El amor como ley de vida
Laura siente el amor con absoluta pasión y libertad. En lo académico, familiar y social el amor la destaca, pero en lo sentimental solo vive del recuerdo.
Perfil realizado para la clase de Pensamiento crítico y argumentativo II (segundo semestre, 2021-2), con el profesor Guido Tamayo.
Utilizar el amor como ley de vida es un riesgo que solo personas con un entorno, formación y sentimiento como Laura pueden correr. A pesar de ser descrita con elogios superlativos por parte de quienes la rodean, hizo que todos conocieran sus mayores debilidades al sufrir por lo que menos esperaba sufrir. Fue un proceso extenso y tortuoso en el que siempre se aferró a su ley de vida.
Laura Ximena Díaz Barrera es una mujer con orígenes fuera de la capital. Con una forma de vivir particular, con gustos poco usuales y con sueños tan grandes que la obligan a luchar por ellos todos los días. La forma en la que enfrentó una de las situaciones más difíciles de su vida fue la menos esperada, todo debido a un engaño y a una esperanza irreal que le dio su más fiel compañero.
Ella utiliza el amor como ley de vida, pues cree que si lo pone en práctica en las actividades que realiza diariamente, todo le saldrá como anhela. Este valor y su gran manifestación durante la relación que mantuvo con Cristian, son el sustento de esperanza para que en los momentos de dificultad la solución no sea terminar.
Ella es una joven mujer bogotana con orígenes boyacenses que está cursando el último grado escolar. Tiene 16 años y con una enorme sonrisa comenta que sueña con entrar a la Universidad Nacional de Colombia a estudiar medicina. Le ha pedido a Rocío, su mamá, que nos permita estar en el tercer piso de su casa, pues argumenta que para hablar de sus temas personales prefiere un lugar privado, lejos de las personas que la reconocen, entre otras cosas, por su belleza física.
Nicolás, su mejor amigo, la define como la mujer más linda que ha visto, y mientras mira una foto del perfil social de ella, la describe físicamente, mencionando que “tiene un rostro divino, refleja ternura. Sus ojos de tonalidad clara y de color café cautivan a cualquiera, su pelo largo y mono parece de princesa y su sonrisa, brillante como el sol, transmite buena energía. Es baja de estatura, pero eso no empequeñece su hermosura”.
Es martes al medio día, Laura ha estado estudiando desde su casa. Ocupó el segundo puesto en el más reciente reporte académico y sus profesores la destacan como una estudiante responsable y disciplinada, sus materias favoritas son biología, química y física. Durante la mañana, además de desayunar huevos, pan y su bebida predilecta: milo, había estado chateando por Whatsapp con su novio Cristian, con quien no pasaba su mejor temporada, por la frecuencia de las discusiones entre ellos.
Ella toma esta situación con mucha preocupación, piensa día y noche: ¿Cómo poder solucionarlo?, mientras que Cristian comenta, con cara de resignación y mirando al suelo, que si bien su amor por ella es inmenso, Laura excedía su demostración de afecto hacia él. Así como con todas las actividades que conforman su vida, ella es totalmente apasionada, amorosa y entregada. Al punto tal de que, para él, esa muestra de amor sobrepasó los límites y lo hizo sentir incómodo.
Son las 12:10 p.m. y Laura ya terminó la mitad de su jornada escolar y por eso baja al comedor de su casa para almorzar. Está feliz porque su mamá le ha cocinado su plato favorito: pasta con pollo desmenuzado y jugo de maracuyá. Mientras Rocío sirve el almuerzo, Laura coge su celular para revisar si Cristian respondió su último mensaje, se da cuenta de que sí y además observa con mucho asombro el último recado que le escribió: “Hoy en la tarde pasaré a tu casa, necesito hablar contigo”.
De inmediato la incertidumbre se apoderó de Laura -menciona teniendo que respirar profundo para poder continuar-, esa falta de confianza en sí misma es la que su mamá le había recriminado durante un largo tiempo y volvió a estar presente a raíz de ese mensaje. Rocío comenta con un tono que transmite seriedad y furia que esa ausencia de seguridad en sí misma es la debilidad más grande que tiene su hija.
Laura aceptó reunirse con Cristian, a pesar de que no quería culminar su relación y de que sabía que ese era el motivo de la reunión. El amor que sentía era el argumento para tener esperanza en que la solución no era terminar. Llegada la hora la hora del encuentro, Laura sonrió al observar como él entraba por la puerta del conjunto ‘Porvenir reservado 2’, lugar en el cual reside. Ni siquiera la inseguridad que se apoderaba de Laura en ese momento pudo apaciguar la sonrisa que la caracteriza. Su mamá, Nicolás, Cristian y las personas que la conocen la describen como una niña sonriente que siempre está dispuesta a reír independientemente del momento. Para ella “una sonrisa, y el amor, pueden con todo”.
Sin embargo, esa sonrisa duró poco al escuchar de él lo que más temía oír: “tenemos que terminar, esto no da para más”. Se le vienen las lágrimas a los ojos recordando aquel episodio, así como en ese momento frente a él, cuando tampoco las pudo contener.
Después del suceso que Laura describe como difícil e indeseable, tuvo días muy tristes. Fue tal el impacto que su corazón recibió, que no tenía ganas, ni siquiera, de recibir sus clases favoritas. Vivió este pasaje de su vida en soledad, solo su mamá supo por qué su ánimo había decaído tanto, pues la privacidad con la que maneja su vida le impidió contarles, incluso, a sus amigas más cercanas. Hoy ella recuerda este episodio de su vida con mucha tristeza y resignación, tras la falsa esperanza que le dio su ley de vida: el amor.