Facultad de Comunicación Social - Periodismo

Para mirar solemnemente: la morgue y soledad entre pasillos

Para mirar solemnemente: la morgue y soledad entre pasillos.

Editado por: Laura Sofía Jaimes Castrillón

Reportaje realizado para la clase de Taller de Géneros Periodísticos (Cuarto semestre -2024 ll), bajo la supervisión de la profesora Estefanía Fajardo de la Espriella.

Como estar en una nevera; a veces sobre cero y otras por debajo de él. El grisáceo de sus paredes refleja la temperatura de los cuartos. Aislados de la central de urgencias o de la zona hospitalaria, queda la morgue.   

Trajes azules, blancos y grises son los más frecuentes entre los pasillos de los hospitales, visten profesiones cuyas labores consisten en ayudar a las personas, en su mayoría cuando están vivas. Enfermeros, camilleros, médicos y demás personal, tratan de amparar el deseo a la vida. Sin embargo, existe un trabajo que muy pocos se atreven a desempeñar; el de ayudar a los muertos. 

Algunos profesionales de la salud consideran como mayor reto el enfrentarse diariamente a la muerte, una situación que los impacta en cierto modo. “Es un desafío constante cada pérdida, nos afecta de alguna manera, ya que, implica no solo la despedida de una vida, sino también, el fin de un esfuerzo compartido”, afirma la enfermera jefa, Heidy Rodríguez.  

Rodríguez menciona que esta labor no es posible si no se lleva a cabo el trabajo en equipo, asimismo explica que encuentran consuelo en saber que hacen todo lo que está a su alcance para brindar el mejor cuidado con los recursos disponibles, aun así, expresa que es inevitable que la muerte de un paciente deje alguna huella emocional, bien sea por la necesaria empatía que requiere la profesión o por alguna relación que asemejan personalmente —el parecido a algún familiar— por ejemplo.  

Nelson Díaz, enfermero de profesión opina que “lo más complejo es el no involucrar sentimientos”, y su compañera Milena Joven, recalca que es muy difícil debido al lazo que conecta el lado humano y compasivo, “no solo somos una enfermedad o un tratamiento, realmente es la conexión que uno tiene con el ser humano”, afirma Joven.  

Pese al esfuerzo que realizan por salvaguardar la vida, se frustran cuando no sucede, “el proceso donde abunda la tristeza y el más difícil es estar presente cuando se anuncia la defunción de los pacientes”, enfatiza Rodríguez, aun así, Joven profiere lo siguiente: “la muerte es un proceso único en donde uno puede acompañar, es el bálsamo para las personas, para la familia en medio de esa tormenta”, y recalca que es uno de los momentos más importantes. 

Por más que Rodríguez, Díaz y Joven agrupen esfuerzos, algunas veces no son suficientes; su deseo de ayudarlos se va esfumando y la muerte va tocando las puertas de las habitaciones de sus pacientes. Hay casos en los que es clara la causa y origen de los decesos, otras no tanto. También, llegan personas que necesitan ayuda de otros profesionales, es allí cuando aparecen diversos expertos, como es el caso del médico forense Jairo Orrego, que labora desde 2008 con el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses.   

Vivencias de un forense 

– ¿Qué hace un médico forense? 

– Realiza valoraciones de lesiones personales, dictámenes de embriaguez, edad, sexológico en personas vivas, incluyendo menores de edad y necropsias médico legales.  

– ¿Qué los distingue de los demás trabajadores del área de la salud?  

– La labor médico forense se diferencia por ser no solamente la parte médica, sino que tenemos también una parte legal, de uno que otro modo ayudamos a la administración de justicia, por ejemplo, en casos como denuncias que tiene la Fiscalía, autoridades como el Bienestar Familiar o las comisarías de familia, entre otros.   

Las valoraciones de las que habla Orrego sirven para poder dar una pena o sentencia sobre la gravedad de las lesiones que puede presentar un cuerpo tanto vivo como muerto. Es decir, ayudan a aclarar las causas en determinados casos, “es gratificante saber que de alguna manera contribuimos a que se haga un poquito de justicia”, menciona.  

-Para algunos el contacto con los muertos es lo que más les atemoriza, ¿cuál cree usted que es el aspecto menos gratificante? 

-No existe tal cosa, realmente me gusta mucho mi profesión, la escogí desde el pregrado en la Universidad. En el internado realicé las dos especialidades que más me gustaron; medicina forense y psiquiatría, dice el médico.   

Para él no hubo impedimento en trabajar tanto con personas lesionadas como con cuerpos descompuestos “es parte de la labor, me gusta mucho, lo hago con cariño y con alegría”, afirma con tono orgulloso.  

Además, comenta que hay más dificultades laborales con las personas vivas que con los muertos, ya que, generalmente, los primeros llegan heridos por algunas situaciones estresantes de por medio “pasa mucho cuando ocurren delitos sexuales”, afirma.  

Pero, esa tensión emocional no solo la viven los pacientes, ellos desde el otro lado, intentan dejar todos los casos en el consultorio o en cada cuarto de la morgue, y tratan en la medida de lo posible ocupar su mente en otras cosas, por ejemplo, en la fundación que creó junto a su esposa, donde se dedican a alimentar animales de la calle “eso me ayuda mucho a dejar las historias más duras de violencia”, declara, no sin antes pronunciar lo mucho que disfruta su trabajo y agrega “siempre he dicho y creo que para uno estudiar o hacer esta especialidad debe tener algo de locura en la cabeza”.  

Orrego comenta que sí ha tenido compañeros que han abandonado su labor por causa del estrés y casos complejos, como, por ejemplo, el caso Colmenares o recientemente, el de Mauricio Leal, puesto que son públicamente expuestos y requieren de más responsabilidad mediática. No obstante, expresa que el Instituto de Medicina Legal anualmente les hace una serie de valoraciones y evaluaciones psicológicas, emocionales y físicas para saber si están aptos o no para continuar con el cargo, debido a la presión que el mismo requiere.  

Desafíos a los que se enfrenta  

Jairo Orrego ha llevado casos de muertes complejas, donde el tiempo es su total enemigo, y más aún cuando hay demasiados mecanismos involucrados, es decir, depende de muchas cosas, por ejemplo, personas descompuestas, por lo que dificulta la investigación. 

Los mayores desafíos a los que se enfrentan son al tratar de obtener las evidencias, y el de esclarecer la verdad; cuanto más tiempo pase, más difíciles son de conseguir las pruebas, y entre más descomposición haya menos posibilidades hay de encontrar; fluidos, sangre, orina, lesiones que ocasionaron la muerte.   

Según las cifras preliminares de lesiones fatales hubo un total de 16,288 muertes violentas, entre ellas homicidios, eventos de transporte, accidentalidad y suicidios, con una reducción de 423 fallecidos a comparación de 2023, según el boletín estadístico para julio de 2024 del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses.  

De los tantos casos que Orrego ha llevado, recuerda uno con múltiples mecanismos; fue una persona que se intentó suicidar amarrándose en una torre eléctrica, al colgarse se electrocutó al mismo tiempo que el cable fue ejerciendo presión en su cuello hasta que se reventó y él terminó cayéndose por un barranco. Tenía numerosas fracturas y posibles causas de la muerte, por lo que fue complejo determinar en el momento de los hechos el origen inicial del deceso.  

De hecho, son diversos los acontecimientos que se pueden llegar a presentar o que atiende el médico Orrego, más aún cuando son casos cercanos, como conocidos o familiares. De acuerdo con la declaración de la Asociación Médica Mundial (AMM) sobre los médicos que atienden a parientes, se dice que puede suponer un reto por circunstancias derivadas, una de ellas puede ser la objetividad, puesto que, se ve comprometida y afectada por factores emocionales; “podría existir el riesgo de no atenderlos bien o, en el caso contrario, atenderlos demasiado”.  

Es así, como la inusual, pero necesaria, medicina forense ayuda a los difuntos, a los familiares de estos y a las demás ramas a esclarecer los hechos. En efecto, los profesionales de la salud tienen “los pies sobre la tierra”, como lo dice Orrego. Conocen su objetivo, “pienso que el 100% de mi trabajo radica en el buen trato y la empatía hacía los pacientes”, agrega Milena Joven.  

Ese algo que los une es la defensa tanto a los vivos como a los muertos. Además, el diario vivir en el sector hospitalario y el convivir con ellos les deja una gran enseñanza; el valorar cada pequeño instante que la vida les brinda. 


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