Humanidades digitales: ¿relaciones efímeras?
¿Hasta qué punto las humanidades digitales hacen todo más fácil? Aquí encontrarás una reflexión acerca de esta “ayuda”.
Ensayo realizado para la clase de Gestión de Redes Sociales y Plataformas (sexto semestre, 2023-1), con la profesora Catalina Restrepo Díaz.
Desde sus inicios, las humanidades digitales se enfocan en repensar el mundo. Estas son una innovadora manera de producir e interpretar la experiencia humana, pues a través de las nuevas tecnologías se busca representar no solo el mundo sino también la manera en cómo nos relacionamos.
Las humanidades digitales siempre han sido prácticas y una manera de facilitar la vida, pero ¿hasta qué punto hacen todo más fácil? Aquí encontrarás una reflexión acerca de la “ayuda” que nos ofrecen las redes sociales al momento de interactuar con alguien, específicamente en Tinder, una red social que permite conocer personas en línea.
Actualmente, la manera de relacionarnos es totalmente distinta a la de hace más de una década, pues con lo digital se creó una nueva manera de comunicarnos con los demás. En el caso de las relaciones y la intimidad, estas se han transformado y se han vuelto más interpersonales gracias a las tecnologías. Un ejemplo de esto es el uso de aplicaciones como Tinder, una red social que apareció por primera vez en 2012, que es una plataforma global de citas en línea que se encuentra disponible en más de 190 países y cuenta con más de 40 idiomas.
Tinder nació como la posibilidad de conocer gente nueva y crear conexiones que podrían llevar a algo más. “Las comunidades virtuales son efímeras; son comunidades de interés que incluyen de forma transitoria individuos débilmente unidos” (Vinck, 2018). A partir de esta cita, se explica que Tinder es una red social que, aunque te permite conocer gente en línea de manera fácil y rápida, estas relaciones serán efímeras porque con su función “Swipe Right” siempre se estará en busca de alguien más, como ellos mismos lo exponen en su página “prepárate para adentrarte en un nuevo mundo de infinitas posibilidades”.
Este es un gran ejemplo de que las relaciones humanas están vinculadas a las tecnologías digitales, pues en un inicio los intercambios son solo a través de la aplicación hasta el momento de concretar una salida. Como lo explica Dominique Vinck en su libro Humanidades digitales: la cultura frente a las nuevas tecnologías, las comunidades virtuales, o comunidades donde las interacciones y vínculos emergen en un espacio virtual no físico, comenzaron a crecer exponencialmente impulsadas por funcionalidades como el correo electrónico, los chats, los sistemas de mensajería instantánea (como Messenger). Esto quiere decir que no solo Tinder, sino todas las redes sociales han destacado la digitalización de la vida social. “Tinder modifica los vínculos interpersonales y los sitúa bajo la lógica del espectáculo, involucrando en ello relaciones mediatizadas con el cuerpo, la imagen y la sociabilidad en red” (Pulgar, 2019).
En esta red social las personas no se muestran de manera real, pues siempre van a querer que vean lo mejor de ellos. Aquí, los usuarios exponen sus fotografías con la finalidad de atraer y ser atraídos por los demás usuarios. Esto supone una vitrina social, en la cual la imagen cumple un rol fundamental como forma de autopresentación. Como lo menciona Sebastián Moreno Barreneche (2019) “para crear dicho perfil, los individuos disponen de un conjunto limitado de recursos semióticos: fotografías y texto. La proyección será entonces un constructo sincrético, en el que el ‘yo’ real será inferido a partir de recursos visuales y lingüísticos” (p.86). A partir de esto, se entiende que los perfiles se construyen bajo un narcisismo a lo cual Paula Sibilia (2008) denomina como “el show del yo”.
Tinder es una aplicación en la que las vinculaciones afectivas/sexuales se vuelven un bien de consumo, esta red social es impersonal porque ofrece un gigantesco “catálogo de usuarios” en el que la experiencia del amor es pasajera y queda reducida a la satisfacción temporal de los caprichos (ya sea el sexo algo que ofrece con facilidad esta aplicación), “en la sociedad de consumo impregnada por el sistema capitalista, las personas nos convertimos en agentes y entes de consumo” Bauman (2007).
Por otro lado, quisiera resaltar la metáfora de liquidez que propone Bauman en este tema, ya que adquiere sentido en la medida que vivimos en un mundo de relaciones interpersonales caracterizadas por la falta de solidez, ya nada dura. Nos encontramos en una economía del desecho, en la que si no nos sirve algo lo botamos y cambiamos. Hoy en día, los vínculos humanos son fugaces, tenemos miedo a establecer relaciones duraderas.
Traigo como ejemplo Hang the Dj, un episodio de la conocida serie Black mirror que habla sobre dos personas que se encuentran en una simulación y son instruidas en sus relaciones románticas por un compañero digital llamado “tutora”. Ese aparato tecnológico dicta cuánto tiempo pueden pasar juntos las parejas, recopila sus datos y les ayuda a encontrar su “otro compatible”. Traigo este ejemplo como una comparación entre “tutora” y Tinder, ya que los dos son un medio que busca unir a personas y conseguirles su pareja ideal, pero en el transcurso de esto conocen una persona detrás de otra, lo que demuestra que en estas aplicaciones las relaciones son efímeras porque al fin y al cabo en esta digitalización todo tiene su fecha de expiración.
En conclusión, nos encontramos en un mundo digital, en el que las relaciones y la manera de vivirlas han cambiado. Hoy en día se buscan conexiones, pues estas no necesitan implicación de ambas partes ni una profundidad concreta, ya que, en las conexiones, así como en Tinder cada uno es quien decide cuándo y cómo conectarse o desconectarse de lo que está viviendo.
Bauman resalta: “en una vida de continua emergencia, las relaciones virtuales superan fácilmente lo real. Aunque es ante todo el mundo offline el que impulsa a los jóvenes a estar constantemente en movimiento, tales presiones serían inútiles sin la capacidad electrónica de multiplicar los encuentros interpersonales, lo que les confiere un carácter fugaz, desechable y superficial. Las relaciones virtuales están provistas de las teclas suprimir y spam que protegen de las pesadas consecuencias (sobre todo, la pérdida de tiempo) de la interacción en profundidad” (Bauman, 2011).
Asimismo, las humanidades digitales son la prueba de que actualmente estas maneras de relacionarse funcionan porque en esta posmodernidad el amor romántico ha perdido su razón de ser. Las redes sociales han permitido que las personas se conozcan mediante plataformas digitales que transforman las formas de relacionarse y de amar “Las personas se conocen a través de una pantalla y establecen vínculos desde allí: vínculos efímeros, líquidos, superfluos” (Bonavitta, 2015).