Facultad de Comunicación Social - Periodismo

¡Q’ hubo!, un perpetuo estigma

Análisis de cómo los medios de comunicación más populares influyen en las estructuras del lenguaje de sus audiencias.

Reflexión realizada para la clase de Introducción a la comunicación (primer semestre, 2022-1), con el profesor Samuel Castillo.

“Una cosa es el potencial comunicativo de un medio y otra distinta es el uso social que el sistema social potencia”. Acorde a ciertas características socioeconómicas y culturales, un grupo de personas o comunidad adquirirá una forma distintiva de habla. Por ejemplo, en Bogotá se puede encontrar una gran variedad de “acentos” o dialectos que están arraigados a las marcadas brechas existentes entre las periferias y el centro de la ciudad, entre los seis estratos existentes. Asimismo, los medios de comunicación y la industria cultural han jugado un rol determinante a la hora de tomar un papel activo en la sociedad. Han sido estas industrias las que han perpetuado la segregación social y el proselitismo que, aun hoy en día, se hace vivaz entre las conversaciones cotidianas de la mayoría de los habitantes.

 Al hacerse presente un sociolecto, la industria del cine, por ejemplo, ha acogido estos rasgos y los ha apropiado para la creación de arquetipos y así, por medio de representaciones, establecer una serie de estigmas y estereotipos en la cultura. Un hecho social que ha sido mercantilizado y comercializado, no solo por la industria del cine y sus demás afines, sino también por la prensa, los medios de comunicación y las redes sociales.

“La cultura también se industrializa (…). La industria cultural (…) afecta al nivel psíquico (…). En lugar de desarrollar la capacidad crítica, los medios de comunicación de masas provocan mentalidades rígidas y homogeneidad psíquica (…), aceptando acríticamente las estructuras de persuasión” (M. R. Alsina, 2001).

 Las representaciones de las distintas poblaciones han generado un círculo vicioso en que los medios de comunicación toman alguna característica de dicha comunidad y la explotan hasta tal punto en que este mismo grupo de personas se sienta identificado con lo que le están vendiendo de sí mismo. Es decir, al querer retratar a una comunidad se está generando una representación masificada que luego tendrá repercusiones culturales.

 Al llevar esto a los medios de comunicación surge la necesidad de poder hacer cubrimientos en sectores focalizados y de menor magnitud demográfica. Se pretende estar haciendo una labor periodística más responsable y completa  al mantener a la gente informada de su propia “realidad” -de hecho,  funciona-. Sin embargo, esto no exime al medio de caer en el llamado “clasismo institucional”, el reduccionismo cultural y la estigmatización popular de la clase oprimida por quienes se posicionan arriba en las relaciones o estructuras de poder masificadas.

 Adicional a todo lo anterior, hay que tener en cuenta el cómo los medios de comunicación ajustan las noticias de manera tal que la población lectora se sienta en riesgo y, así, generar un nuevo círculo de consumo en que el lector se refugia en cierto medio para mantenerse al tanto de lo cual mueve sus emociones. Además del hecho de que, en el contexto colombiano, mantener a la alienada masa popular (por lo general, las personas con menos recursos económicos) lista para la violencia y el conflicto es primordial para los intereses políticos de los gobernantes.

 Si se quiere entender un poco más el caso colombiano, el periódico Q’hubo es bastante oportuno, pues, por un lado, es uno de los periódicos más leídos en el país y, por el otro, ha sido muy conocido por sus títulos tildados de “amarillistas” y “populistas”. Sin embargo, analizar va más allá de ver un simple título o una portada.  

Nació el 1 de octubre de 2008 como resultado de la búsqueda de un gran diario nacional mediante la unificación de los diferentes diarios populares locales de los diarios (…). Este proyecto editorial se gesta como respuesta a que un amplio sector de la población, perteneciente a los estratos socioeconómicos 1, 2 y 3 no estaba identificado con ningún medio escrito, simplemente porque no encontraba en los existentes un espejo para reflejar su realidad. (…) Ante todo es un periódico para la familia, para que las amas de casa obtengan una orientación sobre cómo cuidar y educar a sus hijos, igualmente para los jóvenes, estudiantes y trabajadores que necesiten saber qué pasa en su ciudad, dónde divertirse y qué hacer los fines de semana. (Periódico Q’hubo, 2022)

 A partir de allí, se teje la información que permitirá entender el fenómeno, pues en Bogotá la industria cultural y los medios se han encargado de representar a las personas de los estratos 1, 2 y 3 desde un solo punto de vista.  Es en estos estratos donde la pluriculturalidad de la ciudad se hace más explícita debido a las diversas realidades que allí existen y conviven. 

 El Q’hubo “maneja un lenguaje más cercano a la gente y su principal fuente es la comunidad” (Casa editorial El Tiempo, 2009). No obstante, este “uso del lenguaje más cercano a la gente” no es neutral, siendo así que se genera una estandarización de este, dando a entender a las audiencias que las personas de estos estratos hablan así. De igual manera, al ser una labor periodística enfocada a personas de ciertos estratos, genera que todas las acciones recaigan directamente sobre ellos.

En primer lugar, partiendo desde sus portadas, se hace notoria una manera de hablar que está siendo apropiada por el periódico para, de esta manera hacerse “cercanos”. Asimismo, al ser un diario que solo estudia y se basa en el dialecto de “los estratos 1, 2 y 3” deja a un lado los demás estratos           generando un  fenómeno de estigmatización e industrialización cultural enfocado en, únicamente, estos    estratos: una labor justa con repercusiones negativas en la sociedad. 

Al apropiar dicho sociolecto, en segundo término, la comunidad se sentirá identificada o, incluso, quienes no “se sienten cercanos”, empezarán a hacerlo. Siendo así como inicia el ciclo de consumo de este periódico y de este tipo de material. Una característica cultural apropiada y mercantilizada a un nivel tal que, hoy por hoy, el Q’hubo es uno de los periódicos más leídos de Colombia: “Q’hubo es actualmente el periódico más leído de Colombia de acuerdo con los resultados de las últimas mediciones del EGM, Estudio General de  Medios de Colombia, prácticamente doblando al segundo diario colombiano”, expresó este periódico en 2022. 

Finalmente, la apropiación lingüísticocultural ya mencionada propicia más casos de apropiación y es que, por ejemplo, es a causa de estas y la fama del periódico que se pueden observar casos en que personas de estrato cinco usan palabras que hacen parte de la jerga popular de los obreros excusándose con un “Qué palabra tan “severa”, weón”.

 Si el lenguaje usado en los medios de comunicación colombianos fuera realmente neutro se podrían respetar los acontecimientos y, por ejemplo, llevar a cabo el análisis cultural, pero no de apropiación por parte de dicho medio. Es decir, los medios de comunicación deben preocuparse por el uso neutral del lenguaje al momento de dirigirse a las audiencias para, de esta forma, no repercutir en el funcionamiento social de estas. Sin embargo, esto no quiere decir que un periodista deba “informar y no opinar”, pues la forma de relatar un acontecimiento o suceso no transforma la realidad… pero sí la historia.