Facultad de Comunicación Social - Periodismo

La sociedad de la inteligencia artificial

Una solución que trajo más asuntos por resolver. La web es una excelente herramienta, pero ¿cómo modifica a las sociedades y sus sistemas?

Investigación realizada para la clase de la maestría de Comunicación política (primera cohorte, 2021-2), con la profesora Catalina Restrepo Díaz.

Nueva web, nuevas promesas y ¿nuevas problemáticas por resolver? La llegada de la web 4.0 es una revolución tanto tecnológica como social que demarca el futuro de un mundo que debe replantearse las formas en las que le ha permitido desarrollarse hasta ahora.

La sociedad actual se desarrolla bajo los parámetros de la tecnología, por lo que sus efectos son innegables e imparables. Si bien la llegada de la web prometía un mundo más igualitario, en la actualidad sus consecuencias no son únicamente positivas y, según sea su analista, su ponderación puede mostrar mayor facilidad y cercanía para todas las personas o perjuicios en distintos ámbitos de la sociedad. La web, al ser uno de sus principales componentes, debe ser analizada y criticada a detalle, porque son sus mismos creadores y usuarios quienes deben vivir con las consecuencias de no poner limites personales ni sociales a un asunto que llegó para quedarse y que cada día está más presente en la vida laboral, social, política e íntima de los seres humanos.

Empresas, políticos y las mismas compañías creadoras de las redes sociales se aprovechan del impacto e importancia de la web en la vida de las personas. Sin embargo, no solo sus usuarios sienten los estragos de su uso, puesto que aún la mitad de la población humana no hace parte de la vida en la web y, aunque las consecuencias de sus usos son inquietantes, la falta de acceso no es menos preocupante. Hasta ahora no existe una solución perfecta ni concreta al respecto; empero, un buen camino es comenzar por determinar lo que no se puede aceptar y se debe cambiar.

La sociedad de la inteligencia artificial

La web 4.0 propone una experiencia de usuario mucho más íntima que sus antecesoras, mediante el uso de la inteligencia artificial. Este nuevo modelo implica repercusiones para las personas y para la sociedad en sus diferentes esferas, por lo que surge la duda: ¿hasta qué punto la web afecta las dinámicas sociales y la democracia? El diseño propio de la tecnología puede tener efectos no neutrales en la sociedad, lo que desencadena asimetrías de poder. Gracias al uso masivo de datos se logran expandir rápida e ilimitadamente los contenidos, pero al igual que con las demás tecnologías, no son ni accesibles ni asequibles para todas las personas, lo que genera brechas digitales e impactos en el sistema político.

La llegada de las nuevas tecnologías traía consigo la promesa de modificar las dinámicas establecidas y mediante la corrección de asimetrías de poder y de información, de permitir la inclusión y la igualdad entre todas las personas; sin embargo, a lo sumo han cambiado los sujetos en la jerarquía y las maneras como se entienden las relaciones, mas no han desaparecido las asimetrías existentes a lo largo de la historia de la humanidad. Igualmente, la tecnología ha beneficiado a ciertos segmentos de la sociedad que tienen acceso y capacidad de entendimiento acerca del conocimiento tecnológico, al igual que a un aprendizaje formal de las disciplinas informáticas. Por su parte, ha dejado relegada a diversos grupos etarios, regiones y a sociedades que viven lejos de las urbes, así como a mujeres, quienes abismalmente tienen menor acceso cotidiano y formal a la tecnología. Por ejemplo, mientras que se está muy cerca de la paridad en Colombia, la brecha de género en el acceso básico a Internet en África es de 49,6%, (World Wide Web Foundation, p. 4). En palabras de Cobo, internet “se pensó en sus orígenes como una plataforma para descentralizar algunas formas de poder. Sin embargo, hoy transforma y amplifica diferentes estructuras y manifestaciones del ejercicio del poder” (2019, p. 71).

La inmersión acelerada y cada vez más profunda que se está teniendo con la tecnología ocasiona que se tengan expresiones humanas con la inteligencia artificial que antes eran exclusivas para con los demás seres vivos, tales como los sentimientos. Verbigracia, es posible sentir amor, intimidad o incluso empatía por la tecnología tal y como un estudio realizado por la Toyohashi University of Technology demuestra que el cerebro humano envía señales similares al ver “herir” a un robot, especialmente si este tiene apariencia androide; es decir, se le adjudica humanidad (Eng, 2015). Esto hace que cada día la división entre humanos e inteligencia artificial sea menor y permite que se abran espacios y se le den atribuciones cada vez mayores, como más confianza. El acceso desmedido a la tecnología perjudica la democracia en cuanto dormita a las personas, quienes delegan su capacidad de decisión a la inteligencia artificial. También se demuestra asimetría en la capacidad de uso, que se tiene para regular el uso de los dispositivos móviles, que es realmente brindada por las herramientas disponibles, especialmente por su carácter adictivo y que puede generar problemas principalmente de salud mental en las personas. Del mismo modo se presenta el problema de exceso de información que, aunque en un primer momento parece algo bueno, no permite que esta sea digerida a profundidad y asimilada, si no que termina por exacerbar la escasez de atención presente al poner excesivo cuidado a los dispositivos móviles, así como por paralizar la toma de decisiones.

Una problemática evidente desencadenada por la tecnología y el espacio que está adquiriendo en la vida humana es el gran volumen de datos personales que tienen las compañías dueñas y afiliadas a redes sociales. De esto es posible ver ejemplos como Cambridge Analítica que utilizaba la información de las personas para hacer publicidad personalizada y así aumentar las posibilidades de ganar elecciones. Sin embargo, otro problema relacionado yace en que las personas deciden no decidir y que delegan sus derechos y obligaciones a la inteligencia artificial. Esto también está vinculado al hecho de que una gran cantidad de personas no sabe seleccionar información y discernir sobre ella, puesto que hace falta mucha educación, tanto formal como informal, al respecto, por tanto, es un cuadro diario el que las Fake News tengan un impacto tan elevado en la vida diaria y hasta en los comicios. Además, es menester recordar que parte de la naturaleza humana insta a diluirse con la multitud, lo que perjudica aún más el pensamiento crítico al tomar por sentado que lo que aparece en redes sociales es la verdad y normalidad, sin tomar en cuenta los algoritmos que en muchas oportunidades no muestran otros puntos de vista e incluso crea una espiral del silencio, lo que beneficia ciertos sectores de la sociedad e ideas que parecen mayoritarias o correctas. Este punto afecta la democracia en la medida que no fomenta un pensamiento crítico y que pone la balanza a favor de quienes tienen la capacidad de utilizar eficientemente la inteligencia artificial.

Uno de los mayores temores que se puede tener a futuro es la capacidad de aprendizaje de la inteligencia artificial. Aunque esto pareciera positivo en una primera mirada, al analizar a mayor profundidad es posible evidenciar que la inteligencia artificial no solo aprende lo benévolo de las acciones humanas, sino también lo negativo, lo que significa que al dejar las decisiones personales en manos de la tecnología también hay un riesgo de que estas decisiones sean tomadas con sesgos no tan deseados o ignorantes de la capacidad personal de evolución que presentan las personas con las situaciones vividas, puesto que “los algoritmos muchas veces están diseñados bajo una mirada reduccionista que simplifica o ignora los contextos” (Cobo, 2019, pág. 113). En otras palabras, el permitir que la inteligencia artificial sea la que tome las determinaciones pone en riesgo no solamente la autonomía, como anteriormente se menciona, sino también la capacidad de aprender de las decisiones tomadas, puesto que ya no se toman decisiones, o de que estas decisiones no sean influenciadas por los aprendizajes obtenidos en la vida off line o tengan influencias nocivas, lo que frena de cierta manera la capacidad de evolución personal y en cierto sentido y a la larga, social, al no tener una influencia completa de las experiencias.

Adicionalmente, es un riesgo para la democracia en cuanto aparentan que existe una masa que se une en torno a ciertos ideales y lucha por ellos; sin embargo, en muchas oportunidades no llegan a la acción, sea por falta de motivación o distancia, entre otras razones. En palabras de Han (2014) “ellos no marchan. Se disuelven tan deprisa como han surgido. En virtud de esta fugacidad no desarrollan energías políticas. Las shitstorms tampoco son capaces de cuestionar las dominantes relaciones de poder” (Rodríguez, 2017, p. 95). Al mismo tiempo, Han (2014) también argumenta que la desmediatización que los medios digitales propician, ocasiona que los políticos que se anticipan con su visión y se aferran a su punto de vista desaparezcan, lo que desaparece su finalidad (Rodríguez, 2017). No obstante, es de anotar que en la medida que los medios digitales sean usados como complemento; es decir, los medios digitales como herramienta, logran ser de gran utilidad para la continuación y engrandecimiento de un movimiento o idea.

En resumen, la tecnología rápidamente cambió las promesas de apertura, visibilización y nuevos espacios para la democratización, por asimetrías de poder, manipulación y espacio para aspectos perjudiciales. Aunque hace más fácil la vida y permite múltiples aspectos en la actualidad que antes no eran posibles, es importante considerar que esta, en especial con la llegada de la inteligencia artificial y sobre todo la humanización, genera nuevas asimetrías de conocimiento y poder, pone en riesgo la democracia y las relaciones interpersonales, que no pueden ser asuntos ajenos a sus efectos. Es de vital importancia tener en cuenta que a pesar que se dote a la inteligencia artificial de cualidades propias de la naturaleza humana, sigue siendo tecnología que no puede, por lo menos hasta hoy, sentir y evitar tomar decisiones ignorantes de la intuición y el aprendizaje de la vida cotidiana fuera de la pantalla. Si no se regulan las nuevas tecnologías, los datos que las empresas pueden almacenar y cómo pueden usarlos en definitiva se transformaría irreversiblemente y por completo la realidad tal y como se conoce, dejando por fuera a la humanidad, que decidió no decidir.

Referencias:

Cobo, C. (2019). Acepto las Condiciones: Usos y abusos de las tecnologías digitales. Madrid: Fundación Santillana.

Eng, J. (3 de noviembre de 2015). I Feel Your Pain: Humans Empathize With Robots That Get Hurt. NBC News. Recuperado de: https://www.nbcnews.com/tech/innovation/i-feel-your-pain-humans-empathize-robots-get-hurt-n456721

Rodríguez, F. (2017). Byung-Chul Han: Sobre la revolución digital. Chile: Revista Chilena de semiótica, (6) [88-98]. Recuperado de: https://www.revistachilenasemiotica.cl/_files/200000087-06862077ef/6_FACUNDO_Revista-Chilena-de-Semiotica_6.pdf 

World Wide Web Foundation (2020). Women’s Rights Online: Closing the digital gender gap for a more equal world. Web Foundation. Recuperado de: http://webfoundation.org/docs/2020/10/Womens-Rights-Online-Report-1.pdf