Las cifras tienen sentimientos
La desaprición forzada en Colombia ha dejado numerosas víctimas directas e indirectas, cada persona es una cifra. Cada cifra tiene sentimientos.
Artículo realizado para la clase de Pensamiento crítico y argumentativo II (segundo semestre, 2021-2), con la profesora Aleyda Gutierrez.
La desaparición forzada en Colombia ha sido uno de los crímenes -sino el crimen- más desgarrador que han cometido los grupos armados en medio del conflicto. Los que más sufren son los allegados a los desaparecidos; preguntas que no obtendrán respuesta es la tortura de cada día.
Las familias víctimas del conflicto armado en Colombia han sufrido un infierno por lo que les ha causado la guerra, las desapariciones forzadas fueron unas de las acciones más despiadadas dentro de este conflicto.
La gente normalizó en algún punto que las desapariciones eran pan de cada día, y las víctimas, directas e indirectas, se tradujeron en números, simples cifras que mostraban lo desgarrador que la absurda guerra puede llegar a ser, pero nunca hubo una verdadera preocupación por cómo las familias afrontan estas ausencias y cómo lo viven.
Aunque sus inicios no son tan remotos como el conflicto armado, las víctimas de estas deplorables acciones se cuentan por decenas de miles en todo el territorio nacional. A diferencia de los casos de las dictaduras militares de Chile y Argentina, los victimarios son varios y las razones pueden ser de una gran variedad.
Los datos hablan por sí solos, según el Centro de Memoria Histórica la cifra ascendía a 60 mil casos en el año 2015, número que se incrementó para el 2019, ya que la Comisión de la Verdad contabilizó la espantosa cifra de más de 83 mil desapariciones forzadas. Sin contar el hecho de que esto ha generado unas 125 mil víctimas indirectas -familiares de desaparecidos- en los últimos años del conflicto armado en el país.
Esto para los lectores o para la gente fuera del contexto pueden parecer solo cifras, números en un reporte oficial, pero, detrás de cada unidad hay una historia de aquellas personas que han sufrido mucho por la pérdida de sus seres queridos. Según cuentan ellos, se genera una incertidumbre constante por el paradero de la persona desaparecida y por un tiempo que puede prolongarse de manera indefinida. Tiempo que, si tiene los contactos y las influencias, puede ser de sólo semanas o años si no corres con esta suerte.
Durante el conflicto armado colombiano diferentes grupos armados se han repartido los casos de desaparición forzada: organizaciones como las FARC, el ELN, las AUC, el M-19, las AGC, el EPL, entre otros. La mayor cifra se le atribuye al paramilitarismo con un 46,1% sobre el total de casos y a las guerrillas el 19,9% de los desaparecidos entre 1970 y 2015, según el Centro de Memoria Histórica. Las razones por las cuales aquellos grupos deciden desaparecer a una persona van desde un simple interés económico hasta sospechas por traición o diferencias ideológicas.
Otro actor importante en los casos de desaparición forzada fue la fuerza pública. Los llamados falsos positivos fueron casos en los que civiles eran engañados y llevados a la fuerza por el Ejército, generalmente, a zonas remotas para mostrarlos como guerrilleros dados de baja en combate; todo esto para recibir beneficios que el Estado proporcionaba por estas bajas en el campo de guerra, motivado por el entonces presidente Álvaro Uribe Vélez. Las víctimas de estos atroces crímenes han llegado a la cifra de 6.402, según la Jurisdicción Especial para la Paz, estos casos tampoco se quedan atrás en lo complicados que son para descubrir la verdad y lograr justicia, ya que, básicamente, se está luchando en contra de los informes oficiales del Estado.
Esta modalidad que adoptó el Ejército Nacional fue una novedad en cuanto a la desaparición forzada, porque, además de poner a muchas madres a pasar el sufrimiento de la incertidumbre, es muy difícil enfrentar a las autoridades cuando estas cometen un delito, teniendo en cuenta que la impunidad en los tribunales militares es de un 99%.
Clemencia Mondragón, Teresita Gaviria y Marta Caicedo son tres madres que nunca imaginaron que la desaparición de sus hijos sería el factor común que las uniría. Estas tres mujeres se han encontrado en una lucha constante por al menos encontrar algo de los restos de las personas más amadas que les ha dado la vida. Ellas relatan que, uno de los factores más difíciles de llevar durante el proceso que afrontan es una pregunta que, seguramente, nunca será respondida: “¿Por qué se llevaron a mi hijo?” Siempre es una duda constante, porque no han averiguado las razones por las cuales sus hijos ya no están con ellas, esto lleva a que incluso estas madres pongan en tela de juicio la crianza que le dieron a sus muchachos.
También un factor común en estos relatos es que se presentan muchas trabas cuando de denunciar o hacerle saber a las autoridades competentes se refiere, por ende, la mayoría de estos casos, por no decir todos, quedan en la impunidad. También hay muchos casos en los que las familias no denuncian las desapariciones por miedo a que les pase algo después de dar a conocer el caso a las autoridades, por lo que se presume que el número de desaparecidos puede ser incluso mayor a lo que se tiene registrado en las bases de datos oficiales.
Por otro lado, cada persona asimila y enfrenta la desaparición de su ser querido de maneras diferentes, algunas personas pueden desarrollar una depresión severa y dejar estancadas sus vidas por completo, casos así son más recurrentes con las madres de las personas desaparecidas; pero también hay personas que aplican otras estrategias para afrontar la situación y pueden continuar con su vida de una manera más normal, sin dejar de lado el dolor y el constante recuerdo por aquella persona.
Un ejemplo muy ceñido a la realidad es el testimonio expuesto en el cuento de Roberto Burgos Cantor llamado Fosas Comunes, en el cual se sigue la historia de una mujer que era esposa de un desaparecido en una zona rural nacional. Narra el desespero, la incertidumbre, la agonía y la casi eterna búsqueda de los restos de su ser querido en medio de la espesura de la selva colombiana. Es un drama que no suele tener el final esperado, pero que incrementa en cierto modo la esperanza y la fe.
Aquí entonces vale resaltar el gran papel que ha realizado la JEP (Jurisdicción Especial para la Paz) para la resolución, la búsqueda y localización de los restos de estas personas desaparecidas, ya que, en conjunto con los grupos armados desmovilizados, se ha logrado descubrir múltiples fosas comunes a lo largo de los territorios más abatidos por el conflicto, la creación de este organismo y de la Comisión de la Verdad ha traído aportes importantísimos para la reconstrucción del conflicto y a la reparación de las víctimas.