Facultad de Comunicación Social - Periodismo

Recuerdos de un embarazo pandémico

Muchos la pasaron mal durante la cuarentena, pero, ¿qué ocurrió en los neonatos y mujeres embarazadas? Descúbrelo.

Reportaje realizado para la clase de Taller de géneros periodísticos (cuarto semestre, 2021-2), con la profesora Laila Abu Shihab.

El asombro se ve reflejado en sus ojos. Mueve sus piernas como si estuviera montando una bicicleta y de vez en cuando lanza un balbuceo. “¿Cierto que es linda?, admira Desiree a su hija, emocionada por ese pedacito de cielo chiquitoque tiene en sus brazos. Su amor por Mía es profundo, tanto que logró un milagro de la ciencia: el embarazo, parto y nacimiento en un mundo dominado por un virus impredecible. En esencia se ve simple, ¿no?, pero realmente miles de casualidades se dieron para que ocurriera. 

Aunque en mayo de 2020 la movilidad estaba restringida por la pandemia mundial de la Covid-19, los servicios de salud seguían funcionando y para las gestantes en Colombia es un derecho asistir a controles prenatales, ya que, según el Ministerio de Salud, previenen en un 67% las complicaciones. Por eso, al contrario de mujeres que no asistieron por miedo a un posible contagio, Desiree llegó (al igual que todos los meses) a la Clínica San Rafael de Bogotá, un edificio de ocho pisos recubierto por ladrillo rojizo sucio, para realizarse su última ecografía y definir la fecha del parto. 

-¿Le han hablado de alguna complicación respecto a su embarazo? -preguntó la doctora mientras alrededor de su abdomen abultado se movía el transductor, esa especie de micrófono del ecógrafo para ver imágenes grisáceas en la pantalla.  

-No, no, señora. A mí me han dicho que todo está bien. 

Se hizo un silencio total en el consultorio y no sabía si sentía más frío por el gel que tenía embadurnado o por el miedo de que algo terrible estaba ocurriendo dentro de su útero. 

¿Ve esto? -señaló tocando con dureza unas líneas blancas poco comprensibles para la embarazada-. Tenemos que sacar a su bebé ya.  

Por alguna razón que desconozco, la placenta dejó de alimentarla y era necesario que naciera, cuenta Desiree. Además, el informe médico especificaba que tenía “placenta previalo que, según el ginecobstetra Eduardo Naranjo, es lo que recubre al feto, pero en la hora del nacimiento toca hacer una cesárea para que no haya complicaciones, porque obstruye el cuello uterino de la mujer y genera hemorragias”.

“Bip-bip-bip”, sonó el teléfono, indicando que la llamada no fue recibida. Una vez más, Desiree no se pudo comunicar con su esposo y por su mente solo rondaba la pregunta de cómo afrontar esto. 

La frecuencia respiratoria aumentaba y su tensión pasaba a 140. En su cerebro se producía adrenalina, la hormona principal de la ansiedad, lo cual, asegura Andrea Mojica, psicóloga de la Universidad de los Andes, puede suceder con frecuencia en el tercer trimestre de gestación, es decir, en la fase en la que estaba. 

Y como afirma un estudio de la Universidad de Granada en España, el posible riesgo de pérdida genera dolor y aumenta este cuadro emocional en factores como la intensidad del apego con respecto al bebé, las fantasías e ilusiones de los padres”. 

La salud mental de una gestante es mucho más importante de lo que se suele contar, pues existe una rama especializada en la psicología que ha desarrollado la Escala de Edimburgo, un cuestionario para lograr identificar entre la semana 28 y 40 días después del parto un posible inicio de depresión (se tiene verificación de que el porcentaje de mujeres a las que les sucede está entre el 12% y el 15%). Todo esto procura prevenir trastornos mentales durante el periodo de gestación; sin embargo, algunas cosas no se siguen al pie de la letra y se salen de las manos de los estudios y métodos científicos.   

¿Por qué llora? -se le acercó una especie de astronauta con traje, guantes y gafas con un tono de voz femenino. 

Yo le dije que no entendía si todo iba bien, recuerda haberle dicho Desiree en aquel instante, y la respuesta de esa mujer fue: “Fácil, o la bebé se le muere en la barriga, o nace y también puede morir. La situación no mejoró mucho. 

-Me van a hacer la cesárea, dicen que la niña se puede morir si se demoran en sacarla -avisó entre sollozos cuando su esposo contestó-. Estoy bien, no te preocupes. Ando esperando mi turno. 

A lo largo del pasillo se veían mujeres amontonadas que lloraban, gritaban, pujaban y que no podían elegir estar o no acompañadas por una persona de confianza. Las medidas para prevenir contagios de Covid-19 solo permitían que estuvieran dentro de los centros médicos un número mínimo de personas, es decir, pacientes y personal sanitario.  

Sus músculos estaban tensos y temblorosos y le dolían los pómulos de tener contraída la cara del llanto. Sintió el roce de unos dedos con textura fría y ensiliconada, pero amable y bondadosa.

¿Qué te han dicho de tu bebé? -contrajo las cejas la enfermera y, como pudo, la futura madre en riesgo intentó explicarle lo que había sucedido en un par de horas-. De acuerdo, lo primero que tienes que hacer es calmarte. El bebé va a sentir que estás angustiada y eso no le sienta bien. 

Y efectivamente, emociones displacenteras de la madre afectan “patrones de frecuencia cardíaca, su variedad o estabilidad y la actividad motora”, como lo ha demostrado un estudio de la Universidad del País Vasco. 

-A veces suele suceder eso, créeme, pero la mayor parte de las veces todo sale bien. ¿Falta mucho para que te pasen? -preguntó de nuevo la enfermera.

Eran las 5 de la tarde cuando las bombillas del quirófano la cegaron y aparecieron cirujanos que parecían traídos de Chernóbil, como si hubieran viajado del pasado con sus trajes. El procedimiento de asistir un parto no cambiaba mucho a como era antes de la pandemia, pues procuraban no exponer ninguna zona del cuerpo y ser cautelosos con la desinfección, o esta es la percepción del doctor Eduardo Naranjo. Tal vez era la costumbre que no les generaba miedo, eran casi como máquinas que tan solo en 2020 ayudaron a traer al mundo más de 78 mil neonatos en Bogotá, según la Secretaría de Salud. 

Era imposible ver por la tela azul que colocaron delante de ella. Solo sentía la cabeza por la anestesia, el tiempo pasaba lento y, de pronto, dos maravillas biológicas ocurrieron: el cuerpo de la madre llevaba por sus torrentes sanguíneos algo llamado oxitocina, la hormona del apego y amor profundo que es producida durante el parto, y la recién nacida abrió sus pulmones lanzando el grito de la vida, traducido como “¡No me he rendido!”. 

Gracias a Dios todo salió bien, susurró la nueva madre.

Ambas fueron separadas. Desiree descansaba en una habitación junto a ocho maternas más y Mía era examinada. Hasta el momento, su experiencia había sido muy tensa y con poco calor humano, tal como recuerda. Se dio cuenta de que las mujeres que contaban únicamente con el servicio básico de salud, como ella, no tenían posibilidad de privacidad y, en general, de una experiencia más cómoda. 

-Mamá, su bebé es canguro. Debe continuar su desarrollo en su pecho, piel con piel -le dijo una de las tantas enfermeras de turno. 

¿Qué eran esos términos extraños? Primero, hay que aclarar que Mía nació pesando 2,2 kilogramos (teniendo en cuenta que lo mínimo recomendado, como asegura Eduardo Naranjo, son 2,5), lo que la volvía propensa a descompensaciones de temperatura,  pérdida de peso y, en pocas palabras, hacía que necesitara estar en posición fetal haciendo contacto con el pecho de su mamá, mientras una faja la sostiene. Este método es utilizado para que la recuperación de neonatos sea más rápida y, según María Fernanda Carrascal, especialista en enfermería ginecobstétrica, brinda seguridad y bienestar al binomio madre e hijo y para el bebé y todo su organismo, al sentir a su mamá, funciona mejor”.

Después de más de ocho horas fue posible que su esposo entrara y conociera a su hija. Se acercó a la niña metida entre el pecho de su mamá: sus párpados rasgados y la piel suave, a su parecer, eran los más bonitos. También sacó su celular, tomó una selfie como recuerdo. El cansancio y la emoción se combinaban junto con la tranquilidad de estar juntosle hubiera gustado haber vivido la experiencia como con su primer hijo. Él pudo ver su nacimiento; desde el principio no hubo complicaciones y nació con un peso adecuado, y la familia y amigos pudieron estar con más cercanía y sin barreras. 

¿Qué sensaciones quedan después del parto? 

-Creo que lo más difícil en este tiempo de pandemia fue no tener cerca a mi esposo. Tenía miedo del coronavirus sabiendo que es un enemigo silenciososalir a la calle y a un centro médico es muy riesgoso -cuenta pensativa. 

Desiree tuvo suerte, si se puede llamar así. La historia de cada mujer es diferente. Algunas pudieron tener a sus hijos sin inconvenientes, no obstante, durante el 2020 al menos otras 409 tuvieron complicaciones de salud irreversibles como la muerte, así lo explica el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFA). 

Epílogo 

a ha vivido un año y tres meses (a corte de la escritura del reportaje) en un mundo en el que no hay muchas certezas. Ella es de esa generación que no se sabe si experimentará la vida con la misma libertad y emoción que recuerdan sus padres en su época de infancia. Son pequeños, no conocen el mal todavía y tampoco dimensionan que, aunque sean un individuo, son el principio de un futuro reinventado inesperadamente. 

Por el momento, disfruta en brazos de su madre, quien siempre la tiene cerca del corazón.