Facultad de Comunicación Social - Periodismo

Las espinas que tienes por ser una rosa

El pasado está tatuado en nuestras memorias y el futuro está latente en aquel deseo de hacer valer nuestros derechos.

Argumento realizado para la clase de Pensamiento crítico y argumentativo I (primer semestre, 2022-1), con la profesora Aleyda Gutiérrez.

Al pasar los años se ha visto la transformación del rol de la mujer en la sociedad, pues por mucho tiempo la mujer era aquella que estaba encargada de los quehaceres de la casa y de la crianza de sus hijos, mientras que el hombre era quien salía a trabajar. Esto traía inferioridad femenina, que muchas veces se tradujo en situaciones de abuso y discriminación. Hoy en día este rol ha cambiado, la lucha de décadas  por los derechos de las mujeres  ha mostrado que podemos ser más fuertes.

Ser mujer representa un conjunto de cualidades, pero también de sacrificios continuos, es sinónimo de resiliencia, fuerza, confianza, valentía y sobre todo amor por sí misma y por todo lo que hacemos día a día. Esto se ve reflejado en la capacidad para superar las adversidades ante la discriminación de la que somos objeto, ya que ser mujer, desde hace tiempo, implica que debemos trabajar más para alcanzar las mismas metas de los hombres. Esto es tan solo una pequeña prueba de nuestro gran potencial.

Así lo demostró “Frida Kahlo, ejemplo de rebeldía, sus obras dieron protagonismo a mujeres reprimidas y sometidas a los comportamientos impuestos de la época. Asimismo, aludía sin tapujos a sus deseos sexuales, la liberación de su género y el tratamiento de tabúes” (Telesur, 2019). Esta mujer luchó y protestó por los derechos de libertad y expresión de las mujeres.

Somos  fuertes, estamos rompiendo paradigmas sociales con los que hemos crecido; “las mujeres son sensibles”; “las mujeres no pueden trabajar”; “los grandes hallazgos son de hombres y no de mujeres”.  Algo tan simple como que los hombres carguen lo más pesado cuando están con mujeres, los hace ver como más “fuertes” y capaces que nosotras, pero realmente somos tan capaces como ellos; capaces de asumir responsabilidades, obligaciones y cualquier actividad que nos propongamos.

“En al menos 29 países, incluyendo Honduras, Arabia Saudita y Senegal, la ley sistemáticamente marca que los hombres son los “jefes de familia” (AFP, 2013). Ejemplos como este son los que demuestran la inferioridad femenina frente a sus propias vidas y a sus familias. Son situaciones culturales que, a pesar de la lucha en la que la mujer se ha visto involucrada por defender los derechos de igualdad y libertad de expresión, no han sido del todo reconocidas.

“El feminismo es una forma de vivir individualmente y de luchar colectivamente”, dijo Simone de Beauvoir; escritora y filósofa feminista, quien se rehusó a legitimar su amor a través del matrimonio, vivió abiertamente su sexualidad y renunció a la imposición de la maternidad. El legado y la transcendencia de los ensayos filosóficos de Beauvoir está presente en la lucha cotidiana que adelantan las mujeres por el reconocimiento de sus derechos y por la igualdad. 

La mujer ha estado en un vaivén de avances y retrocesos que nos han llevado a tener los derechos que hoy en día tenemos. Tiempo atrás, las mujeres no podían ponerse pantalones porque esa prenda de vestir era únicamente para varones, pero ¿qué hace a una prenda para hombres y no para mujeres? 

En 1915, la feminista puertorriqueña Luisa Capetillo fue arrestada por ponerse pantalones en público en La Habana, Cuba (Antía Castedo, 2016). Esto da una idea de lo estrictas que llegaron a ser las normas del cómo vestir en lugares públicos y/o privados. La mujer no tenía libertad de expresión, esta libertad de poder, decidir qué portar por gusto propio, fue cohibida por las normas y el machismo de la época.

Dejar a un lado esa idea absurda de la inferioridad biológica e intelectual del género femenino, y construir  un liderazgo para inspirar a las nuevas generaciones, será vital,  demostrando que los rasgos femeninos no se perderán nunca por mostrarse poco delicadas, por demostrar gustos hacia cierta música, por vestirse con ropa ancha (denominada para hombres), o por no utilizar colores que la misma sociedad ha establecido con género, como lo es el azul o el rosado.

Una prueba de este liderazgo es Rosalyn Yalow, mujer que “desarrolló la técnica de ensayo radioinmunológico, que permite medir cantidades muy pequeñas de sustancias biológicas en los líquidos corporales, utilizando un producto marcado de forma radiactiva” (Tomás Fernandez y Elena Tamaro, 2022). Es aquí donde se ve que no hay una inferioridad intelectual y mucho menos biológica en las mujeres.

Hoy en día la mujer trabaja y estudia para ella, se proyecta de forma independiente.  Hoy, la mujer es esa “rosa” que con los conflictos a los que se enfrenta, disimulados por espinas, es capaz de levantarse, seguir adelante y demostrar lo fuerte e inteligente que es. Hemos hecho que nuestra voz sea escuchada en cada rincón del mundo y le hemos dado esa autoridad a nuestra palabra. La mujer de hoy en día es la luchadora más fuerte de este ring, que busca promover sus derechos y la igualdad en la sociedad.

Transmitir un mensaje de liderazgo para inspirar a las nuevas generaciones y ayudar a encontrar ese verdadero cambio que tanto nos ha costado, mostrar que nuestros pétalos son más que nuestras espinas y que el matiz del color que llevamos es el que resalta en el jardín.