendo lo mismo, la diferencia es que ya no voy a pedirle cita a los niños, llevarlos a los hospitales, no me presento a la Regional a las reuniones pero entonces me toca la responsabilidad de estar acá con ellos pendiente de su comida, de sus teteros…”.

Me pareció positivo que trabajaran juntas, pues María Inés ya es una mujer mayor. Sin embargo, al principio no estaba convencida de que su hija siguiera ejerciendo esta labor. “Yo no quería que ella siguiera,  no quería que ella continuara con el hogar porque esto es duro, es amor, paciencia, mucha tolerancia y responsabilidad. Entonces yo me fui a firmar mi carta de que no continuaba y la doctora me dijo: “No María Inés, deje a su hija, mire que ella ya conoce el hogar, ella sabe cómo es. Déjela a su hija que continúe, si a ella le gustan los niños pues que continúe”, y me convenció. Rieron juntas.

―Cuando tu mamá te dijo que no quería que siguieras, ¿qué te impulsó a ser madre sustituta?

Yo lo pensé, porque uno se cohibe de muchas cosas, de las salidas…

Para muchos, lo más difícil de cuidar niños es cambiar los pañales, levantarse a media noche por un llanto incesante o la angustia que suscita la delicadeza de un bebé. Paradójicamente, lo que más les molesta a Luz Stella y María Inés son las visitas del Bienestar Familiar.  

Bienestar Familiar realiza unas visitas esporádicas para controlar que el ambiente en el que están viviendo los niños es el adecuado. Las carpetas deben estar en orden con las actas de asignación, boleta de ubicación, registro civil, seguimientos de nutrición y psicología por el ICBF, carnet de vacunas, crecimiento y desarrollo, y exámenes médicos. El ICBF tiene requisitos y ejerce controles como el anterior mencionado para garantizar la seguridad de los niños y poderles brindar un buen hogar sustituto en el que se le inculquen valores y normas de comportamiento. Quien quiera cumplir la función de madre sustituta debe realizar un proceso que dura aproximadamente cuatro meses. Estas mujeres deben estar en un rango de edad de los 25 a los 55 años. Además, contar con la escolaridad básica secundaria, presentar una  certificación médica de salud física y mental, tener experiencia en la crianza o trabajo con niños y vivir en estrato tres o mayor.

Bienestar espera hogares perfectos que se ajusten a sus deseos  pero en un país como Colombia estas exigencias son complicadas de satisfacer, pues la mayoría de hogares sustitutos son estrato tres. María Inés no está de acuerdo con algunas medidas que se han tomado para ejercer estos controles. “Bienestar exige unas cosas como si ellos nos hubieran dado la casa, que esta ventana por qué está aquí, ¿qué tiene que ver la ventana? Si Bienestar hubiera dicho tome esta plata, construya una casa y la tiene que construir así sería diferente pero la casa es mía y cuando me tocaba a mi cuidar los niños sin ningún sueldo sino solo la beca, yo con la beca no podía hacer nada porque esa plata no es mía, es de ellos (mirando a la bebé que tenía en brazos) Me vienen a dar órdenes que la casa tiene que ser de cierta manera, yo no veo justificación en eso. velen por los niños. Yo digo que eso es un maltrato a los niños, que de pronto ellos están bien y de la noche a la mañana me los quitaron”.

Así como pasó con Brayan y Diego añadió Luz Stella  ellos salieron de aquí para una institución.

Diego y Brayan fueron enviados a “La casa de la madre y el niño” una institución que cumple las mismas funciones que un hogar sustituto, pero allí hay varios niños. “Eso es el maltrato, ellos duraron acá dos años. Después de tenerlos estudiando en un colegio, los niños bien y en la noche a la mañana los mandaron a una institución”, dijo María Inés, para quien las separaciones son más duras, pues al tocar este tema la emotividad fue notoria.

En el caso de Luz Stella, intenta prepararse mentalmente y predisponerse a que el niño o la niña eventualmente se tendrá que ir. “Nosotras con tanto tiempo que llevamos decimos bueno llegó, vamos a durar tanto tiempo y en cualquier momento nos van a decir que el niño se tiene que ir”.  Luego añadió: “las primeras separaciones fueron muy duras, hay unas más que otras, uno se encariña mucho con los niños y siempre las entregas son difíciles”.

Según normativa de Bienestar Familiar, el tiempo máximo que los niños pueden estar en el hogar sustituto es de seis meses, pero esto no se cumple, pues bajo el cuidado de María Inés hubo niños que estuvieron hasta tres años. Ella dice que estas son las separaciones más dolorosas, las de los niños que cuida por más tiempo.

“La separación con Juan David fue muy dura, porque estuvo conmigo tres años, él se fue en adopción para Francia, él salía con mi esposo y le decía abuelito”, dijo Maria Inés.

El contacto con los niños después de la separación no está permitido por el ICBF.  Ha sido únicamente el caso de Karen Grimen, en el que recibieron fotos a través de un intermediario.

¿Ustedes pueden tener contacto con los niños después de la separación?

No ― Respondió Luz Stella con frialdad.

¿En ningún caso?

Nunca. De pronto el caso de una niña que se fue en adopción para Noruega, nos enviaron fotos por dos años pero después dejaron de hacerlo. Pero nosotros no tuvimos nunca contacto con la familia, sino con la persona que hacía allá las vueltas de la adopción, ella hacía llegar las fotos.

Cristina Cárdenas es psicóloga clínica del Centro Italiano de Ayuda a la Infancia.  Ella trabaja llevando el proceso psicológico de acompañamiento a las familias adoptantes en Colombia. Cristina dice que los efectos psicológicos que tienen las separaciones en los niños es compleja y traumatizante. “Muchos niños cuando cuando tienen medida de protección, llegan al Bienestar Familiar muy pequeñitos, y entonces crecen con la percepción de que esa mamá sustituta es su mamá, y no solamente la mamá sino que la familia que rodea a esta señora, su esposo, hijos biológicos, sus hermanas… ellos son percibidos también por el niño como su propia familia, entonces el niño crece con la idea, la emoción y la sensación de que esta es su familia. Ellos sufren digamos un “segundo trauma” porque ya una vez tuvieron el trauma de la separación de la mamá biológica que los abandonó o que tocó separarlos porque no se cumplían con los derechos fundamentales que deben proteger a los niños”.  Según Cristina, la familia adoptante y el comienzo de una nueva vida son la cura de este trauma. “Aunque haya este momento inicial de dificultad en la adaptación y a nivel afectivo y a nivel comportamental, el cariño y el sentirse acogido por una familia de verdad que va a ser para siempre y por unos papás llenos de amor y de cariño y expectativas por recibir este niñito son la mejor medicina para curar esos efectos adversos que inicialmente puede tener la separación de está mamá sustituta”.

Por otro lado, Cristina considera que el impacto que tienen las separaciones en las madres sustitutas se ve apaciguado por la remuneración que obtienen a cambio. “No se llega a nivel afectivo comparables con una mamá de verdad porque ellas reciben una contribución del ICBF por cada niño que cuidan entonces pues eso se convierte en una especie de trabajo para ellas. Eso no quiere decir que no lo hagan bien, seguramente lo hacen con mucho cuidado y seguramente se crean algunos vínculos afectivos pero la calidad de ese afecto que se crea no es nunca comparable con el de una mamá de verdad y con el de una familia de verdad.

Las madres sustitutas pueden realizar el proceso de adopción en caso de querer tener la custodia legal de alguno de los niños que crían. Cuando le pregunté a Luz Stella si alguna vez había querido hacerlo, respondió: “Sí, pero como no le dan a uno la oportunidad”.

―¿Por qué? ― dije,

Luz Stella sonrió, se quedó callada por un instante y luego respondió “o sea, o no nos hemos atrevido a hacer la adopción”.

En el cuarto de al lado, un llanto interrumpió la conversación, se trataba de María Paz, una bebé de un año y medio, junto a su cuna está la bala de oxígeno que no le puede faltar, pues nació prematura y sus pulmones no se desarrollaron completamente. Junto a la cuna de María Paz está la de Isabela, en un cuarto que desde el comienzo fue asignado a los niños que María Inés y Luz Stella han criado. Frente a las cunas hay una cama pequeña, pero en este momento está vacía ya que no tienen los tres cupos completos. Una cartulina azul se despliega a lo largo de una de las paredes, en ella sobresale la frase “Son la luz de nuestro hogar” en letras de todos los colores y abajo fueron pegadas al azar las fotos de la mayoría de niños que han vivido en ese mismo cuarto. Junto a la cuna de Isabela hay una mesa con un televisor, cremas, maizena y algunos juguetes.

Los hogares sustitutos del ICBF se han visto envueltos en casos de maltrato en varias ocasiones. En 2018, 2500 hogares fueron investigados y 21 de estos suspendidos por haberse comprobado que los niños asignados estaban siendo víctimas de maltratos físicos y psicológicos. Por esta razón, el instituto tuvo que tomar medidas para asegurarse de que los niños estaban viviendo bajo las condiciones adecuadas. Para María Inés, muchas de estas precauciones son ofensivas. Mandaron como un grupo de señoritas, estuvieron acá adentro, revisaron la casa y luego salieron a la vecindad a preguntar si me conocían y yo dije  ‘no pero ¿qué tal?, qué feo, yo no soy una ladrona. Preguntaron por allí y por allá y dije ‘mire, la verdad yo vivo hace cuarenta y pico de años en esta casa, si me conozco, me conozco con la señora del frente, pero la demás es gente nueva que no hemos tenido ninguna conversación. Lo que Bienestar ha dicho es que ninguno debe saber la vida de los niños, el por qué llegan los niños acá ni cual es el problema del niño, y luego mandan esos funcionarios por la peatonal a preguntar que cómo era yo, si me veían en riñas, que si peleaba con el marido, que si era una borracha”.

Esas visitas las hicieron por los problemas que se han presentado en hogares sustitutos que han salido niños maltratados y abusados añadió Luz Stella.

Pero ay no, eso es muy maluco, para eso es la hoja de vida de uno, para estudiarla.

Este control fue realizado directamente por el ICBF, quienes según María Inés y Luz Stella, no van hace mucho al hogar. Por otro lado, la Corporación Amor por Colombia las visita cada mes. Esta corporación es la encargada entregar los pañales, el bono y la leche a las madres sustitutas una vez al mes. Ellas deben recoger los productos en la sede de la corporación, ubicada en la localidad de Engativá.

Ser madre sustituta no es fácil, es un trabajo de tiempo completo que requiere de mucha paciencia, Sin embargo, ambas estuvieron de acuerdo en lo más difícil de ser madre sustituta: el vacío que sienten cuando no hay niños en su hogar.