Los libros como práctica de la libertad
Una joven del barrio Egipto pudo convertir sus ratos libres después del colegio en una escapatoria perfecta para ir a la biblioteca que fundó la Universidad Externado de Colombia y apreciar el cine y los libros.
Reportaje realizado para la clase de Storytelling del conocimiento (octavo semestre, 2020-1), con el profesor Fernando Cárdenas.
Antes de que la Universidad Externado de Colombia levantara el proyecto de la biblioteca, María Paula, una jovencita de 15 años de edad, deambulaba por las calles del barrio Egipto después de salir del colegio. Eran avenidas estrechas en medio del bullicio del comercio. Muchas veces el aburrimiento hacía que se alejara más de su casa y de sus amigos.
Los días se volvían insoportables.
—Pensaba que nada tenía sentido, siempre tenía una mala actitud y quería estar sola. Para mí es un desafío poder entablar una relación con las demás personas—.
María Paula fue criada en el barrio Egipto. Una zona que durante años fue catalogada como una de los más violentas de la capital. Las armas eran algo del día a día, las ventas de drogas se acercaban a las 600 papeletas diarias –según el periódico El Tiempo- y las muertes alcanzaban cifras de 30 personas al mes. El rap, con grupos como La Etnnia, ha sido quizás la única manera de suavizar percepción negativa sobre el barrio.
Sin embargo, ese concepto fue cambiando a lo largo de los años y se transformó. Ya no existe aquel muro que usaban los delincuentes para robar a los turistas extranjeros que transitaban por los extremos del centro histórico, y ahora hay una carretera que conduce a la iglesia principal “nuestra señora de Egipto”, casi siempre con guardia policial. Se respira otro ambiente.
—Mi barrio está lleno de graffitis, al frente de donde vivo hay uno muy grande que dice “Egipto Vive”—, indica con una gran sonrisa en su rostro.
Los murales y sus colores en el barrio son un ejemplo de la transformación que ha experimentado. El programa “graffitour”, por ejemplo, tiene como fin presentar alternativas distintas a la violencia a personas que quieren conocer la historia de este sector de la ciudad. De hecho, fue creado por jóvenes expandilleros que ahora son padres y desean un futuro diferente para sus hijos.
La iniciativa de sus vecinos hace crecer el orgullo y el amor que María Paula tiene por su comunidad. Su colegio se ha vuelto un campo de contradicciones que, confiesa, disfruta porque se puede distraer y “recochar” con sus amigos. Allá encuentra lo que le hace falta en su casa: compañía. Aunque admite que, a pesar de que goza de ir al colegio público, no aprende lo suficiente.
—Siempre hacemos lo mismo, no hay nada diferente—, expresa.
Así pasaron los cursos: séptimo, octavo y noveno grados. María Paula iba a la escuela solo motivada por ver a sus amigos más que por aprender. Hasta que llegó el día en que un personaje haría girar su rutina de aburrimiento.
‘Peque’, como le dicen sus allegados, tardaría más de dos meses para enterarse que aquel espacio lleno de libros que cuenta con más de 1.500 referencias, 30 puestos de lectura y jornadas lúdicas y de cine estaba en su barrio. El 7 de junio de 2018 se inauguró tan anhelada biblioteca, un proyecto de impacto social de la Universidad con su barrio vecino.
Un día llegó a la casa de María Paula su tío Carlos, preocupado por las deficiencias que le veía académicamente en español, sociales y matemáticas.
—‘Peque’, cuándo se va a preocupar por su futuro, no ve que no está aprendiendo nada — exclamó molesto.
—Tío, yo no quiero hacer una carrera universitaria, yo no tengo un objetivo ni un por qué, no quiero—, le contestó.
Su tío se volteó y se fue. No le dijo nada más.
Pasaron las semanas y al parecer a María Paula se le habían olvidado aquellas palabras de su pariente, pero a él no. En agosto del mismo año, Carlos regresó con un semblante distinto, parecía que había descubierto algo maravilloso.
—Mija, mi amigo , el que trabaja en la Alcaldía, me llamó. Me dijo que la llevara a la biblioteca nueva que había inaugurado la universidad donde trabaja su mamá. Ahí le van ayudar a reforzar sus estudios.
Doña María es una operaria de aseo en la Universidad Externado de Colombia, una mujer guerrera que durante años ha luchado por sacar adelante a su única hija en un entorno marcado por las dificultades.
Al ver tanta insistencia, María Paula decidió ir y conocer aquella biblioteca que le cambiaría la vida. Confiesa que al principio iba con pocas expectativas y a la defensiva. No conocía a los visitantes y tampoco le interesaba entablar relaciones nuevas. Con el tiempo, eso se fue transformando, al igual que su actitud. Ya no era la misma, los encuentros con la biblioteca se volvían más constantes y su pensamiento iba conociendo otros mundos.
—De todos mis amigos yo soy la única que voy, la mayoría no le ven el chiste o no pueden por la distancia. Trato de ir todos los días pero a veces no puedo por el colegio.
Las tardes ya no eran iguales. Cuando la campana del colegio distrital La Concordia sonaba, los jóvenes salían corriendo sin tener claro un rumbo, solamente expresaban la emoción de estar afuera. Al contrario de María Paula, ella sí sabía hacia donde iba. Salía corriendo para su casa, almorzaba, descansaba un poco, cogía su cuaderno de mariposas para después dirigirse con emoción a la Biblioteca.
Se convirtió en su segundo hogar.
—Lo que más me gusta son las zonas que tiene, porque son silenciosas y puedo concentrarme. He conocido muchas personas que tienen la capacidad de ayudarme con las tareas y divertirme. Aquí aprendí a amar el cine, me he visto muchas películas, mi favorita es “After”, porque es romántica.
Aunque ‘Peque’ todavía está trabajando para adquirir el hábito de leer, admite que la Biblioteca ha sido el principal factor de su crecimiento y amor propio. Ahora se cataloga como una mujer auténtica, independiente y única.
Sus ilusiones se han vuelto más reales. Ahora piensa que hay posibilidades más allá de su entorno. Su sonrisa parece ser más genuina. “Me encanta porque es una biblioteca única, eso no lo hace ninguna otra y menos por acá”.
Pasión por las historias.
Hade una niña de 10 años de edad, es alta, de pelo castaño y ojos cafés, le gusta ser la “popular de la escuela” y al preguntarle qué es ser “la popular”, responde sonrojada que es hablar con todos los del salón. Ella ha desarrollado un gusto y una afición por escribir crónicas. El profesor, les puso el ejercicio de escribir y dejar llevarse por la inspiración de una historia cualquiera, poder explorar mundos nuevos por medio de la pluma, por medio de su imaginación. “Yo la hice sobre mi corte de cabello, porque todos se burlaban de mí porque parecía un niño, pero, yo quise”.
Con apenas diez años Hade logró realizar su primera crónica, donde descubrió una pasión por las historias. Como institución pionera en el barrio Egipto, la Universidad Externado de Colombia tiene un proyecto piloto: una biblioteca. Hay espacios para niños y adolescentes, donde pueden desarrollar nuevas habilidades con talleres de arte, la hora del cuento, reciclaje para la vida, entre otros.
Ya hace más de un año que nació aquel proyecto, se puede revivir una y otra vez con la misma nostalgia. Jueves 7 de junio de 2018, la emoción y orgullo externadista estaban al límite, pues, la inauguración de la nueva biblioteca estaba a punto de realizarse.
En un barrio donde están acostumbrados a ver niños de 10 y 12 años bebiendo licor, adolescentes embarazadas, niños en las calles, pobreza y oportunidades escasas, urgía un emprendimiento como “Egipto vivo, oportunidades que cambian vidas e integran comunidades”. Como lo expresa Elizabeth Pineda, bibliotecóloga de la Universidad Externado, la biblioteca tiene como objetivo cambiar vidas, creando “vínculos de empatía, reconociendo su realidad, sus necesidades, para así poder enfocar todos los esfuerzos en la creación de programas y servicios que aporten al cambio de sus vidas”.
Sus rostros, con el paso del tiempo se van transformando y sus sonrisas parecen ser más puras. Sus sueños se van volviendo más de niños. Ahora prefieren jugar, leer, poner a volar su imaginación, ya no quieren estar en “sus casas aburridos haciendo nada”, como dice María Paula Contreras de 15 años.
Ser parte de la comunidad de la Biblioteca del Barrio Egipto es saber que prima el respeto por el otro, el trabajo en equipo. Las situaciones de conflicto se solucionan mediante el diálogo y la empatía. Carol Contreras, coordinadora del proyecto, deja en claro que lo que más desean con el barrio Egipto y la localidad de La Candelaria, es generar empleo, emprendimientos, apropiación territorial y sobre todo empoderamiento ciudadano.
La lectura, los juegos y la interacción hacen que día a día se evidencie una transformación y una desnaturalización de lo que ha marcado sus vidas, la violencia, la pobreza, entre otras realidades. “Ahora son más receptivos al compartir y coexistir con otros niños que no pertenecen a su círculo (barrio o cuadra) además, han mostrado interés por los libros hasta el punto que me exigen literalmente hablando que se los deje llevar” expresa Elizabeth Pineda.
Esta historia que empieza en el año 1998 con el profesor Manuel Rojas de la Facultad de Administración de Empresas, se pudo consolidar después de tropezar una y otra vez, descubriendo y viviendo toda lo que albergaba ese barrio que quedaba tan cerca de la universidad, pero a su vez, tan lejos de la realidad que vivía cada persona del sector.
Los niños y adolescentes cuentan con más de 1.500 libros, 30 puestos de lectura y una sala de talleres, además, tienen computadores donde son orientados por estudiantes de la universidad que prestan su servicio voluntariamente con el fin de brindar oportunidades, empoderamiento y paz.
En un país con injusticias, marcado por la violencia, sin memoria, los jóvenes que asisten a la Biblioteca del Barrio Egipto cuentan con esperanzas, emprendimientos y objetividad. Luchan día a día para que el país sea un lugar donde cualquier persona pueda lograr sus metas. Por medio de la educación es posible salvar vidas. “La biblioteca puede cambiarle la vida a los niños y jóvenes, porque es un espacio que brinda a sus asistentes, un ambiente de prácticas diferentes al contexto en el que viven diariamente (respeto, amor, comprensión, escucha, seguridad y para muchos de los casos compañía)” concluye Carol Contreras.