“Se deben tomar nuevos caminos”, Antonio Navarro Wolff
Entrevista con Antonio Navarro Wolff sobre el impacto de su participación y labor en la historia política colombiana.
Entrevista realizada para la clase de Introducción al lenguaje periodístico (tercer semestre, 2020-2), con el profesor Sergio Ocampo Madrid.
“Colombia es un país maravilloso, pero tiene que tomar nuevas iniciativas y opciones, siempre se han tomado las mismas”, fueron las palabras del doctor Antonio Navarro Wolff refiriéndose a la actualidad política y social de Colombia. Desde hace varios años, él, uno de los políticos más experimentados de las últimas décadas, ha dado a conocer sin tapujos sus puntos de vista y opiniones frente a la situación nacional.
En esta entrevista se discuten temas de la actualidad, el pasado político de Colombia y su importancia en la historia contemporánea del país. Navarro comenta sobre diferentes etapas y momentos que han marcado su vida y su carrera política. Habla con total sinceridad cómo estos momentos lo han llevado a ser una persona con un carácter e ideales definidos, todo en pro del mejoramiento del país.
El 4 de julio de 1991 fue histórico para Colombia. Ese día se promulgó la nueva Constitución Política que rige hasta hoy. Después de años de guerra, violencia, injusticia y desdén, el país buscaba un nuevo camino y decidía tomar las riendas de sí mismo para lograr un cambio que definiría el progreso para siempre.
Un grupo de 70 personajes de la política conformaron la selecta lista de los constituyentes, quienes después de deliberar y debatir por cinco meses, iban a entregar la nueva Constitución.
Se eligieron tres presidentes para comandar este arduo proceso: Álvaro Gómez Hurtado, Horacio Serpa, y por último, Antonio Navarro Wolf, del naciente partido político M-19, antigua guerrilla que luchó contra el Estado por 20 años. A partir de ese momento Navarro no solo se presentó ante el país como una nueva figura política, sino como la imagen del cambio y de una nueva esperanza que Colombia ansiaba hace muchos años.
Con una carrera política de ya más de 30 años, él ha sido parte de momentos clave en la historia reciente. Senador, Ministro de Salud, Secretario de Gobierno de Bogotá, Alcalde de Pasto y Gobernador de Nariño, son algunos de los altos cargos y títulos que Navarro ha tenido durante su vida pública.
Su pasión por una Colombia mejor se mantiene intacta y las convicciones políticas y sociales que ha tenido desde su tiempo como guerrillero del M-19, también. Cambió las armas y las montañas por el debate, el diálogo y las campañas políticas, pero nunca su espíritu y su búsqueda por transformar a Colombia.
En 2020, un año marcado por la pandemia de la Covid-19, habló sobre la actualidad nacional y su carrera como una de las figuras políticas más influyentes de los últimos 20 años.
¿Considera que realmente va a prosperar el proceso de paz?
El proceso de paz ya prosperó hasta donde podía prosperar. Está en un momento difícil porque hay una intención de acabar con la JEP, que es un instrumento muy importante en la idea de tener justicia transicional; sin embargo, yo creo que la fortaleza final de ese proceso es suficiente para sobrevivir, pero está en un momento difícil.
¿Cómo cree que va la JEP?
Acaba de cambiar la presidencia, recibió la presidencia del magistrado Alberto Cifuentes que es un hombre con mucha experiencia y esperamos que cumpla con su función. Mire el caso de la verdad sobre la muerte de Álvaro Gómez Hurtado. No la hubiéramos sabido los colombianos sino es por la asistencia de la justicia transicional. Eso fue en 1995, y desde ese tiempo hasta ahora no sabíamos la verdad, de manera que creo que demuestra los resultados de esa justicia transicional y no tiene ningún sentido ir a plantear, como lo están haciendo algunos, que van a darla por terminada.
¿Se manejó mejor que el proceso con el M-19?
La época de ese proceso era distinta. Había muchos más consensos sobre la necesidad de la paz. Ese proceso duró de 1990 al 2000, más o menos, fueron 10 años. Una anécdota fue que en un momento dado una magistrada de un tribunal consideró que el indulto que nos habían dado a los miembros del M-19 estaba mal hecho y que tenían que procesarnos penalmente. Se presentó una ley que se llamó de reindulto. El proyecto de ley tuvo como ponente en el Senado al entonces senador y futuro presidente, Álvaro Uribe Vélez.
Esa es una demostración del consenso que tenía ese proceso de paz de los años noventa que coincidió con la asamblea constituyente del 91. Ese ingrediente no lo tiene el proceso de paz actual. El nuestro era más sencillo, más simple, más directo: desarme, indulto, participación política y listo.
El actual tiene mucha más elaboración, pero en aquella época hubo más apoyo ciudadano y más apoyo público de diversos sectores a comparación del que ha habido con el proceso de paz con las FARC.
¿Qué convicciones de su época de guerrilla siguen intactas y cuáles han cambiado?
El M-19 era una guerrilla distinta a las otras que había en el país. Sus principios político-ideológicos eran tres: independencia nacional, creíamos en el nacionalismo; democracia económica y política, y por último la justicia social. De eso está vigente todo. La democracia ha avanzado, pero le falta la justicia social. En un país tan desigual como Colombia sigue siendo una necesidad y ahora en un mundo tan globalizado necesitamos nacionalismo, defensa de lo nacional. Esos principios ideológico-políticos siguen vivos.
Las elecciones de 1990 fueron trágicas para Colombia. Usted remplazó a Carlos Pizarro como candidato del M-19 después de su asesinato, ¿cómo se sintió usted en su corto camino como candidato presidencial? ¿Sintió que su vida corría peligro?
Fue un periodo muy difícil. A veces se nos olvida la historia a los colombianos. Tres candidatos presidenciales, Luis Carlos Galán, Bernardo Jaramillo Ossa y Carlos Pizarro León Gómez fueron asesinados por el cartel de Medellín. A mí me tocó heredar la candidatura de Pizarro y a los dos días de haberme inscrito como candidato me llegó un sufragio: “Tan buena persona que era Navarro, lástima que esté muerto”. Fue un momento muy difícil en la historia nacional que afortunadamente se superó.
En esa campaña no solamente yo, sino todos los candidatos del momento, Álvaro Gómez Hurtado, Cesar Gaviria, Rodrigo Lloreda, tuvimos que hacer el último mes de campaña encerrados sin salir ni una sola vez de la casa. Fue cuando se empezó a usar cuñas de televisión brindadas por el Estado, porque no podíamos salir.
Todo pasó, afortunadamente, y el país, con todas las dificultades que tiene, hoy es mucho mejor que el que era en ese 1990.
¿Cómo se preparó el nuevo partido político del M-19? ¿Pensaron que el apoyo que le dio la gente fuera tan grande?
El apoyo empezó a sentirse desde que empezamos la primera negociación del proceso de paz en 1989, se fue consolidando con la firma del acuerdo de paz y se consolidó más cuando después de la muerte de Pizarro continuamos cumpliendo la palabra que habíamos empeñado por la paz. No nos devolvimos pal monte, sino que continuamos cumpliendo el acuerdo de paz.
Ese apoyo fue muy grande realmente, nosotros llegamos a sacar casi el 27 % de la votación en la elección de la Asamblea Constituyente en diciembre de 1990. Esa es la votación más alta que una fuerza alternativa ha sacado en toda la historia y eso es algo que realmente fue muy rápido. Nosotros firmamos la paz en marzo de 1990 y el 9 de diciembre teníamos el 27 % de la votación popular en una elección de hiper colegiado de manera que fue un momento muy importante de la historia de Colombia que se plasmó después en la Constitución que tenemos hoy. Sin proceso de paz, unido a la séptima papeleta de los estudiantes, no hubiera habido una nueva Constitución.
Esa Constitución fue el resultado de un consenso nacional y de una paz que además del M-19 después incorporó al EPL, al PRT, al Quintín Lame. Cuatro de las seis guerrillas de la época firmamos acuerdos de paz en el 90 o el 91. Fue un momento muy importante en la historia de Colombia que no se ha repetido y no se va a repetir.
¿Usted siente que está muy apaleada la Constitución del 91? ¿Se ha deformado mucho o se preserva?
Se le han hecho modificaciones, pero en su escrito esencial sigue siendo la Constitución del 91. El Estado Social de Derecho se consagra desde el artículo primero. También está la tutela que es la reina de la Constitución, junto con la acción de cumplimiento, la acción popular. El tema del Estado Social de Derecho como elemento constitucional sigue vivo.
Terminamos esa época en la que se gobernaba en estado de sitio y eso no se volvió a usar, solo en casos excepcionales, como tiene que ser. Ahora se llaman estados de excepción.
Las minorías se han fortalecido. En el caso de la minoría indígena acabamos de vivir lo de la minga en Bogotá y en Cali que tuvo un fuerte impacto. Antes, hasta 1991, los indígenas estaban fuera del escenario nacional de manera total. Había una ley que era la 89 de 1890 que los trataba como menores de edad. Todo eso lo volvió contemporánea la nueva Constitución.
La independencia del Banco de la República que ha servido para que se controle la emisión de dinero por parte del Gobierno y ha mantenido a raya la inflación en el país.
Los elementos ambientales de la Constitución se han mantenido vivos, todo lo que tiene que ver con la defensa y preservación del ambiente.
La separación de las ramas del poder público que ha sido algo más o menos importante, sobre todo por el fortalecimiento de la justicia.
Yo diría que gran parte de la Constitución sigue vigente, pero hay temas como la participación y la descentralización que hay que poner en práctica más. Creo que en donde se ha retrocedido es en la descentralización. En el 91 queríamos que fuera una descentralización de competencias, dinero y recursos, pero después se echó para atrás. Se ha aplicado poco la democracia participativa que fue otro de los elementos importantes.
El país está en un momento de metamorfosis política en donde los ideales antiguos han estado en constante cambio, ¿qué cree usted que necesitan los partidos de izquierda para consolidarse en los altos cargos gubernamentales?
Bueno, Colombia es un país donde no ha llegado una fuerza alternativa a gobernar la Presidencia de la República, a diferencia de casi todos los países de América Latina. Eso en parte tiene que ver con la existencia del conflicto armado que terminaba volviendo marginales o guerrilleros a muchos de las fuerzas alternativas o aliados de esos grupos. Un primer paso muy importante ha sido la consolidación de los procesos de paz para abrirle la opción a las fuerzas alternativas.
Lastimosamente hasta ahora no ha existido una opción clara de llegar a gobernar, pero vamos avanzando. Yo digo que el 2022 es un momento en la que esa opción va a estar más presente que en el pasado y esperemos que nos den la oportunidad a quienes pensamos distinto de los que han gobernado este país siempre y a demostrar que podemos hacerlo bien.
¿Qué va a pasar en las presidenciales del 2022? Sergio Fajardo dijo que no aceptaría una consulta con Petro, entonces, ¿la oposición va a llegar dividida?
Ese es un tema que no está totalmente definido todavía, pero lo más probable es que suceda lo que usted dice. Hay que recordar que esta es una elección presidencial a dos vueltas. Aquí nadie puede ganar en la primera vuelta en el 2022. Si una fuerza alternativa pasa a segunda vuelta hay que apoyarla sea cual sea, sea Petro, sea Fajardo o sea un tercero distinto a los dos.
Tenemos que entender que la segunda vuelta es para que en esas tres semanas que hay entre la primera y la segunda vuelta se unan aquellos que quieren que haya un cambio en Colombia de manera que mejor sería que llegáramos unidos desde antes. Lo digo con toda claridad, pero aun si no se logra esa unidad temprana también hay la oportunidad de unirnos en segunda vuelta, y ahí es cuando debemos hacerlo.
En su tiempo como gobernador de Nariño y Alcalde de Pasto, ¿cuáles fueron sus retos más grandes y los cambios importantes que se dieron en ambos mandatos?
Me posesioné como alcalde de Pasto en 1995 y el reto más grande que me encontré fue que el Concejo de Pasto me estaba pidiendo “mermelada”. Les dije a los concejales que yo no venía a Pasto a repartir puestos ni presupuestos, entonces empecé un proceso de presupuestos participativos que se llamaron los Cabildos Abiertos. Creo que eso fue lo que más me funcionó.
Lo más importante de todo fue mi política de cero corrupción; eso es fundamental. No se puede perder el dinero público, ya es insuficiente y si además se pierde la situación es aún peor. La cero corrupción les da confianza a los ciudadanos en el Gobierno.
Un ejecutivo espera ejecutar, hay que producir resultados, entonces si se tiene cero corrupción, presupuesto participativo, participación de los ciudadanos, cercanías a ellos y además de eso produce los resultados necesarios, le va bien. Esa fue mi experiencia en la Alcaldía de Pasto, en la cual me gané el premio al mejor alcalde de Colombia en 1997.
Todo lo mencionado fue lo mismo que apliqué para mi tiempo en la Gobernación de Nariño, en donde también me dio excelentes resultados.
¿Qué fue lo más complicado en el proceso de erradicación de cultivos ilícitos en Nariño? Uno de los departamentos con más cultivos en el país
El proceso de erradicación y la sustitución de cultivos son los retos más grandes que tiene un departamento como Nariño. Nosotros hicimos un piloto en Leiva y en Rosario que se llamó “Sí se puede”, con financiación de la Unión Europea. Lo hicimos todo sin fumigación, con sustitución de cultivos a través de algo que llamamos PIET (Presencia Integral del Estado en el Territorio). Llegamos con asistencia técnica, acceso a mercado y a crédito, hicimos acompañamiento a las familias y visitamos las casas de los campesinos de los municipios de esas zonas rurales.
Ayudábamos con programas de educación y salud al mismo tiempo que hacíamos proceso de erradicación voluntaria, lo cual nos brindó resultados muy buenos. Llegamos hasta el 90% de sustitución en los municipios de Leiva y Rosario, mientras duró el programa que se acabó por el término de la financiación extranjera.
Mi sucesor solo llegó a conseguir unos meses más de esa financiación y después la Unión Europea decidió no apoyar más el proyecto y todo acabó ahí, pero ese proyecto funcionó. Aprendimos que la erradicación forzosa no funcionaba; por otra parte, sustituir voluntariamente con presencia integral de estado en el territorio sí funciona.
¿Cómo se manejaron las bandas criminales en su mandato como gobernador y como las manejaría en la actualidad?
Las bandas criminales están asociadas a la presencia de economías ilegales, se financian de eso. Yo tuve que enfrentarme a una banda que se llamaba la ONG (Organización de Nueva Generación) que tenía presencia en los municipios de la cordillera occidental del norte de Nariño como Leiva, Rosario, Policarpa, Cumbitara y otros más. Lo que hicimos fue trabajar con la Policía muy de la mano en inteligencia y en la identificación de dónde estaban los jefes de esos grupos. Cuando teníamos que operar contra esas bandas traíamos grupos operativos desde Bogotá porque la Policía local en los municipios estaba amenazada o comprada por las bandas criminales.
Dentro de la presencia integral del Estado en el territorio es muy importante la seguridad y esa seguridad hay que hacerla trabajando conjuntamente entre la Fuerza Pública con la comunidad, pasando información de manera reservada y con el Gobierno, obviamente poniendo la talla.
Esto produce amenazas. A mí me amenazaron de muerte un par de veces, pero toca seguir adelante. Se debe lograr resultados en contra de ellas como la sustitución de esa economía ilegal, pero no es fácil, tiene riesgos. Tal vez por eso a muchos gobernantes no les gusta meterse en ese tema de frente, pero se puede lograr. Nosotros desactivamos esa banda de manera completa y produjimos buenos resultados en el norte de la cordillera occidental de Nariño.
En Nariño hubo un cambio notable de una ideología conservadora a una independiente, ¿cuáles cree que fueron los fenómenos para llegar a eso?
Lo que sucedió fue que los gobiernos de fuerzas independientes, cuando nos dieron la oportunidad de gobernar, lo hicimos bien, dimos cero corrupción y buenos resultados. Muchos de los elegidos cuando son candidatos son simpáticos, pero cuando los eligen desaparecen. Nosotros mantuvimos el contacto con la gente permanentemente.
Fueron los resultados y nada de sectarismos. Nosotros no nos pusimos a sacar gente porque fuera de otros partidos. En un momento determinado yo tenía que nombrar a alguien para una EPS que ya desapareció hace mucho tiempo y la mejor persona para gerenciarla era un conservador acérrimo; lo contraté e hizo un muy buen trabajo en esa gerencia. Ningún sectarismo político es permitido cuando se está gobernando.
¿Qué fue lo que realmente pasó en la alcaldía de Petro para que usted terminara saliendo a los dos meses de posesionado?
Yo llegué de terminar la gobernación el 31 de diciembre y el primero de enero yo estaba en Bogotá posesionándome como secretario de Gobierno de Gustavo Petro; el trabajo era muy intenso. Petro empezó a pelearse con el Procurador General de la Nación de la época que era Ordóñez y se veía venir un choque de trenes ahí, un enfrentamiento.
Yo me dije a mí mismo si me quedo así, muy cansado y además con un procurador que a lo mejor me lleva de por medio por estar en la Alcaldía ayudándole a Petro, simplemente estoy ahí estorbando para sus propósitos de sancionarlo. Entonces, opté por la mejor opción que era salir del cargo. Salí para descansar y para evitar ser la víctima del conflicto que se abrió desde muy temprano entre la Procuraduría General de la Nación de Ordóñez y la alcaldía de Gustavo Petro.
¿Por qué se esfumó su opción a la presidencia? ¿Ya paso su tiempo?
Yo digo que ya pasó. El momento fue en 1990 cuando empezábamos el proceso de paz. Tal vez si en el 91 hubiéramos llamado a una nueva elección presidencial yo hubiera podido ganar la Presidencia, pero no sucedió. Yo lo intenté un par de veces después pero no funcionó. En estos momentos estoy como Pepe Mujica, el expresidente de Uruguay, ya estoy cercano al momento en el que voy a llegar a una edad que es suficiente. He hecho muchas cosas que salieron bien y toca saber que ya hay que retirarse de la vida pública y darle el paso a los más jóvenes.
Me hubiera gustado ser presidente, ¿a qué político no?, es el cargo más importante del país. Sin embargo, todos los que han salido de la Presidencia han salido con muchas dificultades, así que menos mal tal vez no llegue a la Presidencia porque también me hubiera ganado un problema grande con eso. Me han dicho que me presente para las elecciones del 2022, pero prefiero no hacerlo y apoyar a otro para la candidatura.
Yo ya para presidente no fui. Eso se quedó como algo que pudo haber sido y no fue.
¿Su papel político en la actualidad?
En este momento soy presidente vocero del partido Alianza Verde. Mi papel es trabajar en ayudar al partido político del cual formo parte y el que creo que es un partido que tiene mucha importancia en este momento de la vida nacional.
Como político de más de tres décadas en el país, ¿usted cree que Colombia puede avanzar a una mejor dirección política? Y si es así, ¿qué debe hacer y qué camino debería tomar?
Lo primero que debe hacer es resolver los problemas que está dejando este 2020 con la pandemia del Coronavirus. La reactivación de la economía, la inversión pública, la disminución del desempleo, la disminución de la desigualdad, son prioridades para cualquiera que vaya a llegar al Gobierno del país.
Segundo, hay que gobernar sin corrupción.
Tercero, claramente estamos enfrentándonos al cambio climático y al calentamiento global. Se debe aplicar una política ambiental moderna, estructurada y que produzca buenos resultados.
Cuarto, se debe priorizar la educación. La educación es fundamental si queremos tener una sociedad menos desigual.
Quinto, tendremos que hacer reformas a algunas políticas sociales como la salud, que mostró sus deficiencias en la pandemia de la Covid-19.
Tiene que tomar nuevos caminos, siempre ha tomado los mismos. Esperamos que esa posibilidad se abra en 2022.
Un mensaje que le quiera dar a Colombia
Mi mensaje a Colombia es que se necesita la paz total, falta la paz con el ELN. Se debe buscar que esa negociación salga adelante. Hay que hacer un esfuerzo muy grande por ir sustituyendo los cultivos ilícitos para ir disminuyendo la presencia de grupos armados ilegales.
Todo se puede. Colombia tiene la energía, el entusiasmo, la capacidad, la gente suficiente para salir adelante y esto se ha hecho notable a nivel regional y nacional en muchas zonas del país.
Lo más importante es que se puede y se debe sacar adelante a Colombia.