La invasión de los zombies rolos
Superhéroes criollos, zombies bogotanos, terror, aventuras y fantasía hechos e impresos en Colombia, ¿cuál es la propuesta del cómic hecho en el país.
Perfil realizado para la clase de Taller de géneros periodísticos (cuarto semestre, 2020-2), con el profesor Fernando Cárdenas.
Juan Pablo Silva es un diseñador gráfico y autor de cómics colombiano que imaginó un universo dibujado que va desde zombies bogotanos hasta superhéroes criollos. Entre trazos y relatos busca que los historietistas nacionales encuentren un lugar para vivir de su arte en Go Up Cómics.
Era el año 2011 cuando Juan Pablo Silva decidió que una horda de zombies debía tomarse Bogotá. Los muertos vivientes corrían desenfrenados por las calles capitalinas. La esperanza de que una pequeña niña de tres años y su madre sobrevivieran dependía de que el padre lograra comandar un robot gigante desde Chía para rescatar a su familia. No tenían a dónde ir, con el país llenó de zombies tuvieron que quedarse a vivir en el interior de la máquina que los separaba de la muerte en una ciudad apocalíptica.
Esa era la idea que Juan imaginaba cuando redactó el título de su ópera prima: Bogotá Masacre Zombie. “Era una historia de amor”, afirma Silva. En realidad, el protagonista era él mismo y las personas a las que debía rescatar eran su esposa Lida y su hija María José. “De ahí lo único que se mantuvo fue el título, el logo con la letra cursiva”, agrega. Su historia del robot estaba bien, pero ¿cuándo había visto un bogotano promedio un robot? Juan sabía que su obra pasaría sin pena ni gloria si nadie veía su reflejo en las viñetas. Debía encontrar un nuevo ángulo para comandar a sus monstruos hacia un fin del mundo cachaco con el que cualquier ciudadano de a pie se pudiera identificar, pero ¿cómo?
Había pasado un año desde la fundación de Go Up Cómics, una pequeña editorial independiente que Silva creó para cumplir el sueño de crear un producto diferente, bien producido y bien dibujado. La ambición, aún temprana, de crear historias gráficas en Colombia lo llevó a entrar en contacto con una de las propuestas que, por la época, apostaban a los relatos colombianos. Así conoció, gracias a un compañero de estudios en diseño gráfico, la editorial Fairy Tales cómics. Este joven proyecto, impulsado por diseñadores como Hernando Díaz y Diego Palacios, fallaba en el tema editorial, necesitaba mejoras gráficas e incluso una proyección más clara de lo que quería en sus historias. Tras Conocer estos primeros pasos que estaban haciendo otros en el mundo de las viñetas Juan se dijo a sí mismo: “yo puedo hacerlo con una mejor producción”. Así nació Go Up, en 2010.
Sin saberlo, Juan Pablo Silva se había preparado toda su vida para tener lo que se necesitaba para escribir y dibujar cómics. Todo inició cuando era un niño que vivía en el municipio de Chía, Cundinamarca. Diagonal a su casa en el barrio La Pradilla se ubicaba el “Blockbuster” del pueblo, una tienda hoy inexistente de alquiler de VHS. Su madre, María del Socorro Elías, la frecuentaba y alquilaba las películas para ver en familia. Mientras ella se dedicaba a elegir una cinta, juan se dedicaba a explorar otro mundo maravilloso que se encontraba al costado de la tienda de vídeos, una pequeña librería.
Desde pequeño se fascinaba por ese mundo de libros de colores y siempre revisaba qué había de nuevo en los estantes de aquella tienda de la que solo quedan recuerdos. Un día se encontraba revisando las obras que tenían dibujos en su portada cuando encontró algo que marcaría su vida para siempre. En medio de las otras publicaciones se encontraba un pequeño cómic de 32 páginas, impreso completamente en papel, su portada mostraba a un hombre que vestía un traje rojo y azul con una insignia de araña sobre su pecho. Al abrirlo se percató de que toda la historia estaba dibujada y sin pensarlo mucho se lo llevó a casa. Se trataba de un ejemplar traído desde México de “Web of Spider-man” #18, la primera aparición de Venom en el mundo de Marvel Cómics.
El Hombre Araña se convirtió de inmediato en su súper héroe favorito. Leía a diario el que fue su cómic preferido por años y uno de los pocos que pudo comprar en su infancia. Tanto lo usó que las páginas se empezaron a desgastar e incluso la portada se desprendió, dejando al contenido sin protección. Ya le gustaba dibujar, pero ahora su objetivo era recrear a Venom y al Hombre Araña tantas veces como fuera posible, incluso en las paredes de su cuarto. Llegaba a dibujar hasta cuatro horas diarias y mucho de ese tiempo lo empleaba para mejorar su versión del arácnido. Su afición creció más cuando llegó al canal Fox KIds la serie animada de televisión de 1994, “Spider-Man: The animated series”. Juan estaba completamente enamorado del personaje.
No se quedó atrás y compró más historias de héroes. La librería de la cuadra lo llevó a conocer más versiones de la araña de Stan Lee, se aventuró a leer Spawn y no pudo faltar Superman para completar su creciente afición. Eso sí, su primer cómic de todos fue su más grande tesoro y aún hoy lo conserva. “Cuando lo veo de nuevo me mueve recuerdos muy hermosos”, dice Juan con algo de nostalgia.
Un día su hermana Mónica, que era estudiante de diseño gráfico, llegó a casa con un regalo para su hermano menor. Se trataba de una edición de la revista ACME, la que a inicios de los años 90 fue la insignia de los cómics colombianos, especialmente en Bogotá. Se trataba de un proyecto impulsado por dibujantes de la Universidad Nacional en el que recopilaban diferentes relatos gráficos cortos con varios estilos de arte. A Juan le encantaron las historias que se podían llegar a crear usando un lápiz, así que se propuso a sí mismo mejorar su habilidad como dibujante.
El vecino de una casa cercana también compartía la afición por Spider-Man por lo que coleccionaba fichas de diseño de los personajes del universo arácnido. En ellas se mostraban especificaciones del personaje, maneras de dibujarlo y otras características. A Juan le regalaron casi 200 y de inmediato se dedicó a traducirlas una por una del inglés para tener una guía en lo que hasta ahora era un pasatiempo. Su estilo mejoró tanto que en el colegio le pagaban 2.000 pesos por un afiche del Hombre Araña. Ya se había ganado el título de dibujante de la clase.
Después de observar todos los elementos que necesitaba para un cómic, tales como diseño de personajes, historia, color y escritura, se propuso estudiar diseño gráfico. “Esa era la carrera que necesitaba para hacer un cómic”, recuerda Juan. Antes de iniciar sus estudios ingresó a la Casa de la Cultura de Chía a tomar un curso de artes plásticas, otro de literatura y uno de teatro. Allí aprendió diferentes técnicas narrativas que luego usaría para escribir sus cómics y con el teatro aprendió a crear personajes. En 2003, ingresó a estudiar a la Institución de Educación Superior Ce-Art y en 2006 se graduó de Técnico profesional en Diseño Gráfico.
Su impulso de escribir cómics se vio pausado por un tiempo. Se casó, tuvo a su hija en 2008 y se dedicó de lleno a un trabajo de diseñador en el restaurante Andrés Carne de Res. No fue hasta 2010 que entró en contacto con colegas dibujantes interesados en el cómic y fundó su editorial, que no tuvo ni una sola obra por dos años desde su creación. Ahora Juan había tenido una idea, la masacre zombie, el robot, pero algo le faltaba.
En esa época una de las obras que más leía Silva era The Walking Dead de Robert Kirkman. Sus gustos por obras gráficas habían cambiado considerablemente desde que se había enamorado de Marvel y DC. Se cansó de que los cómics no tuvieran mucha continuidad y que en cualquier momento reiniciaban el universo de cualquier personaje. Sus aficiones se habían volcado hacia el manga japonés y las novelas gráficas al estilo occidental, como Pride of Baghdad.
Con la obra de Kirkman, Juan vio un lado más humano de una historia sobre muertos vivientes. Los efectos en las personas de una invasión que afectaba a cada uno de distintas maneras. Esa inspiración lo llevó a cambiar la historia y un buen día observó una fotografía que había hecho de un Transmilenio lleno a reventar de pasajeros. ¿Qué más bogotano que eso? Tomó la fotografía y la redibujó, calcó a las personas y los convirtió a todos en Zombies. Finalmente sabía el rumbo que debía tener su historia: un relato sobre bogotanos viviendo una masacre de la forma en que pasaría en la capital colombiana. “Quería algo muy bogotano, citadino, algo con lo que la gente se sienta identificado”, afirma Juan.
Se puso a trabajar teniendo en cuenta que todo el relato debía terminar en cinco capítulos. No quería caer en lo que los autores colombianos llaman “La maldición del número 1”, en la que las editoriales sacan el número 1 rápidamente, pero pasarán años hasta que salga otra edición y en ocasiones ni siquiera se publica la continuación. Por eso decidió que sería una miniserie de cinco números, con un inicio y final auto conclusivo. Fácil de seguir y de leer.
“Narra la historia de Luis, un personaje citadino que se va a rumbear con su amigo, pero está atrapado en un trancón por la autopista norte”, describe Juan sobre su obra, la trama de una Bogotá tomada por muertos vivientes al estilo más criollo posible, “¿hay algo más bogotano que un trancón?”, agrega. En su historia plasmó varios episodios de sus vivencias en Bogotá. Por ejemplo, cuando la primera infectada sale corriendo por entre los autos del embotellamiento, Juan recreó la ocasión en que su hermana salió corriendo tras un ladrón que le arrancó una cadena de oro, sin detenerse a pensar en que su hermano menor se había quedado solo en la calle. “Otra cosa muy bogotana, nunca sabemos qué pasa y nos imaginamos que están atracando a alguien”, añade Juan.
Masacre Zombie tuvo tanto éxito como lo pudo tener un cómic lanzado con ahorros personales en una editorial independiente. Silva decidió que su editorial debía vivir para que el cómic colombiano tuviera la calidad de cualquier producción extranjera. Así empezó a rodearse de talentos y con los ingresos que obtenía de su empleo se dio a la tarea de darle vida a un universo de cómics hechos en Colombia y que ocurrieran por completo en el territorio nacional.
Se sentó frente a su ordenador con imágenes muy puntuales de un universo nuevo. Superhéroes, todos colombianos, en un mundo en el que hay una gran parte de la población que nace así, un peligro desconocido. Empezó a dibujar, siempre dibuja sin tener un guion para que sean las imágenes las que le digan qué hacer a continuación. Hace escenas clave y luego piensa en cómo serán los sucesos para llegar a ese punto. “Es súper desordenado cuando trabajo mis propias historias, hay personas que se sientan a hacer su guion, pero para mí es importante que mis imágenes me hablen, a pesar de que de las 20 páginas que haga se salven cinco”, explica Juan. Así nació “Espectaculares héroes colombianos”, un universo de varios personajes excepcionales que entremezclan sus historias de personajes con la cotidianidad colombiana y la historia nacional.
Juan Pablo se ha dedicado a buscar talentos, unirlos a la editorial y publicar sus historias. Ama trabajar con desconocidos para que lo importante sea el talento y no “la rosca”, como afirma él. El escenario actual de Go Up cómics es alentador, sus argumentos diversos y personajes originales representan una propuesta consistente para dar los primeros pasos hacia una industria de narraciones gráficas sólida. Hoy cuentan con más de 15 cómics y 4.000 lectores, pero la financiación es muy escaza. En un intento por darle vida a este proyecto, Juan le está apostando a las donaciones y el crowfunding. Renunció a su trabajo como diseñador para dedicarse de lleno a ser historietista, “haré lo necesario para salvar esta compañía”, afirma.
Tiene todo listo para lanzar 10 historias en 2021, solo necesitan llegar a 30 millones de pesos en donaciones y ganancias por sus historias ya publicadas, esta misión difícil de cumplir es todo lo que queda para que una de las empresas más prometedoras del cómic colombiano siga a flote. Hoy es más necesaria que nunca la solidaridad de los lectores nuevos y antiguos, amantes del cómic, personas que creen en los emprendimientos y cualquiera que crea en el sueño de un grupo de dibujantes que aman lo que hacen. La invitación es a visitar la página http://www.goupcomics.com/ y empaparse de los universos digitales y de papel que han creado los talentos de Go Up, cualquier donación o aporte puede marcar la diferencia en el futuro aún no escrito de la joven compañía.
“A veces me dan ganas de quemar todos los cómics, venderlos, donarlos y volver a mi trabajo de diseñador”, afirma Juan sobre la situación financiera, pero no pierde la esperanza de lograr consolidar al cómic colombiano como una empresa rentable y creativa, “pero cuando vuelva a ver mi vida de viejo, me arrepentiré de no haberle metido las ganas y el esfuerzo a esto que quiero hacer, mis cómics”, concluye.