Facultad de Comunicación Social - Periodismo

Desnudez propositiva

El nudismo puede incitar a la sexualidad, pero en uno de los teatros bogotanos es un instrumento creativo.

Editado por: Laura Sofía Jaimes Castrillón

Reportaje realizado para la clase de Taller de Géneros Periodísticos (Cuarto semestre – 2022 II), bajo la supervisión del profesor Fernando Adrián Cárdenas Hernández.

En una casa ubicada en las calles olvidadas de la zona sur de Chapinero funciona el Teatro Barraca. Su pequeñez y fachada descuidada hace que se camufle entre las demás construcciones, pero en su interior se alberga un arte irreverente. Para muchos, escandaloso e inapropiado, pero para otros con una estética potente. Esa noche es una de las tantas en las que sucede esta manifestación artística. Las cortinas del escenario se abren. Poco a poco y de manera paulatina se empieza a escuchar una música celestial; pareciera ser el sonido de cítaras tocadas por ángeles. De repente, una luz de color rojizo alumbra el cuerpo de dos jóvenes cubiertos solamente por calzoncillos. 

Están abrazados en una atmósfera de intimidad que pareciera ser ajena al público asistente. La luminosidad roja se expande y ahora deja ver el cuadro completo. A esa pareja se suman otras dos. Una de mujeres y otra de hombres, que tienen la misma vestimenta de los que se fundían en el abrazo. La música sigue de fondo y ahora es la pieza sobre la que bailan las tres parejas. Es una coreografía de movimientos sutiles y armoniosos. Sus manos rozan la piel de los otros con la aparente delicadeza con la que se acarician los pétalos de una flor.

Escenas como estas son tan solo un fragmento diminuto del poder escénico que tiene la desnudez en el teatro bogotano. Un elemento que si está bien justificado puede convertirse en una herramienta poderosa para transmitir una emoción o sensación. Cuando el desnudo en las tablas carece de un argumento que valide su intencionalidad, simplemente se queda en un cuadro que no trasgrede la esfera sexual.

Hacer teatro en la capital colombiana es una actividad que puede ser exitosa si se conjugan tres elementos, talento, formación y constancia. Esto es lo que cree Johan Velandia, director del colectivo teatral La Congregación y quien lleva más de 10 años en el medio. “En el arranque debe haber mucha disciplina, rigor y entrega porque son muchas las veces en que te dicen que no”, afirma el dramaturgo. Para él se debe tener fortaleza y confianza en las propuestas que se hacen. Desde su experiencia, el teatro en Bogotá ha tenido un crecimiento y se ha fortalecido. Es un movimiento creativo, diverso y alternativo, con un público que posee una apertura de pensamiento y presenta una diversidad generacional.

“Siempre faltará apoyo estatal, pero desde la independencia se han generado muchos movimientos alrededor del teatro y de la creación de públicos”, cuenta Velandia. Para este director y escritor, la escena teatral en Bogotá va por buen camino. Sostiene que hay falencias. Hace falta fortalecer la circulación de las obras y los programas educativos en formación actoral, pero sobre todo hay que incrementar los recursos para apoyar este gremio. En la ciudad son varias las personas que se dedican y viven de él y, por eso, cualquier ayuda cuenta.

La huella diferencial de Barraca con respecto a los otros teatros de Bogotá es la presencia constante del desnudo en la mayoría de sus obras. En el 2022, la ciudad contaba con aproximadamente 65 salas de artes escénicas, de acuerdo con información oficial del Ministerio de Cultura. De estas, el espacio teatral ubicado en la localidad de Chapinero es uno, por no decir el único, que se declara abiertamente nudista.

Alejandra Laso es una actriz bogotana que hace parte de los montajes del Teatro Barraca. Entendió la profundidad del desnudo en las tablas de una manera progresiva. Inició viendo funciones con escenas nudistas que le permitieron entender su cualidad para transmitir la vulnerabilidad de los seres humanos. Luego, fue parte del público nudista de las obras. “Sentía que todo el mundo veía el cuerpo desde una forma escultural. Cada uno era una estatua perfecta de arte”, cuenta la joven de 26 años.

La importancia de los actores es vital para que el desnudo sea una herramienta comunicacional certera. Exponer su cuerpo puede resultar complejo para ellos. Inicialmente, deben superar las inseguridades que tienen sobre este. Luego, conseguir que su corporalidad transmita el mensaje que se pretende con la desnudez. Alcanzar esta finalidad también dependerá de la apertura mental que los artistas tengan sobre el nudismo. No todos lo ven desde una estética artística y aún hay quienes tienen tabúes y prejuicios sobre este. 

Alejandra hizo su primer desnudo en las tablas en el año 2019. En aquella ocasión su cabeza estuvo enfocada en actuar bien, más que en los comentarios que recibiría sobre su cuerpo. Se sintió segura y cómoda. Cada función con escenas nudistas en las que ha participado, le ha permitido entender que su cuerpo es un instrumento maleable para llegar al público con un mensaje. “Es una llave para para expresar un sentimiento o una idea política”, afirma la actriz. Saber que su corporalidad le sirve para transmitir lo que quiere es una de sus sensaciones más satisfactorias. Para la actriz es gratificante cuando los asistentes entienden el trasfondo del desnudo.

Eso mismo es lo que experimenta Daniel Galeano cuando ve la aceptación que tienen las obras que escribe y dirige en Barraca desde hace más de 27 años. “El teatro de nosotros lo que hace es tocar temas de desnudos y temas tabú como el LGTBI”, señala. Es una persona que le apuesta al contenido nudista como elemento trasgresor en el arte. En tres de sus últimas obras, Un beso de Dick, Piel y Piojo Verde, ha utilizado la desnudez para evocar el erotismo, tratar la violación en una menor de edad y visibilizar los tránsitos que sufren los cuerpos a lo largo de la vida. 

Galeano es un hombre que comprende que el nudismo hace parte de la intimidad, pero que también puede transitar por lo público. Es un individuo que le apuesta a romper los estereotipos de belleza con la presencia de cuerpos no hegemónicos en sus montajes. “El desnudo, para mí, es lo más bello. El cuerpo es arte”, comenta el director. Asimismo, está atento a la sensibilidad que generan sus escritos en los espectadores. Aunque es consciente de que la desnudez puede llevar a la sexualización de los cuerpos, sus producciones no tienen esa pretensión. “Creo que también puede llegar a pasar, pero hay otros espacios que nosotros queremos crear donde el tema de la connotación sexual no sea tan relevante”, afirma Galeano. Su propósito es no sobrepasar esa delgada línea que convierte el nudismo en un tema netamente sexual. 

Así que, la invitación está abierta para todos los capitalinos y extranjeros que residan en Bogotá. El Teatro Barraca los espera para demostrarles la potencialidad de los cuerpos para comunicar historias. Asistir a las funciones con público nudista o con ropa dependerá de su elección y sobre todo de qué tanto desean adentrarse en esta experiencia.


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