Un lucero azul en Usme
Construir paz significa generar espacios para que los niños, niñas y jóvenes logren abstraerse de los entornos violentos en los que crecen.
Publirreportaje realizado de manera autónoma.
Un nutrido grupo de niños ingresa a la cancha. Uno de ellos decide tomar el liderazgo para hacer el calentamiento necesario, de fondo está el entrenador alzando su voz para que lo hagan con esfuerzo y concentración. Pasan a su momento favorito que es poder jugar un partido de fútbol, aquí la edad no es un problema, los grandes no se aprovechan de su experiencia y todos se convierten en un equipo, preocupados por la estrategia del juego para poder ganar. Celebran el gol que hace el más chiquito y las familias están en las gradas entonando frases de apoyo. La Fundación Lucero Azul nació en el 2012 para crear este club deportivo con el objetivo de que los niños, niñas y jóvenes tuvieran la oportunidad de hacer algún deporte totalmente gratis.
En el barrio La Flora, localidad de Usme, vive Luis Machuca, el hombre que le ha ido dando vida a este proyecto, trabaja en el sector de seguridad y ha sido vigilante de la Universidad Externado de Colombia, el Banco de Bogotá, entre otros lugares. El entrenador Rafael Gaviria ha apoyado a esta comunidad, pues presta su servicio como profesor totalmente gratis. También se ha involucrado con pasión, a tal punto de intervenir por muchos estudiantes para que sus padres los dejen ir a entrenar.
Se reúnen los fines de semana para las clases deportivas, esto ha permitido que se fomente la disciplina y el compromiso para que los integrantes del equipo no tengan mucho tiempo de optar por otros contextos violentos que se viven a diario en su alrededores. Se han convertido en un claro ejemplo por el esfuerzo que esto implica, pues no cuentan con implementos básicos para el deporte: uniformes, conos, balones; sin embargo esto no ha sido un impedimento para que sigan en su formación; muchos sueñan con ser profesionales y estar equipos de altas ligas.
Las familias también han destinado algunas horas para acompañar a los deportistas en este proceso. Son conscientes de que hace falta apoyo, pues no solo son los implementos lo que falta para el entrenamiento sino un refrigerio que les permita equilibrar las energías que consume hacer deporte. Muchas familias a veces no cuentan con los recursos económicos, pero no pierden la fe en que sus hijos puedan cumplir sus sueños, por eso encuentran en la fundación un rayo de esperanza.
Lucero Azul tiene planes para el futuro, espera poder abrir otros deportes y seguir trabajando por los integrantes más vulnerables de su comunidad.