“Comer entero”, desinformación a través del tiempo
Un análisis rápido sobre el "comer entero" y su enorme magnitud en nuestro mundo.
Editado por: Laura Sofía Jaimes Castrillón
Columna de opinión realizada para la clase de Pensamiento Crítico y Argumentativo II (Segundo semestre -2024 I), bajo la supervisión del profesor Guido Leonardo Tamayo Sánchez.
Durante mucho tiempo ha existido el curioso tema de la desinformación, una herramienta utilizada por ciertos grupos para manipular el conocimiento de otros.
Esta ha evolucionado junto con los seres humanos, van de la mano el 99% del tiempo. De hecho, mientras nuestros cerebros se expandían y nuestras sociedades se consolidaban, los usos y formas de la desinformación también crecían.
Hay miles de ejemplos a lo largo de la historia. Desde la antigua Grecia y Roma, donde los políticos solían difundir rumores para ganar la simpatía del pueblo, hasta el uso masivo de propaganda durante la Guerra Fría. El impacto de la desinformación ha sido constante desde ambos lados del mundo.
Con la llegada de la era digital hubo una explosión de desinformación. Según datos de Oficina C, una entidad vinculada a la Cámara de Diputados de España, las redes sociales han abierto posibilidades de manipulación nunca antes vistas.
Fuentes como la Fundación Gabo, a través de su red ética del 6 de marzo de 2024, afirman que las llamadas “élites”, instituciones gubernamentales y algunas organizaciones de tipo nacional o internacional suelen ser los actores principales en la generación de desinformación. Gracias a las redes sociales y a las tecnologías desarrolladas ocurrió un boom en la desinformación mundial, y funciona según picos de atención, especialmente en elecciones, protestas o escándalos en algún país. Un ejemplo reciente es la situación de las elecciones presidenciales en Venezuela.
El proceso en el que operan las cadenas de desinformación en las redes es bastante complejo, lleno de cambios y ramas: ya sea crear cuentas falsas, producir y publicar contenido multimedia alterado o falso o simplemente republicar información ya publicada por otras personas; para comprenderlo se requiere de análisis, lo que generaría una manera de combatirlas y contrarrestarlas. Pero entonces, ¿qué podemos hacer mientras tanto?
Es inútil establecer ejemplos en los que la desinformación produjo inestabilidad política, internacional, interpersonal o de casos de vida cotidiana, pues teniendo en cuenta la longevidad de este tema, miles de sucesos ha habido a lo largo de la historia: guerras, asesinatos, complots, protestas y millones más. Solo hay que mirar al pasado y comprender los eventos de entonces. En el mundo actual, sigue siendo un factor determinante, ya que, como bien se dice, la historia tiende a repetirse.
Mientras el tiempo pasa, hay que darse cuenta de que la desinformación solo es una pequeña parte de la información en el océano conocido como Internet, y para combatirla en su totalidad se requieren tres enfoques: verificación de hechos, la alfabetización mediática y la implementación de políticas para regular la difusión de contenido engañoso. Aunque hemos avanzado en la lucha contra el fenómeno del “comer entero”, es necesario adoptar medidas más rigurosas, que involucren no solo a individuos, sino a toda la sociedad.
Oficina de Ciencia y Tecnología del Congreso de los Diputados (Oficina C). Informe C: Desinformación en la era digital. (2023) www.doi.org/10.57952/j3p6-9086
https://oficinac.es/sites/default/files/informes/OFICINAC_desinformaci%C3%B3n_20231214_web.pdf