Historia(s) de los ferrocarriles criollos
La memoria La memoria de nuestras vías férreas se niega a diluirse a pesar de la escasez de trenes en Colombia, debida a la expansión del transporte por carretera.
Podcast realizado para la clase Lenguaje sonoro (primer semestre, 2020-1), con el profesor Luis Felipe Rubio.
Todavía hay quienes recuerdan haber atravesado los Andes en “La Mula de Hierro”, aunque muchos de los rieles ya se oxidaron. Aparte de algunas locomotoras que han tenido la suerte de ser exhibidas en parques y plazas, los ferrocarriles en Colombia parecen un episodio olvidado, propicio para la nostalgia.
El transporte en nuestro país no siempre tuvo llantas de caucho y se movió con gasolina o diésel, aunque el primer automóvil llegó en 1899. Para la década de 1920, existía una amalgama de servicios prestados por trenes, barcos de vapor, cables aéreos y animales de carga con jinetes que transitaban caminos de herradura, que llevaban desde personas deseosas de conocer su patria, hasta las riquezas económicas que iban a parar al extranjero y que lentamente fueron desapareciendo desde que, a partir de 1930, se fomentó el transporte por carretera:
En tiempos recientes ha renacido el interés por los ferrocarriles en nuestro país y, gracias a este renacimiento, también podemos hablar sobre aspectos más divertidos y amables de la memoria colectiva en torno a un medio de transporte, cuya decadencia marcó el destino de nuestra nación: