Julián Martínez y el riesgo de la verdad
La trayectoria y premios respaldan la experiencia de Julián Martínez. Sus investigaciones han revelado escándalos del poder, pero han puesto en peligro su vida privada; los guardaespaldas y carros blindados son la logística que lo acompaña en cada esquina.
Entrevista realizada para la práctica profesional en Conexión Externado (noveno semestre, 2022-1), con la profesora Mónica Parada Llanes.
Martínez afirma, con contundencia, que para todo ejercicio periodístico debe haber un componente investigativo. Él no considera que el periodismo investigativo sea una vertiente, sino un pilar en el oficio.
Antes de estudiar, no dimensionaba las consecuencias de ser periodista. Luego de destapar escándalos, investigar hasta el último detalle y tratar temas con “gente poderosa” implicada, Martínez no puede estar solo, debe andar con “ojos en la espalda”.
El DJ que se volvió periodista
El periodismo no fue el primer pregrado que él contempló; su primer sueño era ser DJ, aunque era consciente de la importancia de estudiar Historia, dado que comprender los acontecimientos en Colombia permiten construir un contexto y relacionar las tendencias políticas y económicas.
Sin embargo, sentía que podía mezclar estudiar historia con la creatividad detrás del micrófono o la mesa de sonido. La respuesta fue estudiar periodismo y apostarle a ser locutor. La locución estuvo presente en él hasta conocer a un profesor -o más bien un mentor- en su carrera, Luis Fernando Martín.
“Lo recuerdan mucho en la comunidad universitaria en el Politécnico, pues es una persona con trayectoria académica y profesional muy grande”, dice Martínez sobre quien le despertó el gusto por la investigación. “Él tenía personalidad para formar periodistas, además tenia un programa muy enfocado al periodismo”. Ese profesor hizo que el grupo de estudiantes -incluyendo a Julián- se sintieran como periodistas de verdad, en caliente, durante su cátedra.
Las clases eran teórico/prácticas. Se iniciaba con una puesta teórica para aplicarla en calor. Con profundo respeto, Martínez recuerda cuando conocieron la historia de El Espectador y Guillermo Cano. Le llamó la atención la línea editorial, debido a que, en más de 130 años, siempre han sido críticos, contrapoder y confrontando al gobierno de turno; el criterio o pensamiento liberal, en otros términos.
También tuvieron la posibilidad de aprender y ser testigos de la reinvención de formatos, “por las clases de Luis Fernando empezamos a ver historias de periodismo, que existía la fundación (FLIP), que nosotros podíamos algún día conocer un noticiero de televisión y tener la experiencia de ver una presentadora, de ver una cámara”, recuerda.
Asimismo, el factor práctico fue otro elemento que ligó a Martínez con el periodismo. Los ejercicios en el aula partían de investigar, contactar fuentes e indagar de un tema en concreto. Él siente que empezó a forjar un instinto o pasión periodística, desencadenando en el gusto por este oficio. Las clases de Martín fueron la semilla.
El 9 de febrero de 2007 es una fecha imborrable para Martínez. Ese día se conmemoraba el día del periodista, por lo que el profesor Luis Fernando Martín los invitó a la Cátedra UNESCO, en la cual hablarían de Guillermo Cano. Por coincidencia, en ese tiempo estaban recopilando información alrededor su asesinato en 1986 a manos de la mafia antioqueña del narcotráfico. “Estábamos viendo la importancia de este tipo, era defensor de derechos humanos y periodista que hizo tales investigaciones”, explica Martínez al comentar la razón por la que Cano fue -y sigue siendo- un referente para él.
La mayor enseñanza de las clases con Martín fue la confianza y seguridad. Martínez cuenta que él les decía que, si uno se lo proponía, era posible entrevistar a Álvaro Uribe en la Casa de Nariño, periodistas de renombre, ministros y cualquier personaje.
ChuzaDAS
Martínez es el autor de una obra que relata uno de los escándalos más controversiales en la política colombiana, las ChuzaDAS. “Tengo muchos enemigos actuales que están resentidos, cercanos al DAS”, afirma Martínez al recordar su libro.
La obra recopila documentos, en su mayoría reservados del Departamento Administrativo de Seguridad. Martínez explica que el presidente implicado es Álvaro Uribe Vélez, quien utilizó al departamento como una “policía secreta con servicios de inteligencia”. El DAS interceptaba comunicaciones (chuzar).
Uribe dio la orden de interceptar las comunicaciones de ciertas personas del escarnio público para satisfacer intereses políticos. El argumento del exmandatario, sostiene Martínez, consistía en prevenir cualquier afectación a la seguridad nacional. “El DAS estaba ejecutando digamos unas órdenes ilegales que no tenían nada que ver con asuntos de seguridad nacional”, añade Martínez.
El libro está fundamentado en la serie de documentos, los cuales permiten contextualizar al lector en la Colombia de esa época. Él explica que, por cada dato o detalle encontrado, se desprendía otro. Era así como el escándalo se empezaba a tejer y moldear, saliendo a la luz fuentes que aportaban. Empero, contactar con estas era tarea dura, debido a que era necesario un derecho de petición o visitarlos en las cárceles, audiencias y “delincuentes con personas del Gobierno”.
Seis años necesitó el libro, pero aún así hubo material que no se incluyó. Martínez considera que plasmó un poco del registro histórico. En sus palabras, “la cantidad de delitos que cometieron daría para una enciclopedia de 80 tomos”.
Entorno al componente investigativo de la profesión, Martínez explica que deben tener “un mínimo de estándares básicos con complejidad”. Además, considera que la raíz del periodismo parte de sustentar todas las afirmaciones, dado que es la única manera de darle credibilidad.
El acceso a la información depende de variables, por las formas de conseguirla. Un escenario con el cual hay que tener precaución, y aconseja: “no permitas que tus fuentes te utilicen para difundir un mensaje equivocado”.
Dentro de la categoría de fuentes, están las documentales. En las investigaciones que él ha realizado, ese material ha sido secreto. La complejidad radica en el modo por el cual se contactan otras fuentes, las directas, tales como paramilitares, guerrillas o militares; sumado a esto, el tratar temas peligrosos, como corrupción, conlleva un riesgo grande.
El ojo contra el poder
“Cuando tú investigas el poder político llegan las amenazas, asociadas a grupos armados que tienen un nexo con estos grupos políticos. En Colombia en cada departamento funciona un clan político que está vinculado al jefe de un clan de narcotráfico”, comenta Martínez al concluir que pueden haber mínimo 32 clanes políticos asociados y apoyados por el narcotráfico.
El rostro de Martínez empezó a ser famoso por el video en que aparece en la puerta del hemiciclo del Senado de la República, preguntándole a Álvaro Uribe Vélez acerca de rendir testimonio a la Fiscalía por sus supuestas conexiones con Luis Carlos Molina Yepes, narcotraficante cercano al Cartel de Medellín que ejecutó el asesinato a Guillermo Cano. Hasta hoy día, la familia del difunto espera ese testimonio.
Otro fundamento clave para Martínez es el estado de arte. Primero, hay que buscar y conocer el contenido ya publicado acerca del tema tratado. ¿Cuál es el aporte de este elemento?, esto permite diferenciar lo que es nuevo y lo ya contado; es decir, ayuda a saber de qué modo es posible aportar al trabajo de campo ya realizado por los colegas.
Martínez recuerda también el proyecto realizado con Juan David Caro en 2009 para Contravía, el cual detallaba el asesinato a un alcalde del departamento de Sucre. Al alcalde de Roque le estaban haciendo un montaje para vincularlo con la guerrilla y, en sus palabras, con los amigos de Álvaro Uribe.
De las investigaciones recientes, la ñeñe política. Trabajando mano a mano con Gonzalo Guillén para La Nueva Prensa (fundada por ambos y Diana López). El escándalo radicó en los supuestos vínculos del presidente Iván Duque con José “Ñeñe” Hernández Aponte, narcotraficante vinculado a los clanes de La Guajira, tales como Marquitos Figueroa, con los cuales hubo compra de votos en la costa para la presidencia de 2018.
La última fue cuando revelaron en el mismo medio la supuesta relación del hermano de la vicepresidenta de la República, Martha Lucia Ramírez, con el tráfico de heroína a los Estados Unidos, reclutando “mulas”, y que su salida de la cárcel fue financiada por la hermana. El bombo fue tanto que la situación llegó a los oídos del presidente Iván Duque.
“Los periodistas tenemos memoria. Yo no estoy acá para que la gente me aplauda y la gente diga “un verraco”. Mi papel es simplemente comunicar las cosas para que la gente tome decisiones”, sostiene Martínez al plantear su punto entorno al objetivo del periodismo.
Su hijo: La Nueva Prensa
Otro referente es Gonzalo Guillén, “periodista excepcional, una persona increíble y el periodista más libre y valiente que yo conocí en mi vida y de verdad sí le importa la verdad”. Guillén no tiene intereses, ni le da miedo estropear su vanidad ni nada. Por el intercambio de comunicación, nació la idea de La Nueva Prensa. Ambos se montaron en lo que él llama “la chiva”, en la cual estaban todos los periodistas.
¿En qué consiste “la chiva”? Daniel Coronell y otros estaban apostándole a las técnicas emergentes con potencial, como podcasts o formatos más sofisticados. Un referente fue el Miami Herald de Estados Unidos. De ahí, la experiencia de Gonzalo, la calidad de Diana y la curiosidad de Martínez le dieron origen a La Nueva Prensa.
“La Nueva Prensa es un medio que defiende los derechos de los animales, la libertad de prensa, investigar temas de narcotráfico”, resume Martínez al hablar del valor del medio, relativamente reciente, pero que ha mostrado los últimos conflictos políticos con sectores del narcotráfico y corrupción. La censura no está en el diccionario del medio, no hay intereses, sólo se piensa en el impacto que puede lograr su trabajo en la sociedad, con base en la verdad.
Concretamente en la financiación, el medio se sostiene por el apoyo del público a partir de donaciones. Martínez siente tranquilidad al ver en retrospectiva la respuesta positiva de la audiencia, la cual toma las decisiones y se informa por su trabajo. La línea editorial es clara: contrapoder, pero hay casos en los que los tres fundadores no están de acuerdo en el mismo tema. Sin embargo, eso no es impedimento, por el hecho que ellos comparten y encaminan el rumbo del medio hacia la protección de la opinión pública e informar con sensatez, por más que tengan posturas encontradas.
Para Martínez, el periodismo no consta en alabar al poder, porque el “periodismo uniformado gobernista” es un periodismo manipulado. Con el ejemplo del storytelling de la situación de Venezuela contada por los medios de información, él explica las consecuencias de la información alterada.
Consejos desde la experiencia
Asimismo, él considera que el periodismo no cumple la función de defender causas. Martínez plantea el ejemplo de un cubrimiento en un derrumbe, la labor de quien cubre no es conseguirle un mercado o un nuevo hogar a las víctimas, su objetivo es realizar una investigación profunda, contextualizar a la audiencia acerca del fenómeno y ahí sí que la opinión pública sea quien genere el cambio. “Yo no creo que el periodismo sea para defender la paz, para defender ninguna causa por más noble que sea”, concluye.
Otra reflexión que le deja la experiencia a él es la relación periodistas-medios. Siente que hay periodistas buenos, pero no medios de comunicación buenos, hay una brecha entre ambos. El gremio no es sólido, además hay falta de solidaridad cuando hay amenazas de por medio, es un entorno nublado por la envidia. Esos factores, considera Martínez, afectan la relación y el ejercicio. “Hay gente que escribe cartas dirigidas a, digamos, jurados de premios diciendo que no hay que darle premios a Julián Martínez”, afirma.
Por último, aconseja a los nuevos periodistas:
- Un periodista debe leerle la Constitución, por ser el principal marco jurídico que permite saber los derechos y deberes de la práctica periodística. La acción de tutela y las funciones de las ramas del poder público son aspectos que cualquier periodista debe saber.
- Dudar de todo, no creer en nada no comprobado. Martínez explica que, a quien no le apasione ejercer, pierde su tiempo. No es una carrera para “blanquearse los dientes y ser simpático”, es un trabajo intelectual y de investigación constante.
- Escribir. La única manera es leyendo acerca de temas afines a los gustos y plasmar ideas en el papel. Sin gusto por la lectura, no hay periodismo.
- Exactitud. El periodismo es un ejercicio de datos, no hay margen a inventar, siempre tener la verdad como portada.
Julián Martínez ha arriesgado su libertad y seguridad por el periodismo. Ha puesto el ojo en los escándalos con protagonismo de políticos. No importa si implica un presidente o expresidente, si ocurre -u ocurrió- un delito, ahondará hasta hallar la verdad.