Facultad de Comunicación Social - Periodismo

Jacobo Celnik: una vida para contar el rock

Perfil realizado por Yarley García para el Taller de géneros periodísticos (cuarto semestre).

Comprar un libro es indudablemente tener una cita a ciegas: sea creando historias o documentándolas, el escritor siempre termina dejando a la imaginación un poco de él mismo, de los rasgos de su personalidad y su manera de percibir el mundo.

Jacobo Celnik ha dedicado su vida a recoger los personajes y las historias que construyen ese universo de estrellas aparentemente inaccesibles del rock, llenos de mitos urbanos y sonidos maravillosos que se abrieron paso ante la satanización histórica de sus letras y su música.

En el 2015 escribía sobre el retorno del vinilo. Quizás para ese momento el asunto era solo uno. Los vinilos permanecían en las casas de algunos románticos, que querían conservar la fidelidad del sonido en un formato que parecía de antaño.

En pleno 2018 la profecía de Celnik se cumple  y el auge del vinilo, junto a sus precios en el mercado, han crecido a pasos agigantados. En 2017, por ejemplo, Sony Music dijo que empezaría a producir vinilos otra vez, después de casi 3 décadas de no hacerlo.

Jacobo Celnik - Foto: Revista DC

“Mi gusto por el rock, surge desde el hogar: mi papá era un gran coleccionista de todo tipo de música”

“Descubrí esta música muy joven, a los 11 o 12 años.  El primer álbum que oí me causo profunda impresión, fue un álbum de los Rolling Stones de 1965 que se llama Now. Ahí empezó todo.

Me gustan: Pink Floyd, Genesis, los Rolling Stones, The Who, Bob Dylan y los Beatles.  Prefiero las bandas británicas. Me gusta la calidad de su música, su propuesta escénica y sus las letras. Los ingleses desarrollaron un rock mucho más apegado al blues. Los jóvenes ingleses que empezaron haciendo rock and roll a finales de los 50 inicios de los 60, tenían como referente a Elvis Presley. Los que desarrollaron un sonido más propio, fueron los Rolling Stones y los Beatles, aunque ellos no estuvieron tan apegados al blues, se sustentan mucho en el rhythm and blues, el blues y del soul.

El rock norteamericano tiene una influencia más góspel y más country. La diferencia esencial estuvo marcada más que todo, en la manera de hacer convivir las influencias de esos ritmos que construyen al rock and roll.

Para el caso norteamericano, la mirada va más pegada a la tradición cultural del folclor, la música clásica, del jazz y todos esos elementos hacen que sea diferente la forma de cantar y la actitud en el escenario”.

Ser un apasionado del rock en Colombia en los años 80 y 90 era difícil: no había redes sociales, un acceso sencillo a las producciones que se lanzaban en el mundo y los conciertos de las bandas americanas y británicas más emblemáticas, constituían un sueño lejano.

Celnik, como otros melómanos de su época tenían una cita tácita en la Musiteca con Saúl Álvarez, para encontrar no solo buena música sino charlas interesantes sobre las tendencias, lo que se veía venir. Ahora la historia para Latinoamérica y Colombia es diferente: los amantes del rock han visto a muchos de sus artistas favoritos tocar en las principales ciudades del país.

“Los últimos 10 años, estamos en un periodo de crecimiento. El número de artistas que nos ha visitado ha aumentado significativamente. Eso va de la mano de una necesidad de los artistas de tener otros ingresos a partir de los conciertos, porque ya no reciben tanto dinero por venta de discos, descargas o reproducciones en plataformas digitales”.

Aunque la industria musical se ha globalizado y trasformado, el rock sigue siendo una música sobre la cual recaen censuras de un modo que debería parecerle escandaloso a las sociedades modernas.

En días pasados, el país fue testigo de cómo el llamado “concejal de la familia”, Marco Fidel Ramírez, se despachó contra la banda sueca Marduk, quienes se presentaron en Pasto y después de muchas presiones, optaron por no hacerlo en Bogotá. El caballo de batalla de Marco Fidel era simple: Esta banda de “rock” (que para ser más exactos es una banda de metal) tenía contenidos satánicos y antisemitas, era corrupta y su presentación en Bogotá haría ¡qué la ciudad cayera bajo una maldición del diablo!

Para este periodista que ha entrevistado a lo largo de su carrera a varias de las estrellas más emblemáticas de la escena rockera, entre las que se encuentran personalidades de la talla de Eric Clapton, Nick Mason, Andrew Loog Oldham, Phil Manzanera y Roger Daltrey, la censura en el arte no tiene sentido.

Hay grupos que tienen letras y contenidos muy fuertes, claramente pueden generar cierto malestar en determinados grupos de la población. Sin embargo y siendo consecuentes con eso, debieron haberle prohibido la entrada al país a los Rolling Stones.  Si los pastores que andan escandalizados, hubieran escuchado a Mick Jagger en su paso por Bogotá, se hubieran rasgado las vestiduras. Siendo coherentes, son ellos son los primeros a quienes debieron cerrarle la puerta.

Lo que vimos es una batalla que se libró desde la década de los 80, por parte de grupos evangélicos en los Estados Unidos, que intentaron atacar al rock, por sus contenidos satánicos, violentos, de invitación al suicidio y demás. Al final, hay que entender que detrás de todo eso hay estrategias de mercadeo.

Decir por ejemplo que Black Sabbath es satánico porque tiene contenidos e imágenes un poco fuertes, relacionadas con el satanismo, es exagerado; realmente no me imagino a Tony Iommi, haciendo rituales satánicos en su casa.

En esos términos, Iron Maden, tampoco debió tocar en Colombia porque tiene una canción llamada: The number of the beast.

Esto es arte y hay que aprender a apreciarlo como debe ser. Yo creo que las personas tendrán la suficiente capacidad de conciencia, para decidir que es bueno y que no. Yo jamás hubiera ido a un concierto de ese grupo sueco, no estoy de acuerdo con lo que cantan. Me parecen contenidos fuertes y pesados pero cada quien debe poder escuchar lo que le guste”.

Jacobo Celnik ha recorrido la historia del rock en 4 libros: Rockestra, Satisfaction, conversaciones con el rock, Bob Dylan a las puertas del cielo y La Causa Nacional.

Para él, en la época de las redes sociales, los personajes que escriben la historia, son más cercanos de lo que nos imaginamos:

“Creo que en estos tiempos es muy fácil acceder a todo tipo de personajes. Lo difícil es lograr digan Sí. Es importante demostrar que uno no es un fanático detrás del personaje, que hay una intención real de generar un contenido. Antiguamente, esos procesos se lideraban a través de las disqueras. Hoy, no juegan un papel tan fundamental en ese sentido. También hay todo un arte de hilar contactos y de armar una gran base de datos con información. Sobre todo, hay que saber pedir las cosas, ese es el secreto del asunto”.

Aunque en su proceso de escritura, Jacobo Celnik ha explorado los principales géneros periodísticos, siente una inclinación especial hacia la entrevista:

“En La Causa Nacional hay entrevista, breves reportajes y una gran Crónica que cuenta la historia del rock en Colombia.

En lo personal, me gusta la entrevista porque le da protagonismo al músico a través de su voz. El periodista se lee, solo en la introducción al personaje. Lo demás es un trabajo silencioso de corte y confección para editar las declaraciones.

Después de entrevistar a músicos de muchas partes del mundo, he encontrado algo que casi todos tienen en común: su gusto por los Beatles. Ellos agotaron todas las posibilidades de lo que el rock puede ofrecer. Son muy pocas bandas las que pueden decir que no fueron marcados por su música”.

Ante la pregunta de si cree que el rock ha involucionado, este periodista que cuenta con una extensa y selecta de varios cientos de discos que serían el sueño de cualquier melómano, responde que más que involución estamos en una época donde el género ha permanecido estático.

“Todas las posibilidades en torno a la música y letras en el rock, parece que se agotaron.  Aunque también hay que hacer claridad en que cada periodo es el reflejo de lo que se vive: hoy en día no necesariamente se canta lo mismo que se cantaba a finales de los 60 con el verano del amor y el movimiento Hippie. En ese momento se le cantaba el amor, la paz, en contra de la guerra, a la posibilidad de desarrollar una vida sexual libre y sin tapujos

En la actualidad hay artistas como Father Jhon Misty, de los Angeles, que es un músico muy bueno y nostálgico: le canta a su país, a Donal Trump y a lo absurdo de muchas cosas de la política. Creo que cada época tiene personajes que miran con seriedad el asunto y brillan por eso”.

En cuanto a la escena nacional, Jacobo Celnik reconoce que festivales como Rock al parque representan esfuerzos titánicos, aunque necesitan cambios y que Colombia ha hecho grandes aportes a la escena rockera:

“Rock al Parque, fue muy importante en términos de apropiación del espacio público; de vincular y ser incluyente para ciertos públicos y darles a otros grupos la posibilidad de tener acceso a contenidos relacionados con el rock.

Aunque el festival se ha sostenido en el tiempo, necesita una reingeniería; otra mirada, nuevos curadores y un nuevo aire; que la empresa privada lo patrocine para poder tener otras posibilidades, diferentes a los dineros estatales que lo soportan.

Hay un tema de fechas que hace que la curaduría sea muy complicada, porque coincide con la mayoría de festivales de verano en el mundo y la mayoría de bandas de renombre en el planeta están ocupadas, girando por todo Europa y Estados Unidos.

No necesariamente lo gratuito es lo mejor, sin embargo, es un modelo que se ha sostenido en el tiempo. Ha recibido muchas críticas, pero hay que tener en cuenta que tampoco es fácil hacerlo. Sentado desde un escritorio es muy fácil decir cualquier cosa, pero planearlo es diferente, con la implicación que tiene trabajar para entidades públicas.

En Colombia, musicalmente hablando, hay cosas interesantes, sobre todo la década del 70, como Columna de Fuego, Génesis y Banda Nueva.

Hubo algunos artistas muy buenos que lamentablemente no alcanzaron a grabar por esas ingratitudes de la vida, como Crash, Onion y La Banda del Marciano. Me parece muy importante todo lo que hicieron Nash en Medellín, Carbure, Compañía Ilimitada en la década del 80, Hora local, y sobre todo Kraken y Aterciopelados. Hay mucho por destacar, Es un momento interesante el que se está viviendo en términos de producción de rock”.