La economía de la atención
Cada vez es más notoria la lucha de las empresas por obtener nuestra atención en la web, esto se conoce como economía de la atención.
Artículo de opinión realizado para la clase de Comunicación Estratégica en la Web 4.0 (octavo semestre, 2022-2), con la profesora Catalina Restrepo.
Hoy en día estamos acostumbrados a vivir en constante movimiento. La “era de la inmediatez” requiere que nuestra atención siempre esté cambiante, ya que la inmensidad de productos que se producen a cada minuto en la web es inimaginable. De estos solo una pequeña cantidad llega a ser vista por nosotros, y aún menor es la cantidad que se gana nuestra atención.
Esto es denominado como la “Economía de la atención”, en 2016 Claudio Celis Bueno la definiría como algo que “transforma la atención humana en un mecanismo tanto de producción de plusvalía como de reproducción de relaciones de poder”. Por un lado, los datos extraídos de los periodos de información logran brindar información muy valiosa en el mercado y, por el otro, permite mantener vigilado y controlado al individuo cual si estuviese en un panóptico.
Según Philip Kotler, “la capacidad de atención humana promedio ha disminuido, de 12 segundos en el año 2000, a 8 segundos en 2013” (2018), evidenciando que cada vez el ser humano reduce su tiempo de atención y por ello se deben realizar más piezas llamativas con el fin de conseguir esos tan preciados ocho segundos. Ahora bien, ¿cómo se hace más eficiente esta batalla por la atención? La respuesta radica en la huella digital y el uso del algoritmo. Javier Gutiérrez Puebla describe la huella digital como parte del Big Data, esta “identificación virtual” funciona al almacenar los datos de cuando utilizamos nuestro teléfono móvil, pagamos con tarjeta de crédito, utilizamos el transporte público con nuestra tarjeta de transporte o cuando participamos en las redes sociales (2018).
Todos estos datos tan valiosos son recopilados por unos pocos: las denominadas GAFAM (Google, Apple, Facebook, Amazon y Microsoft), que buscan lucrarse y mercantilizan la información que, según Fiormonte & Sordi, tienen un fuerte “dominio cultural, epistemológico y tecnológico” (2019). Pero esto no solo es útil desde un punto de vista económico, sino también da pie a la reproducción de las relaciones de poder.
De esto nos habla la teoría del panóptico digital: nosotros mismos somos quienes nos prestamos para ello al vencer toda resistencia a mostrar nuestra intimidad. La necesidad de traspasar el muro de la vergüenza y exhibirse resulta necesaria a los fines de obtener valor (Loskyn, 2015). Lo cual quiere decir que debemos regalar nuestra información si queremos encajar y aportar valor a la sociedad, por lo tanto no leemos los términos y condiciones de los servicios web, así obtienen todos nuestros datos.
Sin embargo, no todos desconocen este tipo de prácticas. Como dice Cristobal Cobo: “evidentemente estos servicios en línea brindan una serie de herramientas que resultan muy convenientes, por lo tanto, muchas personas, a pesar de que puedan ser conscientes de los riesgos y vulnerabilidades (o de los usos poco transparentes), optan por seguir utilizando estos servicios digitales” (2019).
Con esto podemos concluir que el fenómeno de la “Economía de la Información” no solo tiene detrás un trasfondo económico sino que busca seguir manteniendo el control sobre las personas, que a cambio de los productos ofrecidos, dan sus datos y su privacidad, lo cual suscita un debate acerca de la forma en la que se trata el Big Data y la ética que este tipo de prácticas poseen.
La mayoría de personas desconocen el funcionamiento de lo que se esconde en la web, lo que se esconde detrás de los productos que nos resultan atractivos y el cómo se ganan nuestros ocho segundos de atención.