Facultad de Comunicación Social - Periodismo

Aquí hubo un ser humano

En las familias de los desaparecidos, la búsqueda se vuelve una acción continua de denuncia, nostalgia y memoria.

Texto realizado para la clase de Pensamiento crítico y argumentativo I (primer semestre, 2021-2), con la profesora Aleyda Gutiérrez.

La desaparición forzada no solo priva la libertad de las personas, sino que también altera la vida y la tranquilidad de muchos hogares. Es una problemática que se ha visto a lo largo de los años, en la que la búsqueda de los familiares se vuelve una acción continua de denuncia, nostalgia y memoria.

Tesis: Familias que están a la espera de un reencuentro.

Cada miembro de la familia es vital, debido a que este grupo de personas va más allá de ser una institución y de satisfacer necesidades, tales como la alimentación, la ropa o la vivienda. Un hogar tiene gran influencia emocional en todos los seres humanos. El sentimiento que se va creando hacia un hijo, el deseo de estar presente en cada etapa de su niñez y de su adolescencia es importante, pero también pertenecer a una familia es fundamental para todos nosotros.

La desaparición forzada no solo priva la libertad de las personas, sino que también altera la vida y la tranquilidad de muchos hogares. En Colombia existe un gran porcentaje de desaparecidos a causa del conflicto armado; el sufrimiento ocasionado no solo lo pasan aquellas personas desaparecidas, sino que también sus familiares, vecinos y conocidos; todos aquellos que están en una búsqueda constante tratando de demostrar la existencia de un ser que ya no se encuentra, un ser ausente.

La cifra de víctimas mortales es extremadamente alta, como menciona el video “Los desaparecidos en Colombia: la realidad no termina (2019)”. “El conflicto armado dejó un total de 260.000 víctimas mortales en Colombia”, y si nos ponemos a pensar, en Argentina han desaparecido cerca de 30.000 personas y en Chile aproximadamente 20.000 personas, pero si sumamos la cantidad de desaparecidos en estos dos países, esta cifra no alcanza ni al 22% de la cifra de  los desaparecidos en nuestro país. Por lo tanto podemos notar que en Colombia se vive una inseguridad enorme.

Se van aquellos desaparecidos y lo único que han dejado es un mar de recuerdos, vacíos y preguntas. Mientras tanto, las familias viven continuamente con ese vacío; las excusas que los paramilitares, los guerrilleros, el ejército, la policía dan son múltiples y desalmadas. Para empezar, se evidencia cómo ellos querían mostrarle a la gente quién mandaba en los territorios y qué tenían prohibido hacer. Después, querían generar pánico y castigar a quienes no cumplieran sus mandatos, sin mencionar que ellos querían ocultar los cuerpos para así esquivar la justicia y no producir acusaciones con relación a los atentados.

En las familias, la búsqueda se vuelve una acción continua de denuncia, nostalgia y memoria. Es importante destacar las palabras en el video de la Comisión de la Verdad (2019): “la denuncia es con el ánimo de enseñarle al mundo que aquí hubo un ser humano, un hombre, una mujer, un niño y una niña que, sí hizo parte en este universo, un padre o madre que desapareció dejando a sus hijos desamparados, dejando a sus familiares a la espera de su regreso”, en el que podemos afirmar que cada uno de nosotros es vulnerable y vivimos frecuentemente con el riesgo de convertirnos en victimarios.

En el conflicto armado han desaparecido líderes sociales, campesinos, estudiantes, militantes de izquierda e, incluso, desaparecieron hombres que comenzaron a buscar a los desaparecidos. Se ha generado en muchos colombianos un sentimiento triste, de pérdida e inseguridad, que nos lleva a hacernos preguntas: ¿Qué necesidad? ¿Por qué los grupos armados desaparecen personas? ¿Por qué destruir el hogar de personas inocentes? ¿Por qué se los llevan?

Se crea así una incertidumbre social y un temor constante en Colombia, pero lo más terrible de la desaparición forzada es saber que existe una posibilidad donde la persona desaparecida es terriblemente torturada o incluso desmembrada. Y además saber que aquella persona no puede ni siquiera tener un velorio porque se desconoce el paradero de su cuerpo o sus huesos.

Indudablemente los paramilitares tomaron posesión de muchos lugares rurales en Colombia, como bien menciona Burgos Cantor, Roberto. (2013): “los hombres se adueñaron de aquí…de la tierra, del país”. Hombres que han arrasado con muchas familias, cuerpos ausentes, muertes en ríos o montes, hombres que han dejado familias a la espera de un abrazo, padres en busca de un reencuentro, mujeres en busca de su esposo o hijos en busca de su madre o padre, un ejemplo podría ser los casos que presenta el video “Los desaparecidos en Colombia una realidad no termina”, en el que presentan a Gonzalo Melo, un padre en busca de su hija, y también enseña el caso de Diego Melo, un hijo que se quedó huérfano gracias a la desaparición forzada .

Hay algo que se revela en las familias con personas desaparecidas y es la “esperanza”. Todos estos hogares viven con una fe que los motiva a buscarlos, una voluntad que los lleva a hacer justicia, unas ansias por encontrar la verdad. La desaparición forzada ha hecho que los familiares no encuentren ni siquiera el perdón, debido a que son pocos los que han asumido la culpabilidad de estos crímenes, pero sí son bastantes las personas desaparecidas e incontables las familias que están a la espera de la verdad.