Cosecha de indignación
En esta crónica fotográfica se retrata las pésimas condiciones en las que viven los campesinos en nuestro país.
Crónica fotográfica realizada para la clase de Taller de géneros periodísticos (cuarto semestre, 2022-1), con el profesor Fernando Cárdenas.
En medio de la vía Sibaté se encuentra un caserío llamado Pablo Neruda. Aparte de los grandes invernaderos de flores y las veredas que lo rodean, es muy poco lo que se puede encontrar. A medida que se sube por la trocha van quedando atrás los pequeños negocios y casas. El verde de los grandes cultivos, en su mayoría alverja y fresas, poco a poco se confunden con las pequeñas fincas llenas de animales, vegetación y criaderos y marraneras. Desde las montañas se atisban como pequeñas hormigas a los campesinos trabajando.
María y su familia llevan más de 35 años en la zona. Están a cargo de la finca ‘Gabrielita’. Sus condiciones laborales son precarias, no cuentan con ningún tipo de seguro o estabilidad y además de esto les toca pagar arriendo. En una casa prefabricada donde todos duermen en un cuarto y muchas veces no tienen servicio de agua, trabajan casi 12 horas, sin importar el clima: tienen que cumplir con al menos 10 bultos de alverja. Viven en pésimas condiciones, el día de trabajo se los pagan a $30.000, solo cuando la venta está muy buena les llegan a pagar $40.000. El salario no les alcanza muchas veces para hacer un mercado digno, en algunas ocasiones se les regala algo del producido, entonces lo que nunca les falta en la alacena es la alverja.
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